Aún sangrando, Kace se transformó de nuevo en su forma humana al pasar junto al cuerpo muerto del cambiaformas serpiente que los humanos no podían ver.
—Te dije que lo mataras —repitió Serefina sus palabras por tercera vez, pero esta vez su voz no resonó en su cabeza y Kace lo agradeció.
—No lo mataré si quieres que te lo deletree —Kace se quitó la camisa y se limpió la sangre de su hombro herido antes de cambiarse por una nueva que sacó de dentro de la bolsa del coche.
En el momento en que se quedó sin camisa, se podía ver que la gran herida abierta había comenzado a cerrarse mientras su piel se cerraba lentamente.
La capacidad de sanación de los Licántropos siempre fue notable.
—Así que, ¿vas a dejar que te muerda la mano? —Serefina no apreciaba la decisión de Kace, aunque había descubierto por qué no quería matar a la criatura. La bruja pensaba que su razón era muy ridícula.
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