—¡Soy una Bestia Divina! —Syrook rugió indignado por esa flagrante falta de respeto, convirtiendo las ráfagas que lo rodeaban en una tormenta de viento. —¡Soy el descendiente de uno de los seis dioses de la magia, no un patético animal que se arrastra en el barro!
—Hermano, decir tonterías como parte de tu acto está bien, pero cuando empiezas a creerlo, entonces necesitas ayuda. —Lith usó las corrientes de aire que golpeaban su cara para arreglar su cabello despeinado.
—¿Conocías a Xedros? Veo un sorprendente parecido entre ustedes dos.
—¿Cómo te atreves a compararme con un sucio lagarto? —Aún no habían lanzado un solo golpe y el ego del Dragón Negro ya había recibido un golpe enorme.
Por alguna razón, el humano Rompedor de Hechizos no se vio afectado por su aura de terror y pareció tratar todo el asunto como una broma.
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