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208) Vergüenzas del primer día

Este clon despertó del sueño, había usado [Dormir] con el para hacerle compañía a Gemma, que estaba aquí conmigo. Usualmente, ella se hubiera ido durante la noche para evitar que alguien la viera salir de mi habitación por la mañana, pero dadas las circunstancias, podía permitirme el lujo de dejarla descansar aqui sin preocupaciones.

Ya tenía un plan formado en mi mente sobre que haríamos, pero primero tendría que hablarlo con Gemma, y en cualquier caso, habría que esperar unos días.

Bueno, era hora de levantarse. Aún era temprano y no me haría mal quedarme media hora más en la cama, pero estaba recibiendo mensajes de Ginny y Luna para que fuéramos a explorar Hogwarts. No podía decirles que no, así que con cuidado me separé del abrazo de Gemma y salí de la habitación. Al llegar al salón principal de la sala común, mi hermana ya estaba allí. Parecía que la emoción de estar en Hogwarts había suavizado su resentimiento hacia mí, recordándome a la hermana que tenía antes de que se enfadara conmigo.

Salimos de la sala común y nos dirigimos hacia la torre de Ravenclaw. En el camino, Ginny me hizo varias preguntas sobre cosas que veíamos en el castillo y sobre cómo resolver el problema de las escaleras cuando pasamos por ellas. Al llegar a nuestro destino, nos encontramos con Luna, que nos esperaba frente a la aldaba de bronce en forma de águila.

Las chicas querían explorar el castillo, pero sus estómagos rugían, interrumpiendo nuestros planes. A pesar del banquete abundante de la noche anterior, aún tenían hambre por la mañana. Así que pospusimos momentáneamente la exploración y nos desviamos hacia el Gran Comedor.

Cuando llegamos, ya había algunas personas, pero no demasiadas. La mesa de Slytherin aún tenía espacio, así que los tres nos sentamos allí para desayunar. El menú del día incluía gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos de huevos con beicon. Comenzamos a comer mientras Ginny y Luna conversaban.

"Las mazmorras son un poco frías y oscuras, además de que todo está lleno de verde. Pero supongo que me acostumbraré", comentó Ginny.

"Escuché que la sala común de Hufflepuff es la más acogedora, y que está junto a las cocinas", añadió Luna.

"Si es así, los chicos de Brasil deben estar pasándola bien allí", dijo Ginny.

"¿Chicos de Brasil?" pregunté, interrumpiendo su conversación. "¿De qué están hablando?"

"¿No los viste ayer?" respondió mi hermana, algo confundida.

"Lo único que vi ayer fueron a ustedes dos, especialmente a ti. No sabes cómo van a reaccionar nuestros padres cuando sepan que estás en Slytherin", dije, provocando que Ginny palideciera y dejara de hablar, enfocándose solo en predecir lo que podría suceder.

"Ayer, Dumbledore presentó a unos chicos que llegaron de Castelobruxo. Son cinco, para ser exactos. Ah, y un profesor que vino con ellos y reemplazará a Kettleburn cuando te acompañe a Brasil. Los pusieron en la casa Hufflepuff. De hecho, están allá", explicó Luna, señalando hacia la mesa de Hufflepuff.

Me incliné hacia un lado y vi de lo que hablaba. Aunque ya no llevaban las túnicas de su escuela y vestían las de Hufflepuff, aún podía distinguirlos entre los demás. Eran un grupo de cinco niños que estaban juntos en su mesa, hablando entre ellos y con los demás tejones. A ratos parecía que no se comunicaban bien con los estudiantes de Hogwarts, pues tenían que repetir o usar gestos para hacerse entender. Además, todos tenían distintos tonos de piel oscura.

"Hoo... cierto, al igual que nosotros iremos a Castelobruxo, ellos también enviarían estudiantes. Aunque de aquí enviarán tres y ellos enviaron cinco. Bueno, tiene sentido, la población de Castelobruxo es mucho mayor que la de Hogwarts. Una escuela acepta solo a alumnos de Gran Bretaña, mientras que la otra cubre casi toda América Latina."

"Parecen nerviosos", comentó Ginny, todavía algo angustiada por lo que había mencionado antes.

"Es normal. Están en un lugar nuevo, rodeados de gente desconocida y hablando un idioma que no dominan. Mantenerlos juntos es para que sientan que se tienen los unos a los otros, y Hufflepuff es la mejor casa para eso. Son amigables y acogedores. Además, su decana es la jefa de Herbología, una de las materias que mejor manejan en Castelobruxo. Es para que se sientan más como en casa."

