—Esa es una criatura fea —Lou arrugó la nariz cuando vio al lagarto—. El color del lagarto era ahora un rojo intenso. Parecía como si esta criatura hubiera sido asada hasta que se cocinó, pero aún podía moverse. Eso era repugnante en los ojos del mercader.
Lou acababa de llegar al tercer piso, estaba jadeando porque tuvo que correr tras la bestia negra. Si pudiera transformarse, lo habría hecho. Realmente no era bueno en actividades físicas.
—¿Qué vas a hacer con eso? —Lou preguntó curiosamente. Metió la cabeza porque Caña obstruía su vista de Iris y la miró, mientras ella abrazaba al lagarto en sus brazos y lo acunaba como a un bebé. Lou puso cara. Ni siquiera quería tocar a esa criatura, ¿cómo podía Iris abrazarla como si no fuera nada?
Iris no le respondió, pero luego cuando Caña hizo la misma pregunta, su compañera efectivamente lo explicó en detalle sobre lo que iba a hacer a continuación.
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