La avería

—Aunque Shao Hui no podía ver nada, Mo Yan notó el resentimiento brillando en los ojos de Xie Jie —aunque ella no sabía qué lo había desencadenado, Mo Yan estaba naturalmente feliz de que Xie Jie estuviera dispuesto a mostrar sus emociones, después del tormento por el que pasó, temía que él siempre se mantuviera en su caparazón como una tortuga blanda.

—Ocultándose siempre que alguien se le acercaba.

—Ella se volvió para mirar a Wen Gui y luego dijo con una voz alegre —creo que pronto estaremos cargando a nuestros nietos. Aunque Mo Xifeng no parecía tener muchas ganas de establecerse con alguien, mientras sus yernos estuvieran dispuestos, no pasaría mucho tiempo antes de que se convirtiera en abuela.

—Simplemente imaginar un montón de niños gordos, regordetes y de piel como el jade correteando por su casa mientras la llaman dulcemente abuela era suficiente para hacer sonreír a Mo Yan sin restricciones.