Al sentirse observada de esta manera y sabiendo cómo había interrumpido su discusión, Iris quería disculparse y volver atrás. La puerta estaba detrás de ella y todo lo que necesitaba era voltearse y luego salir.
Pero entonces, perdería su oportunidad de hablar con Caña...
—Ehm... ¿Podrían dejarnos solos un rato? —preguntó Iris tímidamente, intentando mostrarse firme, pero fracasó en ese aspecto—. P- por favor... Estaba muy nerviosa.
Se sintió aún más deprimida cuando esos tres guerreros se volvieron hacia su alfa, esperando que él dijera algo sobre la orden de su luna.
Iris asumió que Caña le pediría que se fuera. Sería vergonzoso, pero podría entender si Caña lo hiciera.
Sin embargo, el alfa no pondría a su luna en esa posición. No la avergonzaría intencionalmente.
—Oíste la orden de la luna —dijo Caña después de una larga pausa, mientras miraba a Iris con expresión de derrota, pensando en rechazarla.
Sólo entonces, Iris pudo suspirar aliviada. Se relajó visiblemente un poco.
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