Nayara se despierta asustada cuando oye que alguien llama a la puerta. Mira la hora y se da cuenta de que ya son las nueve de la mañana. Por un momento piensa en renunciar a la idea del divorcio, pero ¿y si él está realmente enamorado de esa chica? No quiere que se quede con ella por lástima, sino por amor, y él también merece ser feliz.
Entonces se da cuenta de que hay una nota junto a su cama. La lee rápidamente, se levanta de la cama de un salto y abre la puerta.
-Hola Nathaniel. Aún tengo que arreglarme, acabo de despertarme.
Él la mira y dice:
-Eso está bien. Te daré diez minutos para que te prepares -él la mira intentando no pensar en los momentos que ha pasado a su lado, pero se da cuenta de que si sigue pensando así, puede acabar no siendo capaz de controlar sus sentimientos. Así que respira hondo, entra, cierra la puerta y dice:
-Salí de tu habitación al amanecer, te vi durmiendo en el suelo y te metí en la cama.
Ella le mira sorprendida y dice
-Oh, gracias. Voy a ducharme y vuelvo enseguida-Pero por un momento piensa en preguntarle si le dijo algo al oído antes de irse, pero por miedo a la vergüenza, prefiere guardar silencio.
Busca en su vestidor un vestido blanco con unas sandalias rojas y se dirige al cuarto de baño para darse una ducha.
Diez minutos más tarde, sale del baño preparada y coge su riñonera roja, mete el móvil dentro y dice:
-Estoy lista. ¿Vamos?
Él la mira de arriba abajo y dice:
-Wow, te ves hermosa- Rápidamente sus pensamientos van a lo que ella hará después de que se divorcien y su semblante incluso cambia, pero sabe que no puede mostrar sentimientos en este momento ya que ambos decidieron que era lo mejor.
-Hum, gracias. ¿Ahora nos vamos?
-Sí. -Vámonos.
Nayara coge la llave y salen de la posada y se dirigen a la notaría.
Cuando llegan, se encuentran con una larga cola y tardan más de una hora en ser atendidos. Son bien recibidos y, tras algunas preguntas, los dos firman el documento de divorcio. Los rostros de Natanael y Nayara están tristes, pues no podían imaginar que esto pudiera pasarles a ellos, pero ambos lo disimulan con una sonrisa en los labios, que puede llegar a engañar a los demás, pero no a ellos mismos.
Poco después salen del registro civil y Nathanael dice:
-Te deseo lo mejor -y la abraza con fuerza- ¿Puedo preguntarte algo?
Ella se queda pensativa, pero dice, imaginando que ya sabe lo que le va a preguntar.
-Puedes.
Él se acerca a ella y dice:
-¿Puedo darte un último beso?
-Sí, claro. Quiero decir... ¿Puedes...? -se aturde un poco al hablar y acaba riéndose.
Él se acerca a ella, le coge la cara y la besa. Ella no siente nada por el beso, pero él la besa como si aún sintiera algo por ella, pero que quiere que sea feliz. Ella le rodea el cuello con los brazos, disfrutando de cada segundo de ese momento, aunque no sintiera nada en absoluto.
Nathaniel intenta profundizar el beso, pero ella se aparta y dice:
-dice Nayara, alejándose un poco de él, pero queriendo en ese momento abandonar toda la idea y abrazarlo, pero no lo hace.
Natanael la observa y dice:
Dejo el trabajo. He decidido volver al pueblo. Te he dejado algo de dinero en el banco para que compres tus cosas. Te agradezco los momentos que hemos pasado juntos, porque han sido muy buenos para mí.
-¡Oh, sí! Gracias", dice cogiendo un mechón de su pelo y haciéndolo girar entre sus dedos:
-Con el dinero del trabajo voy a alquilar una casa aquí mismo. Que seas muy feliz, te lo mereces. Hasta la vista.
-Adiós. -Le coge la mano y le da un suave beso. La mira a los ojos, con la esperanza de que abandone esa idea de separarse.
