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193) Aceptando a su yerno

Al día siguiente, Andromeda se despertó lentamente y se sentó en el borde de la cama, sumida en sus pensamientos. La noche anterior había sido difícil, y aunque al final consiguió dormir un poco, las pocas horas de sueño le brindaron la claridad suficiente para reflexionar sobre lo ocurrido.

Su yerno tenía razón. Ahora, con la mente despejada, sentía un profundo arrepentimiento por muchas de las palabras que había dicho. Ni siquiera podía creer lo que había estado a punto de hacer; la idea de perder a su hija por un arrebato de ira le resultaba insoportable.

Estaba a punto de cometer el mismo error que su familia había cometido con ella. Cuando se casó con Ted, la habían expulsado de la familia, y ahora, la historia parecía repetirse. Estuvo a un paso de apartar a su propia hija por una decisión emocional. Aunque Nymphadora había cometido un error, la situación de alguna manera reflejaba la suya, como si el destino se burlara de ella.

Agradecida de que las cosas no hubieran llegado a un punto irreparable, se levantó de la cama con determinación. Ahora que la calma la había alcanzado, esperaba poder hablar sin dejarse llevar por la ira y encontrar una forma de solucionar lo sucedido.

Salió de su habitación y bajó las escaleras. Mientras pasaba junto a la sala de estar, escuchó sonidos provenientes de la cocina, por lo que se acercó con curiosidad. Allí vio al chico pelirrojo que había conocido el día anterior, aún sin poder asociar del todo esa imagen con la figura de su yerno, cocinando. A su lado, apoyada contra la pared, estaba su hija, observándolo y conversando tranquilamente.

"Buenos días, Andromeda," la saludé al verla entrar. "El desayuno está casi listo. Siéntate en la mesa, lo llevaré en un momento."

Mi suegra me miró durante unos segundos, como si estuviera evaluándome. Finalmente, asintió y se dirigió al comedor. Tonks, por su parte, simplemente observó a su madre con una expresión complicada, pero no dijo nada. Me apresuré a terminar de preparar el desayuno y llevé la comida a la mesa, donde Andromeda estaba sentada, con la cabeza entre las manos y los codos apoyados sobre la mesa.

"Espero que te guste," le dije, sonriendo. "He intentado innovar un poco con algunas recetas."

Ella levantó la mirada y se quedó contemplándome unos segundos antes de responder.

"Gracias," dijo en voz baja.

Nos sentamos a la mesa: Andromeda en la cabecera, mientras que Tonks y yo estábamos uno frente al otro. El silencio llenó la sala mientras comíamos, pero por las expresiones en sus rostros supe que el desayuno les estaba gustando. Quizás todo el esfuerzo por mejorar mis habilidades en la cocina, después de lo que ocurrió con Gaby, había valido la pena.

El silencio se mantuvo hasta que casi habíamos terminado de comer. Fue entonces cuando Andromeda rompió la tensión que aún colgaba en el aire.

"Nymphadora..." dijo, mirando a su hija.

"Hmm?" Tonks respondió sin mucho entusiasmo, sin apartar la vista del plato.

"Perdóname," continuó Andromeda, su voz teñida de arrepentimiento. "Ayer... dije muchas cosas horribles." Tonks dejó de llevarse la comida a la boca y la miró directamente. "Me alteré. No estaba pensando con claridad, y la situación me superó. Lo siento mucho por todo lo que te dije." Al decir esto, extendió la mano para tomar la de su hija.

Tonks tragó la comida que estaba masticando antes de responder en un tono casi inaudible. "Yo también lo siento," murmuró, casi ahogándose con unas migajas, pero no soltó la mano de su madre. "Dije cosas que no debería."

"Lo sé. A pesar de todo, quiero que sepas que te quiero, mi pequeña mariposa."

"¡Mamá! No me llames así," se quejó Tonks, sonrojándose al recordar los días de su infancia cuando su madre usaba ese apodo.

"Soy tu madre, y hasta el día que me muera, te llamaré como quiera," replicó Andromeda, con una sonrisa tierna en los labios mientras jalaba la mano de Tonks y la atraía a un abrazo. "Lo siento, de verdad. No quiero que terminemos como mi madre y yo. No importa lo que pase o lo que se diga, siempre serás mi hija, y siempre te amaré."

"Lo sé, mamá," respondió Tonks, devolviendo el abrazo y haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas que amenazaban con salir. Todavía estaba emocionalmente frágil por lo ocurrido la noche anterior.

Madre e hija se mantuvieron abrazadas durante un largo rato, deshaciendo la tensión acumulada por los sucesos del día anterior. Aunque aún quedaba cierta incomodidad, sabían que el tiempo sanaría las heridas que quedaban. Para cuando se separaron, ya había comenzado a recoger los platos y los cubiertos de la mesa. Noté que Andromeda me seguía lanzando miradas discretas mientras lo hacía, pero no dije nada.

"Aún no puedo creer que seas tú," suspiró Andromeda, sus ojos llenos de emociones encontradas.

