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Capitulo 27: Sacrificio 2

Notal del autor:

Como dije antes, publicaría un capitulo nuevo en dos días, err, bueno, técnicamente lo ibere 3 días después pero ese no es el punto. Espero disfruten del capitulo, estoy cocinando este arco con paciencia para que sea disfrutable...espero, pero al caso es que, HOY alguien regreso después del buen relleno que hice en el capitulo 12. Espero que su breve pero corta presentación les haya gustado.

Gracias a:

@DaoistAvCk4U 

@Daoist1zHlI3 

@Zerrf 

@Claudia_Rodriguez_9408 

Gracias a todos por su apoyo y sus piedras de poder. Si es posible dejen comentarios, realmente aprecio que dejen comentarios.

-Lidenskap

X X

Santuario del Sol, Ciudad de Kioto, 20 de Junio de 2005, 5:52 PM

—¿Qué has dicho?— Una voz seductora y melodiosa pero tan fría que causa escalofríos a quien lo escuche resonó en una habitación japonesa.

Dentro de un hermoso santuario carmesí donde el sol comienza a ponerse y bañado el palacio en un suave resplandor, se encontraba una belleza japonesa de cabello rubio con cola de caballo suelta hasta su cintura, cejas cortas y redondas que indica su posición noble, su traje tradicional de sacerdotisa acentuando cada curva y belleza sobrenatural pero lo más destacado de dicha mujer eran sus características de zorro.

Pero a pesar de la belleza de la mujer zorro, su expresión no era para nada agradable mientras le volvía a preguntar a su segundo al mando, un viejo de tamaño pequeño que apenas alcanza los 1.50, vestido con yukata, su cabeza calva y barba desaliñada, "miraba" con pena a la mujer frente a él, aunque sus ojos estaban cerrados.

—Lo lamento mucho Yasaka-sama, no se como la princesa Kunou logró evadir a los guardias que la custodiaban.— Dijo apenado el anciano frente a la furia tranquila de su líder y gobernante.

—...Raiji, envía un escuadrón de Tengus a buscarla por aire, yo buscaré por tierra.— Declaró fríamente Yasaka frente al anciano Raiji.

Ella salió tranquilamente de la habitación del hermoso santuario carmesí cerca del centro de Kioto, sus delicadas manos abrieron el Shoji(Puerta deslizante) y antes de irse Yasaka le dedicó sobre sus hombros una sonrisa.

—Espero resultados antes de la medianoche, general Raiji~ — Melodiosa y mortal, su sonrisa provocó un gran pavor pero los ojos de Yasaka se entrecerraron cuando declaró su condición, la amenaza implícita en sus palabras eran claras para el general Reiji, su vida dependía de si encontraba o no a la hija de Yasaka.

Aun cuando su vida corría peligro, Raiji no retrocedio ni vacilo.

—No le fallare otra vez Yasaka-sama.— Se inclinó el anciano en forma de respeto al Kyubi.

Yasaka al verlo tan dedicado no dijo más y cerró el shoji, sus pies descalzos que tocaban el tatami del palacio resonaron por unos momentos hasta que se escuchó el sonido de la madera crujir y el viento rugir.

Raiji estuvo en esa posición durante unos minutos, asegurándose de que su líder realmente se había retirado del palacio.

Cuando estuvo completamente seguro, dejó de inclinarse y miró hacia un lado de la habitación, en dicha habitación donde él y su líder hablaron tenían paredes de papel que poco o nada podían impedir que la gente al otro lado escuchara, las paredes eran técnicamente casi transparentes y no ofrecían verdadera privacidad.

Motivo por el cual apenas volteo la mirada la habitación anteriormente sin iluminación pero que aún se podía ver claramente por el atardecer del sol, se oscureció repentinamente.

La noche llegó al Palacio del Sol.

Algo inaudito para todos los habitantes del lugar pero sobre todo para Yasaka quien tenía una conexión profunda con Amaterasu la diosa del Sol. Pero lamentablemente nadie excepto Raiji podía hacer algo para impedir tal suceso.

En la habitación oscurecida por la noche repentina en el palacio, se prendieron 7 velas al otro lado de las paredes de papel en donde la iluminación produce sombras humanoide. La silueta que se podía apreciar a través de las sombras parecía aparentar el de tres humanos normales.

Siendo que de las tres siluetas, dos eran femeninas con rasgos animales, revelando su naturaleza como Yokais, el tercero restante parecía ser un hombre joven.

