Bernice observaba los camisones con un interés loco. La costurera había hecho un trabajo fantástico al coserlos. Y no podía creer que había sido Kaizan quien los había diseñado para Olivia. Olivia iba a lucir tan ardiente y sexy con esos vestidos y Kaizan enloquecería al verla. —¡No, no, no, no! —murmuró Bernice. No podía permitir que surgiera esta situación.
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