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Vestirse o desvestirse

Madeline intentó alejarse y, si fuera posible, quería correr lejos de él. Sin embargo, con sus manos en su cintura y su rostro junto al de ella, le resultaba difícil alejarse de él —Ahora, ¿qué tal si te vistes? A menos que tengas planes de desvestirte— cuando finalmente soltó su cintura, Madeline pudo sentir que el alma que había escapado de su cuerpo regresaba.

Luego comenzó a tirar de los cordones detrás de su corset, y cada tirón poniendo a prueba su agarre en el poste de la cama.

—¿Cómo sabes vestir a una mujer? —preguntó Madeline, rezando porque sus ojos no estuvieran mirando la parte trasera de su cuerpo. La parte superior estaba cubierta por el corset, pero la mitad inferior estaba cubierta por la enagua, protegiendo su trasero y piernas que estaba hecha de un material delgado.

—No sé. He quitado bastantes vestidos, así que supongo que es lo contrario —omitó el detalle de que no siempre se retiraba en el orden que se llevaba puesto, después de todo, ¿quién tenía tiempo para quitar cada pieza de ropa que llevaban las mujeres? —Si nos equivocamos, podemos empezar desde cero para ver qué funciona.

Madeline giró su cabeza hacia un lado, sus ojos clavados en la pintura en la pared —Pensé que tu tiempo era escaso.

—Mi tiempo es escaso solo para cosas que son inútiles y no me sirven. Pero tú, querida mía, tienes todo mi tiempo —Madeline pensó que esto no era una bendición sino una maldición que le había caído encima. Se llenó de vergüenza de que un hombre la estuviera vistiendo a solas en una habitación —Tu corset está listo —dijo, recogiendo la falda y extendiéndola frente a ella.

—¿Por qué haces esto? —ella le preguntó —Soy una chica simple que quiere una vida simple.

—Parece que tienes una memoria muy olvidadiza, Madeline. Te quiero.

—¡No puedes tenerme! —susurró ella, con las manos apretadas a sus costados.

Calhoun sonrió ante su terquedad —Aún no has abierto tu corazón ante mí.

Madeline se había girado para mirarlo ahora —¿Qué te hace pensar que una chica que ha sido forzada en contra de sus deseos abrirá su corazón? Especialmente cuando el corazón pertenece a algu-

—Shh —Calhoun dio un paso adelante para colocar su dedo sobre sus labios —Eres tan valiente. ¿Qué te dije acerca de tener cuidado con lo que dices? Si estuvieras sola en el salón de baile sin bailar con pareja, entonces creo que tu corazón todavía está aquí —bajó la vista hacia sus labios temblorosos que estaban entreabiertos y no pudo evitar deslizar su dedo para sentir la suavidad —No me tientes con tus palabras o te llevaré a la cama. ¿Es eso lo que quieres? —la desafió, y Madeline no pudo articular palabra.

—Levanta los brazos mientras todavía tengo paciencia —ofreció una sonrisa como si no la hubiese intimidado con sus palabras —Buena chica —dijo cuando ella lo hizo, y Madeline lo miró fijamente a sus ojos rojos mientras contenía su lengua.

Como él había dicho, la vistió, y ella se ató el cabello por sí misma para que él no encontrara más oportunidades para tocarla.

Calhoun comenzó a caminar hacia la puerta, y luego se giró sobre su hombro para mirar a Madeline,

—Tengo que reunirme con algunas personas, pero pueden esperar. Vamos a dar un paseo por el castillo —levantó la mano y, al ver que Madeline no se movía de donde estaba, Calhoun caminó lentamente hacia ella, cogiendo su mano—. Qué chica tan tímida eres —y la arrastró fuera de la habitación.

El hombre sirviente que se había unido a las criadas para mirar al Rey y a la chica los siguió rápidamente para hablar con Calhoun,

—Milord .

Madeline notó cómo el sirviente solo habló una palabra y no se atrevió a decir otra hasta que Calhoun le prestó atención al humilde sirviente,

—Tu tía Dama Rosamunda está aquí con su hija Sofía y su hijo Marcos .

—¿Y qué has hecho con ellos? ¿Los has lanzado a los tiburones o al interior de la guarida de los lobos? —preguntó Calhoun, finalmente soltando la mano de Madeline para abrocharse los gemelos de su manga.

El sirviente miró a Calhoun nerviosamente,

—No, milord .

—Entonces, ¿por qué pareces como si lo hubieras hecho? ¿Qué pasa? Habla —exigió Calhoun.

—Ellos, ah, están en el comedor y se unirán a usted para el desayuno .

—Por supuesto, sería de mala educación tenerlos sentados en el carruaje sin invitarlos —rió Calhoun y Madeline no entendió cuál era la broma, pero por la cara del sirviente, podía decir que no era buena ya que estaba preocupado—. Hazles saber que voy en camino —y el sirviente rápidamente se alejó de ellos para adelantarse.

Calhoun no le dijo nada a ella y Madeline lo siguió, mirándolo de reojo para verlo tranquilo y compuesto. Sus ojos miraban fijamente hacia adelante, inalterables, y sus zapatos pulidos clickeaban contra el suelo para que uno supiera quién caminaba. Y aunque sus ojos estaban tranquilos, sus labios contaban una historia completamente diferente. Había una sonrisa maliciosa en sus labios, sus colmillos apareciendo a la vista.

Desayunar con él ya era bastante, y ahora Madeline tendría que comer no solo en su presencia sino también con sus parientes, y por la manera en que él sonreía para sí mismo, no esperaba nada bueno de todo ello.

Con el vestido que Calhoun le había hecho poner, Madeline no parecía venir de una familia pobre donde su familia estaba luchando. En este momento, parecía la hija de un hombre notable con la ropa y las joyas que cubrían su cuello y manos. Continuaron caminando hasta llegar a las puertas del comedor, que se abrieron para que el Rey entrara y Madeline lo siguió, para notar tres personas que ya estaban sentadas en la mesa.

Madeline echó un vistazo rápido a Calhoun para notar la sonrisa en sus labios que se había ensanchado aún más.

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