—Bueno, ¿vamos a ver si tiene huevos o coño? ¡Apuesto a que tiene coño! —exclamó riendo uno de ellos.
—Jajaja, demonios, ¡tienes razón! Qué tipo más blandengue. Es un hombre pero se viste como una mujer—qué herejía.
Los novatos se reían entre dientes, y Selly–Kyuseli sintió su cara arder de vergüenza. El tipo corpulento bajó aún más la cabeza como si pudiera fusionarse con el suelo.
Risas y burlas llenaron la pequeña oficina, taladrando los oídos de Ainsley. La chica miraba a estos idiotas, desconcertada.
¿Qué están haciendo? ¿Burlándose de alguien tan descaradamente delante de mí? ¿No saben que es de mala educación? ¿Qué se han creído que soy?
Ainsley apretó los dientes. Tiró de la cola de caballo de Elliana sobre su hombro y susurró con una voz severa que no correspondía a un bebé.
—Muéshtwal fufú pa' elloh. Queh queh. (Muestra tu fuego a ellos. Quema quema.) —Ainsley le pidió a Elliana que mostrara su fuego a esta gente como advertencia.
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