Violeta probó ambos lados de la pizza, le gustaron ambos y comió más de lo razonable para una niña de su tamaño. Gorjeó y tarareó felizmente mientras devoraba suficiente pizza para avergonzar a Alex.
Él solo pudo reír, mientras la veía llenarse la cara de comida. Sonrió, cogiendo su plato y limpiándolo.
Nunca tuvo hermanos, así que esto era lo más cercano que había sentido a eso, y tenía que decirlo. No odiaba la sensación en absoluto.
—Uf… Estoy tan llena.
—Jajaja. Te lo buscaste tú sola. ¿Quizás mostrar un poco de autocontrol la próxima vez? Estabas metiendo comida en tu boca como una ardilla. Era casi cómico —dijo él.
—Pero estaba tan buena —se quejó ella.
—Lo sé. Solo asegúrate de no tener dolor de barriga. Para ayudar, vamos a dar un paseo alrededor de la manzana, a hacer que la comida baje.
Violeta asintió, con la cara llena de salsa de pizza.
—Ven aquí.
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