"Lo sé, mamá, al principio a mí también me costó," respondió Tonks, intentando mantener la calma.

"Pero aun así te lo follaste," la cuestionó su madre, alzando una ceja.

"Él insistió…" replicó Tonks, sonrojándose, sin querer profundizar en la explicación.

"Y tú, una adulta, a punto de graduarse de hogwarts, al menos cinco años mayor que él, ¿no pudiste decirle que no?" La mirada de Andromeda seguía juzgándola, aunque con menos dureza que el día anterior.

Tonks se quedó en silencio, sin saber cómo responder. El alivio fue palpable cuando me vio regresar a la habitación, esperando que mi presencia aligerara el momento.

"Sí, tu hija es una facil," comenté con una sonrisa, sentándome junto a ellas.

"¡RED!" exclamó Tonks, visiblemente enojada y avergonzada.

"Muy facil. Ni te imaginas lo que estuvo dispuesta a hacer cuando…" Me detuve y esquivé justo a tiempo un pequeño objeto que Tonks me lanzó.

"Está bien, volvamos a ponernos serios," intervino Andromeda, quien en otro momento habría seguido con la broma, pero ahora el tema era demasiado importante. "¿Qué vamos a hacer? ¿Qué piensan hacer ustedes?"

"Mamá, no pienso dejarlo. No importa lo que pase, no me voy a apartar de él," respondió Tonks, bajando la mirada, temiendo ver en los ojos de su madre la decepción o el rechazo.

"¿Estás segura?" preguntó Andromeda, tomando la mano de su hija de manera reconfortante. "No sé cómo están las cosas legalmente, pero incluso si no hay problemas en ese lado, la gente no lo verá bien. Te juzgarán, y no estoy segura de que su familia lo acepte fácilmente. Aunque no los conozco en profundidad, sé que son lo bastante normales para no tomarlo bien"

"No me importa," contestó Tonks, levantando la mirada con determinación, aunque sus ojos estaban un poco vidriosos.

"Si pudieran esperar un tiempo, unos años más… Las cosas serían mucho más sencillas. Podrían estar juntos sin enfrentar tantos obstáculos. Y también verían si realmente son compatibles a largo plazo," sugirió Andromeda, con una mezcla de razón y esperanza en su voz.

"No puedo hacer eso, mamá. Tenías razón en una cosa: encontré a alguien que me hace querer volver a casa sana y salva. Incluso ahora que ya no quiero ser auror, no puedo imaginarme sin él. Cada vez que pienso en el futuro, él está ahí," confesó Tonks, temblando ligeramente. Aunque sabía que la sugerencia de su madre era lógica, no podía aceptar la idea de la separación.

"Mi niña," murmuró Andromeda, conmovida, apretando la mano de su hija y acariciando su mejilla. Podía ver cuánto estaba enamorada y eso la llenaba de sentimientos encontrados.

"Lo siento, mamá," dijo Tonks, temerosa de haber decepcionado a su madre.

"No tienes que disculparte, tienes razón. Al final, has conseguido lo que siempre quise para ti, aunque no de la manera que esperaba. No puedo juzgarte por eso," suspiró Andromeda, sintiendo el peso de la ironía en la situación. "Si eso es lo que realmente deseas, te apoyaré."

"¿De verdad?" preguntó Tonks, sorprendida, como si no pudiera creerlo del todo.

"Sí. Sé lo que es tomar una decisión y sentirte abandonada por tu familia. No quiero que te pase lo mismo. No seré como mi madre. Yo te amo," respondió Andromeda con una sonrisa cálida. Luego se volvió hacia mí y extendió su mano, tomando la mía también. "Puede que me tome tiempo acostumbrarme, pero debo aceptar que, a pesar de todo, eres el yerno que siempre aprecié."

"Gracias por tu esfuerzo," le sonreí, apretando su mano con ambas mías.

"¿Tú qué opinas de todo esto?" preguntó Andromeda, aunque claramente le incomodaba un poco la idea de que alguien tan joven pudiera tener tanto poder de decisión. Aun así, hizo el esfuerzo de tratarme con el mismo respeto que antes.

"Yo aceptaré lo que Tonks decida, siempre y cuando no intente escapar de mí," respondí, con una sonrisa divertida. "Ya se lo dije: estamos juntos, por siempre."

"Palabras grandes para alguien tan pequeño," bromeó Andromeda, esbozando una sonrisa ante la ironía de mi aspecto infantil.

"Mamá…" se quejó Tonks, aunque no pudo evitar reírse un poco, aliviando la tensión del momento. "¿De verdad nos apoyas?" preguntó aún con algo de duda en su voz.

"Sí, mi amor, a ambos," dijo Andromeda, mirándonos con ternura. "Pero, aunque a mí no me importe, eso no cambiará la opinión de los demás. Tendrán que ser discretos por un largo tiempo."

"Lo sabemos, es lo que planeamos," respondí, y Tonks asintió. "Pero que tú lo aceptes ya es un gran paso."