De las dos sombras una estaba abanicando a la sombra masculina mientras la restante solo parecía ser usada como porta cenicero, la sombra masculina, alguien joven que parecía llevar un yukata por los detalles poco claros de las sombra, sentado perezosamente mientras fumaba en una pipa tradicional japonesa, el humo que salía de la pipa se podía apreciar claramente desde la habitación donde se encontraba Raiji.

—Oh? Pensar que alguien de tu estirpe se sometería a un mero zorro, realmente no tienes verguenza, "Perro de la noche, Raijin"?— Una voz majestuosa, arrogante y llena de confianza resonó en toda la habitación donde estaba Raiji, su tono profundo y autoritario provocaba escalofríos a las dos sombras femeninas. Sus palabras burlonas provocaron que el anciano apretara fuertemente sus puños en ira por el tono despectivo y burlón pero su expresión del anciano no revelaba nada.

—Mnn~ no dirás nada perro? Que aburrido, entonces usare a los residentes de esta burla de santuario como sacrificio.— La sombra masculina declaró altaneramente, aburrido por la falta de reacción por parte de Raiji, pero este último al oír sus palabras bramó furioso.

—¡Cumple tu parte del trato DEMONIO! Saque a Yasaka-sama del santuario como me lo pediste, ahora deja en paz a mis hermanos y hermanas, libera a mis hijas!— El anciano que hasta el momento mantenia los ojos cerrados, abrio sus ojos al mundo oscuro, revelenado una esclerotica oscura con iris amarillos salvajes. Su ira en estos momentos eran inconmensurables, la culpa que sentía en su interior lo ahogaba por tal acto vil que se vio forzado a hacer, engañar y manipular a su gobernante y a la princesa Kunou.

Raiji no podía olvidar la expresión que puso la princesa Kunou cuando insinuaba el cansancio e irritación que sentía su madre cuando ella pedía algo de tiempo para jugar con ella. Le dolía ver su expresión abatida y triste, algo que no deberían tener los niños de su edad, pero debido al demonio frente a Raiji, él no podía hacer nada más que obedecerlo. Su abrumador poder y vil acto de tomar como rehenes a todos los habitantes del santuario, no le dejan más opción que obedecerlo.

—Vaya, vaya, esa es la expresión que buscaba de ti perro~. Vamos, mantén esa expresión un poco más y probablemente deje ir a estos chuchos.— Dijo la sombra masculina mientras soltaba un anillo de humo de su boca que tocó el papel que los separaba, pero sorpresivamente el papel comenzó a quemarse hasta formar un círculo modesto en donde se podía apreciar algo de la sombra masculina.

Un ojo humano de color marron con lo que parecía ser maquillaje negro que parecía delinear sus ojos, pareciendo mirar divertido al general Raiji mientras flequillos de cabello castaños caían que cubrieron parcialmente sus cejas, una parte de su yukata se vislumbro revelando el intenso color escarlata.

Raiji apretó los dientes, impotente. Aunque él le dijo hace un momento, demonio, la verdad era que esa cosa era peor que ellos, su presencia era simplemente asquerosa, abominable y llena de locura. Pera pesar de todo, lo que más le provocaba escalofríos y desconcierto a él y las dos muchachas Yokais al lado de esa cosa, era la divinidad que desprendía, una divinidad muy poderosa como la de un Dios de alto nivel, una divinidad que no se sentía originaria de este mundo, era tan claro para él como para todos.

—Mmn~ bien, mantuviste esa expresión. Ve, se libre de todo pesar.— Un gesto de su mano incito a las dos sombras femeninas dejar abruptamente lo que estaban haciendo y entrarán a la habitación donde se encontraba Raiji, abriendo y cerrando cuidadosamente el shoji. 

Frente al general Raiji se encontraban dos hermanas Bakeneko casi idénticas de cabellos oscuros, sus ojos se humedecieron al ver al general, llenas de gratitud que conmovieron al anciano.

—Gracias, padre, gracias Hyōdō-sama.— Dijeron al unísono ambas hermanas tanto a Raijin como a la figura detrás de las paredes.

Solo que para un momento después ambas hermanas sacarán cuchillos de sus mangas y se cortaran la garganta frente a un atónito Raiji.

La sangre se desparramó, una fuente sangrienta proveniente del cuello de ambas hermanas, manchando a su padre como a las paredes circundantes antes de colapsar al suelo con ruido sordo.

