—¿Muriendo?
Miré a Azar, quien parecía querer arrancar la cabeza de Iván. Iván se giró para mirarme con una mirada interrogativa en su mirada. Tragué saliva y negué con la cabeza. Intenté hablar, pero él agarró mi muñeca y tiró de mis mangas hacia arriba para que mis muñecas quedaran expuestas ante él. Las pequeñas manchas negras en mis brazos estaban empezando a extenderse, realmente parecía que mis manos estaban decayendo.
—¿Te duele? —me preguntó Iván.
Asentí con la cabeza, incapaz de seguir mintiéndole. —Sí, he estado sufriendo dolor durante bastante tiempo. Supongo que verlos lo desencadenó. —dije, mirando a Azar y Ravenna.
Iván se giró para mirar a nuestros indeseables invitados. —Creo que ustedes dos deberían irse ahora.
—¡No me voy hasta saber qué le hiciste! —dijo Azar con una mirada dura en su mirada.
Dejé escapar un suspiro cansado. —Por favor, váyanse, no puedo lidiar con esto ahora mismo.
—¿Qué es eso en tus muñecas? —Azar preguntó ignorando mi solicitud.
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