—El palacio de Salaark es el lugar más hermoso que he visto, pero no puedo soportar la idea de vivir aquí. Lutia es el lugar donde nací, donde conocí a tu madre y donde espero que en un futuro muy lejano muera rodeado del amor de mis nietos.— dijo Raaz.
—No te preocupes, papá.— Lith le devolvió el abrazo. —Rena te dio cuatro nietos y estoy seguro de que con un poco de esfuerzo, Tista puede darte igual cantidad.—
—No te pongas inteligente conmigo, hijo, o la próxima vez que tu madre te eche un sermón, me pondré de su lado en lugar del tuyo.— Raaz dijo con un tono amable mientras le daba palmaditas en la espalda a Lith.
—No te atreverías.— Lith lo miró a los ojos mientras tragaba un nudo de saliva.
—Bienvenida de vuelta, Solus. Todos te extrañamos mucho.— Raaz eludió la pregunta, enviando un escalofrío frío por la espalda de su hijo.
—Gracias, papá. También los extrañé.— A ella le hubiera gustado salir del anillo de piedra y saludarlo adecuadamente, pero no pudo.
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