El Gran Comedor comenzó a llenarse cada vez más, incluso algunos profesores hicieron acto de presencia, como aquel que vino con los chicos de Castelobruxo. Los Slytherin que llegaban se quedaron mirando a Luna, que estaba sentada en nuestra mesa, con cierta molestia. Pero entonces llegó nuestra salvadora, Pansy. No podía creer lo que estaba escuchando.

"Estoy decepcionada de nuestra propia casa. Se supone que somos la cúspide de los magos, la élite, nobles por derecho. ¿Vamos a rechazar a una niña solo porque pertenece a otra casa? ¿Desde cuándo perdimos toda la grandeza que solíamos tener?" Pansy se levantó, dando un discurso desde su asiento, con una mano sobre el pecho y una mirada altiva dirigida a los demás Slytherin que se oponían. "Cuando uno de los nuestros se sienta en otras mesas no son rechazados. ¿No somos tan buenos como ellos? Y si así es, ¿por qué deberíamos hacer lo mismo? Somos mejores que ellos. Poderosos, pero humildes, lo suficientemente grandes como para permitir que la clase baja esté en nuestra presencia."

Verla tan segura y confiada era admirable. Si no tuviera tantos problemas ahora mismo, iría a abrazarla por ser tan adorable. Pero sera para despues, todavia tengo mi mente en lo que crece en el vientre de Gemma.

En algún momento, mis hermanos vinieron a nuestra mesa para ver cómo estaba Ginny. Bueno, excepto Ron, que aún no había aparecido en el Gran Comedor. Estaban tanto preocupados como sorprendidos de que Ginny estuviera allí, y de que además quisiera estarlo. Tuve que asegurarles que todo estaba bien, y por suerte, las chicas de Slytherin colaboraron, mostrando que protegían a Ginny. Aunque mis hermanos no parecían del todo convencidos, aceptaron que no dejaría que nada malo le pasara. Fred y George también le dijeron que si tenía algún problema, les avisara, para que pudieran preparar sus bombas de estiércol.

El comedor se llenó, pero no nos fuimos todavía. Las chicas se tomaron su tiempo conversando entre ellas, presentándose tanto las de mi año como las del de Ginny. Hablaban tan relajadamente que no quise interrumpirlas. Mientras tanto, yo enviaba [mensajes] a las chicas de mi grupo, charlando un rato. También hablé con Gemma, contándole lo que íbamos a hacer a partir de ahora.

En medio de este desayuno, un revuelo se armó en la mesa de Gryffindor cuando Errol, la vieja lechuza de nuestra familia, se estrelló contra la mesa, pareciendo estar al borde de la muerte. Creo que ya es hora de comprar otra lechuza y regalársela a mis padres. Ese pobre animal necesita jubilarse y descansar; es terrible que sigamos haciéndolo trabajar.

Los murmullos en el Gran Comedor se apagaron de golpe, pero volvieron rápidamente cuando se vio lo que había traído la lechuza: una aulladora. Como la que recibí el año pasado, aunque yo me salvé de escucharla. Posiblemente Ron no tendría la misma suerte.

Ahí estaba, el sonido atronador retumbó por todo el salón. Si se quería ser discreto, ya era demasiado tarde; todos estaban escuchando.

"... ¡ROBAR EL COCHE! NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE EXPULSARAN. ¡ESPERA A QUE TE COJA! SUPONGO QUE NO PENSASTE EN LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA..." La voz de nuestra madre resonó por todo el comedor, haciendo que cada uno de los Weasley se sintiera avergonzado e intimidado, incluso yo un poco, aunque más por temor a mi madre que por vergüenza. "... ¡ANOCHE, CUANDO LLEGÓ LA CARTA DE DUMBLEDORE! CREÍ QUE TU PADRE SE MORÍA DE LA VERGÜENZA. NO TE HEMOS CRIADO PARA QUE TE COMPORTES ASÍ. ¡HARRY Y TÚ PODRÍAIS HABEROS MATADO!" Ron casi se escondió bajo la mesa, y Harry también se sentía humillado al oír que mencionaban su nombre. "... ¡EN EL TRABAJO DE TU PADRE ESTÁN HACIENDO INDAGACIONES, TODO POR TU CULPA! Y SI VUELVES A HACER ALGO ASÍ, POR PEQUEÑO QUE SEA, TE SACAREMOS DEL COLEGIO."