El anciano se quedó aturdido por un momento, su rostro incrédulo manchado por la sangre de sus hijas, incapaz de procesar este acontecimientos mientras las ligeras risas de la sombra resonaban en la habitación, los ojos marrones que se podían ver a través del pequeño hoyo en la pared de papel, en ellos mostraba satisfacción y deleite ante el espectáculo.

—¿Q-Qué? T-Tu ¡¿QUE LES HICISTE BASTARDO?!.— Exclamó el anciano, su voz temblaba por la conmoción y la rabia por la pérdida.

—¿Yo? Nada, perro~. Lo que viste fueron acciones hechas por su propia voluntad…para divertirme, por supuesto~.— Dijo divertido, su tono profundo carecía de empatía por el anciano en cambio parecía satisfecho por el espectáculo que montaron las hermanas Bakeneko, la sangre en toda la habitación parecía complacerlo pero sobre todo su "sacrificio".

El anciano, Raiji había tenido suficiente, magia y poder sobrenatural comenzó a filtrarse, la pequeña figura encorvada del anciano comenzó a expandirse en grandes muscullos preparados para arremeter contra la silueta, harto de sus juegos Reiji cargo en busca de masacrar al claro responsable de las muertes de sus hijas.

Pero fue interrumpido.

Un aplauso de la sombra al otro lado de la habitación inmovilizo al anciano lleno de músculos.

—Bien, basta de juegos, como dicen los humanos: "El tiempo apremia". Y por supuesto, no dudo de que el zorro y ese lagarto amante de las galletas vengan a por mi.— Aunque sus palabras indican urgencia, su tono claramente era despectivo y arrogante.

Incapaz de moverse el anciano general solo pudo llorar en silencio por su impotencia mientras observaba como la sombra se levantaba de su posición perezosa y se levantaba para tirar a un lado la pipa. 

Cuando el sonido de la pipa chocando con el tatami resonó, el palacio comenzó a temblar incontrolablemente.

En las afueras del santuario y en el mismo, comenzaron a emerger grandes pilares del suelo, su tamaño era tal que comenzaban a rebasar los cielos, con el sol se oculto para dar paso a la noche un sentimiento ominoso inundó el lugar con las estructuras que emergieron repentinamente alrededor del Santuario Del Sol.

Reiji que presenció el surgimiento de estas columnas lo dejaron desconcertado pero lo que la sombra dijo y provocó con sus palabras lo dejaron horrorizado.

Palacio Sangriento.

Las columnas que al parecer estaban hechas de piedras comenzaron a caer, las piedras cayeron como si fueran un cascarón para revelar su interior y de lo que realmente estaban hechas.

Rostros.

Manos.

Brazos.

Piernas.

Ojos.

Bocas.

Carne.

Huesos.

Todos tipo de cosas que componen a una persona estaban amontonados y esculpidos en columnas. Pero eso no fue lo inquietante, la verdadera razón de dejar una expresión de horror absoluto en Raiji era que esas partes humanas de civiles y también de Yokais, estaban vivas.

Ellos respiraban, gemían y aullaban de dolor, uno de esos ojos lo miraron y una boca al otro extremo dijo una cosa que lo congeló.

Ayuda.—

Y como un detonante, los miles de ojos de las columnas alrededor de todo el santuario comenzaron a hablar, algunos con incoherencia y otros clamaban por ayuda. 

Desde la punta de lo alto de las columnas comenzó a emitir una neblina que rápidamente comenzaba a aislar todo el terreno, incluyendo la montaña donde se encontraba, en una cúpula.

A lo lejos de todo lo sucedido, una mujer rubia que se encontraba saltando de edificio en edificio en la ciudad de Kioto se congeló repentinamente, ella sintió como si se le privara de una parte de sí misma, como de esa parte faltante comenzaba a extraerse algo, e inmediatamente miró en dirección donde sentía esa parte faltante, solo que el lugar donde provenía ese sentimiento era de su santuario, su santuario desaparecido.

—Yo…ya no veo el Santuario del Sol.— Yasaka quedó pasmada, una parte de su territorio desapareció así sin más apenas ella se fue. Ella rechinó los dientes y comenzó a plantearse si el acontecimiento de su hija desaparecida fue planeado o no.

—Mierda.— Ello miró vacilante el lugar donde debería estar su santuario, por un momento dudo si ir a investigar la causa o seguir buscando a su hija desaparecida. —Kunou, espero que estes bien. Perdona a mamá.— Con los pasos temblorosos ella comenzó a volver sobre sus pasos, en dirección a la montaña donde se encuentra el Santuario del Sol, con la esperanza de que su hija no se esté en peligro.

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