—¡Perdóname, gran Sacerdotisa! —al ver que la gran sacerdotisa no hacía nada más, el Hermano Mayor Feng sonrió.
Sin embargo, en ese momento, las palabras de su abuelo resonaron en su cabeza. Deliberó un rato sobre si revelarlas o no. Después de mucho pensar, frunció los labios.
—Lo siento, abuelo, no puedo obedecerte esta vez —pensó.
Si pudiera hacer lo que Calabacín quiere, no solo el mundo se inclinaría ante él, sino también su abuelo, entonces ¿cuál es la esencia de obedecer a su abuelo? En cambio, debería salir y buscar a la pareja de Brian.
Pero antes de eso, preguntó:
—Gran Sacerdotisa, ¿cómo encuentro a su pareja?
La sacerdotisa cerró los ojos y convocó a Calabacín de nuevo por un rato antes de responder en forma de posesión:
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