Anastasia sintió como sus cálidos dedos se deslizaban de su mejilla mientras ella lo miraba con una expresión atónita.
Finalmente cayó en la cuenta de que él se había disculpado por el beso que le había robado, su rostro se inundó de vergüenza y rápidamente ocultó sus labios tras su mano. Vio cómo él la miraba, su expresión tranquila mientras sus ojos de medianoche brillaban con una nueva intensidad.
Su corazón comenzó a latir fuera de control, sin esperar que las cosas cambiaran así. Sacudió la cabeza y susurró,
—No.
Quería irse a casa; deseaba estar en casa. Sabía que este enredo no era lo que deseaba.
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