Teuila hizo una señal para que Archer se acercara y, cuando lo hizo, le pasó una espada de madera de su anillo de almacenamiento y explicó:
—Te enseñaré a usarla correctamente.
Archer asintió con la cabeza mientras la tomaba y retrocedía. Bajo la hermosa luz de la luna, se extendía ante Archer y Teuila un claro cubierto de hierba. Altos árboles se erigían como testigos silenciosos, con sus hojas susurrando en la brisa suave.
Hemera, Ella y Nefertiti salieron de la tienda y se sentaron en un tronco, observando con interés mientras la princesa del océano se preparaba para entrenarlo en esgrima. Ella estaba de pie frente a Archer, su postura confiada y su espada de práctica de madera firmemente sostenida.
Su mirada era fija y su determinación evidente. —Muy bien, Arch —dijo con una sonrisa burlona—. Es hora de tu primera lección en esgrima. Empezaremos con lo básico.
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