Sube a su moto y se marcha, dejando a Nayara sola ante el notario. En ese momento ella siente dos tipos de sentimientos: alegría por haber seguido a su corazón y tristeza por haber renunciado al hombre que siempre la ha querido desde que era una niña. Y de nuevo piensa en ir tras él, decirle que se ha equivocado todo este tiempo y retomar su relación, pero su corazón en ese momento le dice que debe buscar a Manoel y juntos intentar algo más y eso es lo que hace, aunque siente que esto no durará mucho.
***
Después de caminar unos minutos, decide ir a la plaza a comprar un bocadillo, pues no tuvo tiempo de comer durante la mañana. Después de comer, Nayara mira la hora en su móvil y se da cuenta de que son las doce y cincuenta. Así que se da prisa para llegar antes al colegio. Cuando Nayara llega al colegio, ve a Manoel en la sala de profesores.
Al verla, le brillan los ojos y dice:
-Wow, te ves hermosa como siempre.
Nayara siente que se le calienta la cara y dice:
-Gracias Manoel. Por fin he conseguido resolver el problema.
Manoel se acerca a Nayara y le dice:
-¿Quieres decirme qué pasó?
-Sí. Me separé de Nathaniel esta mañana. Fui al notario y firmé los papeles del divorcio.
Manoel se vuelve pensativo y dice
-¿Estás triste porque te has separado de él?
-En realidad no, porque me di cuenta de que dejé de quererle.
-¿Y cuándo te diste cuenta?
-Después de que me besaste mi amor por él ha ido disminuyendo y ya no lo amo ni siento nada por él. Lamentablemente a veces nuestro corazón decide jugarnos malas pasadas, haciéndonos creer que sentimos algo que en realidad no es tan fuerte, sólo un cariño que confundimos con otra cosa.
-Lo entiendo. Pero te vas a quedar aquí, ¿no?
-Sí. Pienso alquilar una casa en el campo de Bahía.
-¿Dónde piensa alquilar una casa?
-Estoy pensando en Arataca. He oído que es muy tranquilo allí y eso es lo que necesito en este momento.
-Entiendo. ¿Puedo hacerle una pregunta?
-Sí. Sí.
-Ayer cuando me dijiste por teléfono que me amabas, ¿lo decías en serio?
-Sí. Te quiero, Manoel. Te quiero mucho" De nuevo su mente le advertía que aquello no era cierto, pero su corazón quería decir lo contrario e incluso ella creía a su corazón mentiroso. No es que en realidad le mintiera, pero en el fondo sabía que nunca había dejado de querer a Nathaniel, sino que prefería pensar así para olvidarlo más fácilmente.
Manoel se alegró de oírla decir esto y respondió:
-Nayara, nunca dejé de quererte. Sé que no funcionamos en el pasado y también soy consciente de que te acabas de divorciar, pero quiero que sepas que te quiero mucho. No te voy a obligar a nada, pero sin ti no puedo quedarme, y mucho menos he renunciado a tener nunca nada más serio -le dice con cierto tono de sinceridad, pero no todo lo que le dice es verdad.
Nayara se emociona con lo que dice y lo abraza fuertemente. Él le devuelve el abrazo diciendo
-Respetaré tu tiempo, pero no renunciaré a ti.
-Gracias por entenderme, pero vamos a trabajar...
Sonríe en respuesta, pero con algo en mente:
-Vamos, pero con una condición.
-¿Qué condición?
-Que aceptes venir a mi casa el sábado.
-De acuerdo, acepto la invitación.
-Ok. Ahora podemos ir a trabajar.
Ella se pasa toda la tarde ayudándole con las tareas de los alumnos para la próxima clase. Cuando se dan cuenta, son casi las siete de la noche. Él se ofrece a llevarla a la posada, pero ella dice que mejor no. Nayara llega a la posada, se ducha, se pone una lencería roja y se va a dormir pensando en cómo será su sábado con Manoel.
Nayara sueña que están abrazados en una plaza sonriendo y él le dice: "Te quiero amor" y ella sonríe contestándole: "Yo también te quiero Manoel". Se despierta sonriendo porque sabe que le quiere y lo mejor, es recíproco.