"Me alegra saber eso," suspiró Andromeda, aliviada, aunque todavía preocupada. "Pero... tal como me lo revelaron a mí, ¿tu familia lo sabrá pronto?" preguntó, con el ceño fruncido.

"¡Oh, no!" respondí, sacudiendo la cabeza. "Ni por asomo, y no por un buen tiempo. Tú eres especial, Andromeda, y además de confianza..."

"Ah, claro," intervino Tonks con sarcasmo. "Hazme pasar un mal rato con mi madre pero tú te libras tranquilamente," añadió, cruzando los brazos.

"Bueno," le respondí, encogiéndome de hombros, "si quieres enfrentarte a los padres del menor de edad defloraste, podemos intentarlo," sugerí con ironía.

"Ghh..." Tonks se atragantó con su propia saliva. "No, no, con mi madre está bien," dijo, claramente alarmada.

"De todas formas, no te habría dejado hacerlo aunque quisieras," añadí, sonriendo mientras Tonks me miraba, a la vez aliviada y algo molesta.

Andromeda soltó una leve risa al ver nuestra interacción. Aunque mi apariencia había cambiado, notaba algo que le recordaba a cómo éramos cuando aún usaba mi otra identidad.

"Me alegro por ustedes," dijo con una sonrisa, aunque rápidamente su expresión se volvió más seria. "Pero ahora tengo algunas dudas... Si Tenebrius era tu otra identidad, ¿cómo es que asistías a Hogwarts y estabas aquí en casa al mismo tiempo durante las clases? ¿Nadie notaba tu ausencia?"

"Ah, eso es gracias a mis habilidades," respondí, encogiéndome de hombros. "Nunca dejé de asistir a Hogwarts ni de estar en otros lugares a la vez."

"¿Cómo es posible?" preguntó Andromeda, visiblemente sorprendida.

"Gracias a esto," respondí, haciendo que dos clones idénticos a mí aparecieran a ambos lados.

"Es una habilidad de clonación," dijimos los tres al unísono.

Los ojos de Andromeda se abrieron de par en par, impresionada, y rápidamente buscó la mirada de su hija, esperando que Tonks mostrara la misma sorpresa. Sin embargo, Tonks no se inmutó, como si estuviera acostumbrada. Andromeda volvió a mirarme, estudiando a los clones, impresionada por lo perfectamente idénticos que eran, sin poder encontrar un solo defecto que los distinguiera del original.

"Y pensar que creía que mi hija era quien tenía la ventaja en la cama por sus habilidades..." murmuró Andromeda, sin darse cuenta de lo que estaba diciendo.

"¡Mamá!" exclamó Tonks, sonrojándose de inmediato por la vergüenza.

"Perdón," se disculpó conmigo rápidamente, dándose cuenta de lo inapropiado que había sido su comentario y sintiéndose culpable por pensarlo gracias a mi edad.

"Está bien," respondí con una sonrisa. "Prefiero que me trate como lo hacía antes. Tómese su tiempo para acostumbrarse."

"Será difícil," admitió Andromeda con un suspiro. "Pero supongo que ya todo lo que no debía hacerse se hizo," añadió resignada, lanzando una mirada juzgadora fugaz a su hija.

"Mamá... además, él no usa sus clones para eso," replicó Tonks, claramente avergonzada y un poco molesta.

"¿En serio?" preguntó Andromeda, levantando una ceja con curiosidad.

"No, por alguna razón no lo hace, y se lo agradezco. Recuerdas la otra vez, solo él casi me acaba conmigo... si fueran mas habría muerto en esa habitación" susurró Tonks, desviando la mirada mientras hablaba en confianza con su madre.

"Bueno, creo que se sentirán más cómodas sin mí aquí," dije, viendo que madre e hija comenzaban a susurrar, claramente tratando de que no escuchara. "Volveré para el almuerzo," añadí, y acto seguido, los tres clones desaparecieron en un charco de sangre.

"¡Ahhh!" gritó Andromeda, sobresaltada por mi repentina desaparición.

"Tranquila, mamá," la calmó Tonks. "Así desaparecen sus clones. Él está bien... donde sea que esté."

"¿Era un clon todo este tiempo?" preguntó Andromeda, aún sorprendida.

"Sí, creo que sí. Pero no importa, él percibe todo lo que sus clones ven y sienten, así que básicamente estuvo aquí con nosotras todo el tiempo," explicó Tonks con naturalidad.

"¿Y cómo lo distingues de sus clones?" preguntó Andromeda, aún intrigada.

"No puedo" admitió Tonks "nunca sé si es el real, a menos que tengamos sexo. Siempre que hacemos algo sexual, él se asegura de usar su verdadero yo"(Tonks)

"Oh..." 

Hubo silencio en la sala, mientras Andrómeda iba asimilando todo lo que acababa de suceder. Para cuando se relajó volvió a mirar a su hija.

"¿Entonces... a pesar de todo, su pene no es pequeño?"

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