—Tsk, no importa —Rosa frunció—. Todos estamos haciendo nuestro trabajo.
—Gracias por entender —Jonathan asintió con calma.
Después de un rato, le sirvieron a Jonathan su arroz con chuletas de cerdo. Masticaba y tragaba mecánicamente. Demasiadas cosas le pesaban en la mente, así que no saboreaba la comida mientras comía.
Zorro miró cautelosamente a Jonathan y luego lo miró de nuevo.
—¿Están buenas las chuletas? —preguntó.
—Están buenas —dijo Jonathan.
—Por tu expresión, no puedo decir en absoluto que estén buenas —Zorro murmuró—. Siempre comes así, sin disfrutar la comida.
Red habló perezosamente:
—Deja de dar la lata en el oído de Ricachón. Está molesto.
—¿Ah? Oh —Zorro dijo—. ¿Hay algo que te molesta?
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