Xenia corrió hacia la cámara de Jayra en cuanto oyó que su amiga había despertado. Abriéndose paso hacia el interior, no pudo evitar la ola de alivio que la inundó al ver a Jayra sentada en su cama.
—Mi Reina —Jayra le susurró con una sonrisa.
En ese instante, Xenia se lanzó sobre Jayra, abrazándola mientras sollozaba. —¡Cómo puedes sonreír así! —la regañó.
—¿Y cómo puedes llorar así, Su Gracia? —Jayra se rió débilmente mientras acariciaba suavemente la espalda de su amiga—. Estoy bien gracias a que me encontraste en el momento justo. Te veías tan etérea aterrizando con tus alas desplegadas así.
Xenia chasqueó la lengua. —Ahorra tu energía —ordenó—. Y no hables demasiado. Todavía te estás recuperando.
—Hmm, pero no quiero perder el tiempo —Jayra bufó, aunque parecía débil al hacerlo—. ¡Maldito Rey Demonio! Me dijo que no recordaría nada, pero claramente recuerdo todo lo que sucedió!
Xenia rompió el abrazo mientras miraba atentamente a Jayra.
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