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Aumento y mejoras

La claridad del día se estaba retirando para darle paso al tiempo de las pesadillas y amigos oscuros, llamada comúnmente como: noche, sin embargo, el molesto frío nocturno, que cada día se presentaba más intenso jodía de manera abierta, amenazando con convertirse en el inyar más frío de la historia de Tanyer, al menos registrado en los documentos de la sala de libros.

Caminaba a paso veloz, inmerso en el frente, pero no mirando el sendero de tierra, sino más bien la pantalla ilusoria que solo él podía percibir, observó cada uno de sus objetos en el inventario y, como hasta el momento había logrado desbloquear diez ranuras que le permitían alojar diez objetos de la misma clase, pudo almacenar relativamente puras cosas sin gran valor, exceptuando por la piedra obtenida de la cueva de los islos, la piedra de esencia, la espada de dos manos de su enemigo, su diario y, algunos objetos mágicos que encontró en las cosas de Helda, los asesinos y los Horson. Volvió a su interfaz, abriendo el panel de sus subordinados directos y, encontrándose con un símbolo parpadeante en el nombre de Mujina, había un claro interés en ello, más por descubrir que nuevas cosas le tenía preparadas la interfaz, que aumentar el poder de la capitana de su guardia personal. Inmediatamente al tocar mentalmente el nombre de su subordinada, el secreto se aclareció.

•∆•∆•∆

×Clase oculta: Amigo de la Luz.

Has levantado tu espada en contra de los Malditos, has luchado por la verdad y, eso debe ser recompensado.

-Tu velocidad al blandir, o ejecutar cortes se triplica.

-Cuando peleas contra un Maldito no eres afectada por su impulso negativo (varía en la diferencia de niveles).

-En la noche tus cortes de espada pierden 25% de efectividad.

-En el día tus cortes de espada son 150% más poderosos.

-Si eres un mago de luz, el poder de tus hechizos se triplica.

-Si eres un mago de oscuridad, el poder de tus hechizos se reduce a la mitad.

*Tus habilidades únicas no son influenciadas por la clase*

*La clase oculta puede evolucionar*

•∆•∆•∆

*Deseas conferir a tu subordinado la clase oculta: Amigo de la Luz*

*SI/NO*

Por instinto observó a su dama guardiana, quién caminaba cargando en brazos al soldado herido, sin mucha dificultad realmente. Lo analizó con detenimiento, dudando si había una consecuencia al colocar la respuesta afirmativa, preocupado por provocar un retraso en su regreso a casa, por lo que, después de consultarlo con su Yo pensante, decidió posponer la decisión. Aprovechó para sacar de su inventario un objeto amorfo tenuemente brillante que al ser activado resplandeció de anaranjado para iluminar unos cuantos pasos delante y en su retaguardia, ya que, por estar en sus descubrimientos no notó que el sol se había ocultado hace ya un poco rato. Abrochó el artefacto en su cinturón de cuero, entregando así la libertad de vuelta a sus manos.

Volvió a la interfaz, dirigiéndose inmediatamente hacia el panel de habilidades, específicamente donde aparecía el término "Desbloqueadas" y, leyendo sus dos nuevas incorporaciones.

[Amante de lo ajeno]: Para que trabajar por algo si puede robarse.

-Hay 100% de éxito en apropiarte de una habilidad ajena de categoría común; 90% normal; 80% rara; 70% poco frecuente; 60% legendaria; 50% divina.

-Puedes duplicar una habilidad que hayas presenciado (varía en la diferencia de niveles).

-Puedes desarrollar una habilidad incompleta a completa.

×Costo: 800 puntos de prestigio×

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

[El empalador]: Has brochetas a tus enemigos y demuestra porque no se te debe ofender.

-Invoca desde el suelo innumerables estacas gigantes compuestas de piedra, (el terreno vuelve a la normalidad luego de un día).

-El daño aumenta entre más víctimas haya.

×Costo: 100 puntos de prestigio×

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Leyó con atención ambas habilidades y, debía reconocer que las dos eran muy buenas, sintiéndose muy atraído por la primera, lamentablemente el costo era demasiado, aunque, al menos debía agradecer que la segunda sí estuviera dentro de su presupuesto y, sabiendo lo que le esperaba con el ejército de mil hombres que marchaba a su vahir, sintió que sería una buena adquisición tenerla, sin embargo, no decidió hacerla suya por el momento, no al pensar que podría desbloquear algunas habilidades nuevas en el trascurso de los días y, que posiblemente esos puntos de prestigio pudieran ser necesarios.

