Pan Rou suspiró aliviada, sintiendo que un peso se le levantaba de los hombros mientras el peligro pasaba.
Miao Chong aún estaba incrédula cuando preguntó:
—¿El... fantasma… dejarán de... atormentarnos? —dijo Miao Chong.
Qi Zhong y Pan Rou también miraron a Yu Holea con esperanza en sus ojos.
Yu Holea colocó un dedo en sus labios pidiéndoles que se callaran.
De repente oyeron un murmullo suave:
—P*rra. ¡Deberían estar malditas! ¡Malditas! ¡P*rras! ¡Morirán! ¡Se lo merecen!
Miao Chong, Pan Rou y Qi Zhong temblaron de miedo.
Yu Holea miró en dirección de Miao Chong y Miao Chong se tensó.
Pensó que quizás ella estaba poseída sin siquiera saberlo.
Con voz temblorosa, preguntó:
—Maestra Yu... yo... —dijo Miao Chong.
Yu Holea preguntó suavemente:
—¿Confías en mí? —dijo Yu Holea.
Miao Chong asintió al instante. Aunque se sentía mareada confiaba en Yu Holea.
Después de todo, la vez anterior cuando pensó que tal vez moriría, fue Yu Holea quien la salvó.
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