Una Sirena Hermosa

Después de que Archer y Sia terminaron, volvieron al camino sacudiéndose el polvo. Él se volvió hacia la mujer mayor con una sonrisa cuando la vio tambaleándose detrás de él para preguntar

—¿Estás segura de que estás bien? Parece que fuiste devastada por una bestia salvaje.

Sia se detuvo caminando, mirándolo con una expresión impasible antes de responder sarcásticamente

—Ciertamente lo fui, mi sobrino. Eres un salvaje y no tuviste piedad con esta pobre anciana.

—Oh, cállate, Sia. No estás vieja, y estabas gimiendo tan fuerte que me sorprende que nadie te haya escuchado. Pero debo admitir que parece que te encantó —Archer respondió con una sonrisa.

Las mejillas de Sia se tornaron rojas, pero se quedó callada, ya que él tenía razón, lo que le hizo sonreír aún más. Después de bromear, los dos continuaron caminando hacia el astillero, y cuando este entró en su campo de visión, Archer se quedó asombrado.