Tan pronto como devolvió su atención al camino notó que ya habían llegado al territorio poblado, vislumbrando algunos rostros curiosos que se asomaban desde el marco de sus puertas, o ventanas. Algunos guardias que transitaban por el sendero de tierra inmediatamente se deslizaron hacia las orillas, bajando el rostro con sumo respeto y tocándose el pecho de forma digna. Había pocas luces en los alrededores, la iluminación era un verdadero asco, pero aún con todo eso, los pobladores de la vahir lograron reconocer a su Barlok por su vestimenta. Muchos de ellos desconocían la apariencia del mismo, por lo que, se sintieron tentados a acercarse, pero no lo hicieron al final por temor a ofenderlo.

--Tú, acércate. --Dijo con un tono serio, haciendo un ademán de mano.

El soldado le miró con duda, pero, aún así se aproximó, arrodillándose al intuir que recibiría una orden.

--Reúne un par de hombres y consigue una carreta. Esperen mi orden en la entrada de la fortaleza. Vete.

El soldado se levantó, asintió e hizo una reverencia, para al final despedirse de su Barlok con una mirada respetuosa. Se dirigió a sus compañeros y les contó la orden, por lo que, rápidamente todos ellos lo siguieron para cumplir el mandato.

Orion continuó avanzando, había observado muy pocas veces todo el pueblo de noche, en realidad era la primera vez que lo hacía desde que las diferentes razas se incorporaron, teniendo sentimientos complicados con la distribución de los edificios, así como con la falta de iluminación, defensas y estructuras necesarias para un verdadero desarrollo, se había enfocado demasiado en la fuerza de su ejército que había pasado a segundo plano el progreso del pueblo, haciendo una nota mental para enfocarse en ello después de terminar con el peligro inminente del ejército de los mil hombres.

--Barlok. --Ambos guardias lo saludaron, permitiendo su entrada a la fortaleza.

Al cruzar el umbral de la puerta, su mirada percibió una delgada silueta, de piel blanca y cabello platinado acercándose, su humor mejoró al instante de observarla y, parecía que no era el único, pues, la mayoría de los presentes no lograron apartar su vista de ella, no al menos por varios segundos.

--Señor. --Dijo ella con una reverencia practicada, un tono ameno y, elegante.

--Fira, la persona que más deseaba ver --La dama alzó sus comisuras al recibir semejante halago--. Quiero que pruebes tu don con él. --Señaló con la mirada al moribundo soldado que su guardiana cargaba.

--Sí, señor. --Dijo.

Con una mirada ordenó que bajara el cuerpo y, Mujina inmediatamente obedeció. Fira se acercó con calma, arrodillándose al lado del soldado, era la primera vez que iba a ocupar su don y, aunque tenía plena confianza de que podía hacerlo, estaba nerviosa, temiendo no lograr el éxito que su señor esperaba. Cerró ambos ojos, inspirando profundamente y, con la solemnidad y calma de un árbol, sopló sobre el cuerpo del hombre, liberando un extraño polvo cristalino de su boca.

El hombre comenzó a toser con fuerza a los pocos segundos, para luego jadear de dolor, tocándose el área del abdomen, costillas y pecho. Orion notó que el color regresó a la anterior blancuzca piel del soldado, sonriendo al ver qué su intuición había estado correcta.

--Llévalo con los soldados y, ordena que se le cuide. --Le dijo al esclavo cercano, quién asintió de manera forzada y con un ligero miedo.

Al ver partir al esclavo, rápidamente abrió el panel de escuadrones, tocando el nombre del capitán de Los Búhos y, activando la opción de: Llamar. Muy imperceptible, pero se pudo notar una muy ligera línea blanca salir del cuerpo de Orion, una que se extinguió un segundo después. No paso mucho tiempo para que cinco siluetas aparecieran justo enfrente del alto hombre, arrodillados y con el rostro completamente cubierto por sus capuchas.

--Señor Barlok, a su orden. --Dijeron al unísono.

Con calma explicó la situación, ordenando al escuadrón de Los Búhos que acompañaran a los soldados al lugar donde había matado al dak y, recogieran los cuerpos, advirtiendo que si notaban algo extraño, o sintieran un peligro que no pudieran derrotar rápidamente, optaran por la retirada, todos y cada uno de los Cinco desechó esa última orden, pues, no estaban dispuestos a fallarle al hombre que tanto confiaba en ellos.

--Sí, señor Barlok.

Dijeron al unísono y, como sombras en la oscuridad desaparecieron.

--Bien. --Sonrió, mirando a su dama guardiana y, con una calma casi inhumana le confirió la clase oculta: Amigo de la Luz.

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