Lian y los demás se encontraban , debatiendo sobre su siguiente paso. La intensidad del debate reflejaba el peso de la incertidumbre y el peligro que podía aguardar en el interior del antiguo lugar.
Las opiniones divergían: algunos estaban ansiosos por adentrarse en el templo y desvelar los secretos ocultos, mientras que otros temían lo desconocido y abogaban por ser cautelosos, estudiando más a fondo antes de dar el siguiente paso.
Rebecca aportó su perspectiva artística, argumentando que entrar al templo sería una oportunidad única para capturar la belleza y la atmósfera en sus dibujos. Samuel, por otro lado, argumentó que, aunque la curiosidad les empujaba hacia adelante, debían ser conscientes de los riesgos potenciales y tomar decisiones cautelosas.
Después de una intensa discusión y de evaluar los pros y los contras, decidieron que era imperativo avanzar en su investigación. Lian propuso que ingresaran al templo, pero con precaución y siguiendo un plan estratégico para minimizar los riesgos.
Con decisión y resolución, el grupo se adentró en la primera habitación del templo. La penumbra y el silencio que reinaban generaban una atmósfera cargada de misterio y suspenso. Antiguos símbolos tallados en las paredes adyacentes atraían su atención, revelando una rica historia que deseaban descifrar.
Al ingresar a la habitación, las antorchas que llevaban iluminaron el lugar, revelando una arquitectura sorprendente y una estatua central cubierta de polvo y evidencias del paso del tiempo. Eran los primeros testigos de un misterio que esperaban revelar paso a paso.