Tendido en una improvisada balsa que era arrastrada a través de una niebla ilimitada por una corriente poderosa, Sunny de repente estalló en risa.
—Ah. Ah, ahora veo... —dijo Sunny.
Pecado del Consuelo lo miró con curiosidad.
—¿Qué es lo que ves, si no te molesta que te pregunte? —preguntó Pecado del Consuelo.
Sunny permaneció en silencio por un rato.
—No, es solo que... de repente recordé una vieja conversación —respondió finalmente.
Hace años, en la catedral en ruinas de la Ciudad Oscura, Effie —que en aquel entonces era casi una desconocida— le había dicho a Sunny algo extraño.
Le había dicho que el Reino de los Sueños no era el infierno, como todos creían, sino más bien un paraíso... un paraíso oscuro y cruel, pero un paraíso al fin. El tipo de paraíso que todos merecían.
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