—¿Cómo podía permitirle vagar libremente después de que su hijo hubiera fallado en eliminarla? Sombra servía como un recordatorio vivo y respirable del fracaso de su hijo—su propio fracaso. No había manera de que él la dejara continuar con vida. Sin embargo, cuando Yang Hanying descubrió que había enviado a sus hombres a perseguirla, una rabia abrumadora lo consumió. Al final, su hijo emitió un ultimátum escalofriante, amenazando con renunciar a su posición como sucesor si Yang Sheng volvía a ponerle una mano encima a Sombra. Inicialmente, lo descartó como un simple berrinche, pero Yang Sheng pronto se dio cuenta de que no era una amenaza vacía. Sin desanimarse, Yang Hanying se marchó, estableciendo de manera independiente un negocio exitoso de armas de fuego. A medida que prosperaba, un sentido genuino de amenaza se apoderó de Yang Sheng, llevándolo a ceder a las condiciones de su hijo.
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