—Te amo, Dray —susurró antes de dejar un suave beso en su frente.
Tras secarse las lágrimas, Esther llamó a Lady Saira al interior. Su antigua dama de compañía ya tenía una expresión afligida en su rostro, pues sabía por qué la Reina la había llamado.
—Ya sabes lo que voy a decir —le dijo Esther con una suave sonrisa.
Con los ojos húmedos, Lady Saira asintió. —S-Sí, Su Majestad.
—Confío en que lo cuidarás como si fuera tu propio hijo —dijo Esther.
Las lágrimas rodaron por sus ojos mientras Lady Saira asentía. Al final, tuvo que mantener la cabeza baja ya que no podía evitar llorar. —Lo prometo, Su Majestad...
Esther simplemente le ofreció una triste sonrisa antes de desaparecer de la cámara de su hijo. Solo entonces Lady Saira se permitió llorar a pleno. Esther había sido una maestra y una amiga para ella, y a pesar de su estatus, Esther la había tratado como a una hermana, hasta el punto de revelarle el secreto de su identidad y pedirle que cuidara a su único hijo.
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