El rostro de Martín se contorsionó con disgusto, su voz cargada de incredulidad.
—Tú... Tú eres un... —Rosalind interrumpió, su voz resuelta—. Poseo el poder de sanar a las personas —Sin esperar la reacción de Martín, ella desató un velo de niebla oscura, utilizándola para sanar a los necesitados. Para sorpresa de Martín y Dorothy, nadie cuestionó la misteriosa niebla ni impidió el intento de Rosalind de ayudar a los demás mientras comenzaba a atender a los caballeros heridos.
Presenciando este acto notable, tanto Martín como Dorothy se unieron, extendiendo su ayuda a todos en las cercanías. No pasó mucho tiempo antes de que incluso los gravemente heridos recibieran la atención que desesperadamente requerían. Al percibir una oportunidad, Rosalind dirigió su atención a aquellos con meras raspaduras y lesiones menores.
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