Todos pensamos que había terminado, y algunos se reían de la desgracia de Ron, pero la carta no había acabado. Voló unos metros más hasta llegar frente a Ginny y a mí. Me preocupé y me preparé para hacer lo mismo que el año pasado, mientras Ginny palidecía aún más.

"... Y TÚ, GINNY, ¡NO PUEDO CREER LO QUE TE HAN HECHO, MI BEBÉ! IRÉ PERSONALMENTE A HABLAR CON DUMBLEDORE PARA QUE RECTIFIQUE SU ERROR. NO TE PREOCUPES, MAMÁ YA VA EN CAMINO. QUÉDATE CERCA DE TU HERMANO HASTA QUE PODAMOS CAMBIARTE DE CASA... Y QUIZÁ A ÉL TAMBIÉN."

La carta cayó al suelo y se incineró hasta convertirse en cenizas. Mi hermana, que ya estaba pálida, pasó a un rojo intenso, luego a una mezcla de ambos. Era fuerte, pero algo como esto todavía la afectaba lo suficiente como para marearse y quedar al borde del desmayo por la vergüenza.

Esa fue nuestra señal para irnos. Ginny, Luna y yo nos despedimos de nuestras amigas y salimos del Gran Comedor, intentando olvidar lo sucedido.

...

Nos alejamos lo más posible del Gran Comedor, llegando cerca del patio, aunque todavía dentro del castillo. Sin embargo, no pudimos apartamos mucho de la gente, ya que a esta hora el castillo estaba bastante concurrido. Después de una caminata lenta que nos permitió respirar un poco y recomponernos, decidimos que era hora de explorar. Tendríamos clases pronto a las que asistir, pero aún había chicas en el Gran Comedor que podrían recibir los horarios y enviármelos por [mensaje], por lo que teniamos algo de tiempo.

Cuando finalmente decidimos explorar de verdad, o mejor dicho, empezar a correr por el castillo como lo hice el año pasado, Luna saltó sobre mi espalda, colgándose de mí.

"¡Adelante!" gritó, extendiendo su mano y señalando hacia el frente.

Me montaba como lo hacía en casa. Esto me avergonzó un poco, porque una cosa era jugar a caballito en casa, sin testigos, pero otra muy distinta era hacerlo y que lo gritara frente a todos los alumnos que pasaban por ahí, quienes ahora nos miraban. Aun así, si esto hacía feliz a Luna, eso era suficiente para mí. No pensaba dar explicaciones a nadie.

"¿Tú también quieres?" le pregunté a Ginny. Ya que estaba haciendo esto, podía humillarme un poco más y llevar a dos niñas por el castillo.

"No, estoy bien", respondió Ginny, claramente avergonzada. Sabía cómo era Luna, pero eso no evitaba que sintiera algo de pena ajena al verla comportarse como una niña pequeña.

"Bueno."(Red)

"¡Adelante, adelante, adelante!" gritó Luna, dando pequeños saltos sobre mi espalda.

"¡Adelante!" grité yo también, conteniéndome un poco.

Comencé a correr con Luna a mi espalda, a la vista de todos. Ginny, que no se movió durante unos segundos, finalmente reunió fuerzas para superar la vergüenza y nos siguió, corriendo a mi lado.

Corrimos por el castillo, aunque estuviera prohibido, esquivando a otros alumnos y a Filch, que nos gritaba desde lejos. Fue divertido y emocionante, y una vez que agarramos ritmo, las miradas y las risas de los demás dejaron de importar. A veces íbamos tan rápido que decidía no parar y simplemente hacía un muro de sangre grueso con el que chocar. Fue divertido mientras duró, pero la hora de clase se acercaba y tuvimos que detenernos.

Un par de clones guiaron a las chicas a sus respectivas clases, mientras que otros dos fueron a diferentes materias. Resulta que, debido a mi capacidad para crear clones, los profesores me asignaron que, además de mis clases regulares, asistiera a todas las clases de Herbología y Cuidado de Criaturas Mágicas posibles, sin importar de qué casa fueran. Esto era para prepararme para el viaje a Brasil y, en cierto modo, evitar que avergonzara a Hogwarts. Además, tendría muchas tutorías, con clases adicionales con Sprout y Kettleburn. Y no solo yo, Hannah y Neville también tendrían clases extra, aunque sin las paralelas. Yo era el único que podía estar en varios lugares al mismo tiempo, así que los profesores aprovecharían al máximo este poder para enseñarme y asegurar que dejara una buena impresión de Hogwarts cuando visitara Castelobruxo.

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