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¿Quién es ella?

Despacio y sin que aquella se percatara aún de mi presencia, paso entre paso di algunos cuantos sin hacer mucho ruido hasta acercarme lo suficiente mientras la seguía observando.

Indudablemente aquella chica era sumamente hermosa mis ojos no podían ser apartados de ella por lo que se dedicaron a contemplarla por algún tiempo desde los pies hasta la cabeza.

Aquella para nada se había percatado de mí, hasta que finalmente girando su cabeza me descubrió en pleno acto eh inmediatamente me increpo — ¿Quién eres y porque me observas de esa manera? — comentó con curiosidad al tiempo que llevaba sus manos hasta aquella bata para encogerla y apartar así su vista.

— Solo un invitado — musité como respuesta ante tal pregunta.

— ¡Invitado!

La vi mirarme con desconfianza como si se encontrase intentando descifrar algunas mentiras presentes en mis palabras hasta que sus ojos se iluminaron al tiempo que levantaba su mano derecha mientras me señalaba e indicó — tú debes ser la persona por la cual se ha montado tanto alboroto aquí.

— ¡Ummm! No sé si sea la misma persona, pero dime algo el apellido de aquel sería Richmond para saber si de casualidad sería tal responsable.

— Supongo que lo es, la verdad no le preste mucha atención cuando lo escuche decir entre los empleados y el dueño al hablar de aquel — de sus labios se escapó una sonrisa, sin dudas algo curioso había pasado por su mente, probablemente algo que sin dudas y valga la redundancia por alguna razón suponía que guardaba relación conmigo.

Aquella me observo fijamente y tras algunos segundos continúo diciendo — entonces ¿Qué te trae a Flor del Este?

— No mucho, solo algunos asuntos que pienso resolver ¿Por qué lo preguntas? Te supone curiosidad alguna.

—No, simplemente quería sacar algún tema de conversación digo para no parecer tan extraños.

Aquella murmuro tal respuesta y apartando su mirada de la mía guio su rostro hacia el lado contrario donde terminó elevando su vista al cielo.

No sé si era la delicadeza de su tono de voz, su hermosura o valla las simples feromonas hirviendo en mi cuerpo al sentir cerca a alguien del sexo opuesto pues cómo cual animal que en mi se encontrase se removió con deseo, aquel sentimiento que me llena de un enorme desconcierto y sobre excitación que sobre la marcha hace golpear con fervor mis sentidos provocándome un enorme alboroto en mi conciencia.

Mantenerme lejos suponía más que nada un gran dilema para mí pues añoraba acercarme, pero para nada hostigarle al menos no por el momento, aunque pasar sobre los demás como cual calcomanías haciendo alarde mi poder no suponía diferencia alguna pero con ella en primera instancia decidí no hacerlo.

En cambio como cual impulso para terminar de acortar la distancia queriendo reducir por completo tal trecho entre ambos, con seguridad me acerque acomodándome de igual forma a orillas de aquella piscina sentándome justo a su lado mientras dejaba mis pies descolgados sumergiéndolos imitando a tal chica.

Aquella tras sentir tal movimiento a su lado no tardo en girar su cabeza y sin ningún motivo o palabra me miró, me sonrió dejando salir de ella la forma misma de la dulzura y la paciencia y de nuevo alejo su mirada de mí.

Las sensaciones más desconcertantes e ilógicas sucedían cada vez que sus ojos chocaban con los míos y todo por su culpa situación totalmente anormal podría decir pues nunca en todos estos años ninguna mujer me ha hecho sentir así.

Por algunos segundos guarde silenció hasta que finalmente pregunté...

— Y tú ¿Qué haces en este lugar? No me digas que trabajas aquí.

— La verdad no, no trabajo aquí, bueno solo soy una invitada más igual que usted en este lugar.

— ¡Usted! Porque mejor no mejor me tuteas tal palabra me hace sentir demasiado viejo; sería más cómodo digo yo de tal forma atrevida que me puedas llamar de otra manera; mi nombre es Alexander mucho gusto.

Ante ella extendí mi mano como cual medio de cortesía ante tal presentación pensando que de ella recibiría el mismo gesto pero no, a lo que simplemente me escucho, giró su cabeza para observarme y como si nada ignoro mi mano la cual permanecía en el aire recibiendo de ella una sencilla respuesta como si se encontrase decepcionada...

— Mucho gusto Alexander.

Aquella frase tan simple dejo salir de sí mostrando completo desinterés hacia mí, pero tal cuestión en vez de anular por completo mi inclinación evidente hacia ella solo provoco que mi interés en efecto aumentara, por lo que continúe intentando saciar mi curiosidad — sí no es de molestia alguna podría saber ¿Cuál es su nombre? Señorita...

Una expresión de duda se formó en su rostro tras escucharme y musitando — Milena — aquella encogió aún más la bata que llevaba puesta cubriéndose por completo el pecho.

La escuché y asentí con la cabeza mientras sonreía — bonito nombre Milena — repuse.

En el lapso de aquel tiempo algunas preguntas más surgieron y entre una y otra frase el momento de marcharnos finalmente había llegado.

— Ya es tarde, imagino que debes de estar cansado, lo mejor es que ambos regresemos a nuestros dormitorio — comento Milena queriendo huir por completo de mí, tras sentirse incomoda.

— Porque no nos quedamos un poco más, tu compañía es muy agradable.

— La verdad ya estoy cansada así que me eh de retirar, así que disculpe usted.

Sin dar mucha explicación aquella simplemente pretendía marcharse, con rapidez me puse de pie quería estar completamente erguido por si acaso alguna oportunidad con respecto ella se me presentaba digo pues con mis dotes difícilmente alguna mujer se resistiría a mi encanto.

— Te ayudo — dije al notar como aquella intentaba ponerse de pie.

— No, tranquilo, yo puedo sola.

Y de nuevo aquella me rechazo, la verdad no entendía que era lo que sucedía con tal chica pues por más que lo intentara aquella simplemente se negaba a acercarse a mí, su actitud era como si tuviera delante un temple macizo de hielo ya que se encontraba mostrándose completamente fría y firme.

La vi ponerse de pie con todo el cuidado del mundo y empezó a caminar alejándose algunos centímetros del borde, yo no estaba muy lejos por lo que podía fácilmente tener contacto directo con ella si me lo proponía, pero preferí guardar mi distancia.

No sé por qué o que allá sido lo que llamo su atención por lo que aquella se vio obligada a girar su rostro de nuevo hacia la piscina mientras seguía caminando y en pleno acto sus pies húmedos sin nada que pudiera mantenerla estable en su marcha la hicieron resbalar.

Ver aquella escena me provoco miedo no por mí, sino por ella pues temía que con tal caída se terminaría haciendo un enorme daño al impactar contra aquel borde y probablemente por tal impulso así rápidamente me acerqué la rodee con mis brazos y la sujete antes de que su cuerpo tocara el suelo por completo.

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