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El Frío Príncipe Regan

Era alrededor de la medianoche cuando Evelyn recuperó la conciencia de nuevo.

Sus largas pestañas que descansaban en sus mejillas se movieron lentamente. Cuando abrió los ojos, los cerró de nuevo debido al brillo de la habitación iluminada con velas y lámparas.

Un momento después, los abrió de nuevo, y lentamente sus ojos se ajustaron al brillo de la habitación. Sin embargo, la confusión relampagueó en sus ojos verdes cuando sintió la suavidad debajo de su espalda.

Como esclava, estaba acostumbrada a dormir en el suelo, así que la suavidad debajo de su cuerpo le resultó extraña.

A medida que la confusión se disipaba lentamente, sus ojos se abrieron de par en par con pánico y asombro.

Porque pronto se dio cuenta de que estaba dentro de la habitación en la que no se suponía que debía estar... al menos no tumbada en esta enorme y suave cama.

Sorprendida, presa del pánico y confundida, intentó inmediatamente bajar de la cama, pero una voz tranquila y profunda la detuvo.

—Quédate acostada —dijo una voz.

Evelyn se tensó al escuchar la voz porque la reconoció.

Lentamente se giró y vio al príncipe sentado en una silla al otro lado de la cama con un libro en sus manos.

Su rostro estaba cubierto con la misma máscara.

En este momento, él la miraba con sus ojos fríos y rojos.

—Quédate acostada —dijo él de nuevo, pero esta vez sonó más como una orden, a diferencia de la última vez cuando su voz seguía siendo tranquila.

Ella luchó con el conflicto dentro de su corazón.

¿Podría realmente acostarse en la cama de un príncipe siendo una esclava?

Sin embargo, el conflicto de Evelyn se apartó cuando escuchó a Regan decir de nuevo.

—Evelyn, se supone que debes seguir mi orden —dijo Regan.

En efecto.

Todos los conflictos se disiparon y ella se acostó obedientemente. Sería mentir decir que no le gustaba la suavidad del colchón bajo su espalda.

Hacía el dolor que sentía por todo su cuerpo, soportable.

Por otro lado, Regan había cerrado su libro y lo dejó a un lado en la mesita de noche. Se levantó y salió de la habitación, pero regresó pronto y se sentó de nuevo en la silla en la que había estado sentado.

Unos momentos después, un médico entró en las cámaras.

—Revísala de nuevo —ordenó Regan al médico.

Evelyn se sorprendió al escuchar estas palabras y miró al médico como si viera a un extraterrestre.

Por otro lado, Regan miraba a Evelyn con una expresión impasible en su rostro y preguntó de repente.

—¿Cuándo comiste por última vez? —preguntó Regan.

Evelyn tardó un momento en responder a la pregunta ya que fue tomada por sorpresa, pero pronto respondió.

—Hace tres días, Su Alteza —dijo Evelyn.

Como ella no estaba mirándolo a Regan, no pudo ver cómo el príncipe frío y distante la miraba con los ojos entrecerrados cuando escuchó esas palabras.

—¿Acaso no ordené que almorzaras? —Evelyn percibió la ira en su voz y no sabía qué decir. Al final, suspiró y dijo—. Esta esclava fue a almorzar, pero... el horario del almuerzo ya había terminado para entonces.

Su rostro recobró su frialdad, pero esta vez su voz era tranquila al preguntarle—. ¿Se negaron a darte la comida?

—¡No! —Evelyn dijo inmediatamente—. El cocinero le dio comida a esta esclava, pero Su Alteza, la jefa de criadas le dijo a esta esclava que en el Palacio Imperial, no se permite a las esclavas almorzar después de la hora del almuerzo. Así que esta escl... ¡ah!

En medio de sus palabras, Evelyn gritó de repente cuando el médico presionó accidentalmente su muñeca mientras tomaba su pulso. El médico se sorprendió y soltó su mano de inmediato. Regan frunció el ceño al verla sosteniendo su muñeca. Se levantó de su silla y caminó hacia ella—. Dame la mano.

Al decir estas palabras, ya había extendido su mano para tomar su muñeca de su otra mano y empujó ligeramente la manga de su vestido hacia arriba. Un gran moretón azul y morado adornaba la piel blanca y pálida de la delgada muñeca. Los ojos de Regan estaban tan fríos como el hielo mientras miraba el moretón. Después de tantos años en el campo de batalla, podía reconocer fácilmente un moretón nuevo de uno viejo. Era un moretón reciente.

Su voz era inexpresiva cuando le preguntó a Evelyn—. ¿Alguien te golpeó en mi ausencia?

Evelyn miró el moretón y dudó mientras pensaba en las consecuencias de decir la verdad. La jefa de criadas podría odiarla por hacer ello. En el fondo, simplemente no quería ser golpeada como un perro otra vez. Regan vio a la chica en silencio y dijo fríamente—. No cambiaría nada que mintieras. Tengo mis propios métodos para descubrir la verdad.

Al escuchar estas palabras, Evelyn sintió que no tenía sentido mentir. Sólo podía decirle la verdad. El rostro de Regan se volvió más y más frío conforme escuchaba su relato. Incluso le preguntó cómo la habían golpeado.

—Ataron a esta esclava con una cuerda y la criada golpeó a esta esclava con la vara —Evelyn estaba calmada, pero su corazón latía rápido mientras hablaba. Habría esperado en silencio la hora de la cena si hubiera conocido la regla. Incluso el médico estaba conmocionado al escuchar sobre la crueldad.

Cuando Evelyn terminó, Regan se volteó a mirar al médico y ordenó—. Dale la medicina para aliviar el dolor —y luego abandonó las cámaras. Sus ojos eran agudos y fríos y sus dedos acariciaban la espada colgada en su cintura.

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