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¿Puedo acompañarle esta noche?

Sin considerar lo que estaba pensando Javier, Samara se levantó primero y corrió hacia la puerta del quirófano.

-Doctor, ¿Cómo esta? -sus manos estaban sudando. Ese nerviosismo era cien veces mas intenso que consultar los puntos de ingreso a la universidad.

El medico se quito la mascarilla y respiro:

-Ahora no esta en peligro, pero aun tengo que ver si tendrá fiebre esta noche. Si puede sobrevivir y despertarse mañana, entonces no habrá ningún problema. Si no… -el medico paro de hablar, pero Samara lo entendió. La noche era crucial.

- ¿Puedo acompañarle esta noche? -Samara sabía que, con una herida tan grave, Álvaro iba a ser enviado a la UCI. Sin embargo, no se permitía que los miembros de la familia lo acompañaran a entrar. Pero si salía directamente, Samara no podía perder el cuidado. Siguió diciéndose a sí misma que Álvaro era la única esperanza para Laura.

Su ruego hizo que el medico estuviera en un dilema. Justo en ese momento, Josué volvió.

-Deje que se quede. Ella es la prometida del señor. Será la dueña de la familia Ayala.

Las palabras de Josué sorprendieron a Samara por un momento. Cuando escucho las palabras de Josué, el medico fue más respetuoso con Samara.

-Señorita, por favor, póngase ropa estéril y síganos a la UCI. Pero, es mejor que coma algo primero. No permitimos que los familiares lleven comida, vamos a poner una inyección nutritiva al paciente. Las palabras del médico hicieron que Samara asintiera. Aunque no tenia hambre, se obligo a comer algo para tener energía y cuidar a Álvaro. Después, fue a cambiarse y entro en la UCI.

Javier quería decir algo, pero nadie le dio la oportunidad. Al verlo así, Josué dijo en un tono tranquilo:

-Señor Javier, por favor, espere fuera. La señorita dijo que todavía no se vaya mientras Álvaro este en peligro.

- ¡Que ridículo! Si quiero salir, ¿una mujer me lo impedirá?

Al terminar sus palabras, un guardaespaldas no pudo contenerse y se rio. Sin embargo, nadie se atrevía a decirle nada a Javier, a menos que quisiera morir. Parecía que Josué no escucho las palabras de Javier y dijo fríamente:

-Nadie te detendrá si quieres salir. Aunque disparas en la calle, nadie se atreve a ponerte obstáculos, ¿no?

Estas palabras hicieron que Javier no replicara, ya que lo había hecho. Estaba enfadado en su silla de ruedas y dijo al guardaespaldas al lado:

-Cómprame algo de comer. ¿Quieres que muera de hambre?

Desde que recibió la noticia de que Catalina había vuelto, Javier corrió a verla con prisa. No había hecho nada y le paso eso a Álvaro. Era casi medianoche y todavía no había comido nada. Si no hubiera visto a Samara comer, ya abría olvidado que no había cenado.

Naturalmente el guardaespaldas no se atrevió a tardar. Josué estaba preparando la protección de seguridad sin prestar atención a la presencia de Javier. El sintió que hoy tenia mala suerte. Su teléfono volvió a sonar, al ver que era una llamada de la señora Verónica, Javier suspiro ligeramente y contesto:

-Mama.

- ¿Álvaro aún no se ha despertado? -la voz de Verónica era ansiosa.

-Acaba de salir de la sala de operaciones, pero no esta bien. El medico dice que hay que ver si puede despertarse mañana por la mañana. -la voz de Javier se notaba cansada. Empujo la silla de ruedas a una esquina y susurro: -Mama, ¿Qué esta pasando? ¿puedes explicármelo? Puedo ver que esto no tiene nada que ver con Catalina.

Al escuchar la pregunta de su hijo, la señora Verónica se quedó callada unos segundos y le conto todo entre suspiros. Después de enterarse de todo, Javier se sintió muy mal.

-Mama, ¿Por qué eres tan tonta? Buscas a un hijo bastardo a costa de la gloria de la familia Montenegro, incluso usas técnicas tan sucias para hacer daño a una mujer inocente. ¿Por qué?

-Porque no me queda otro remedio. Esa persona dice que, si hago esto, va a darme noticias de Jaime. Yo…

-Todavía no sabemos si Jaime es de nuestra familia o no. Si es así, según la disciplina de nuestra familia, es mejor que abandonemos a tal descendiente. Mi hermano es un héroe, un mártir. Si sabe que tratas a una persona inocente de tal manera por un hijo bastardo, ¿crees que pueda descansar en paz? -ahora Javier solo quería buscar un hueco para esconderse.

Siempre estaba muy orgulloso de ser un miembro de la familia Montenegro. Incluso sintió que las personas de su familia eran muy rectas y honradas y no iban a hacer cosas como tender trampas a los demás. Además, esa persona era la señora de la familia. Por lo tanto, se enfadó y quería pedir justicia, pero no esperaba que fuera una trampa. Pensando en la expresión firme de Catalina, Javier sintió que le dolía otra vez la cara. Sin embargo, esta vez cogió el dolor por su madre.

La señora Verónica tampoco esperaba que la cosa se volviera tan grave. Solo quería encontrar al descendiente de la familia Montenegro. Creyó que Samara solo era una mujer ordinaria. No imaginaba que Álvaro la protegiera tanto. Incluso esto había sido una molestia para la familia Fernández de la Capital.

- ¿Qué debemos hacer ahora? -la señora Verónica estaba ansiosa.

Javier también estaba un poco preocupado.

- ¿Qué más podemos hacer? Es culpa de nuestra familia. Si Álvaro va a enfrentarse a nosotros, yo me encargare de todo. En cuanto a Catalina, le pediré perdón. Cualquier recompensa que quiera, voy a hacer todo lo posible. Pero mama, ¿tienes alguna información de esa persona que te dio la noticia?

-Todavía no. -al decir esto, la señora Verónica se enfadó más. Ella ya lo había hecho sin considerar la vergüenza, pero la persona desapareció sin ninguna noticia. Tampoco tenia noticias de las personas que fueron enviadas por ella.

Javier pensó que se había encontrado con un rival.

-No te preocupes. Deja que me encargue de todo. -suspiro.

Solo en ese momento, la señora Verónica se dio cuenta de que había provocado problemas a su hijo y su familia.

-Hijo, si les pido perdón en persona, ¿la situación mejoraría? -la señora Verónica sabía que su hijo era muy arrogante y orgulloso. Hoy en día, sin hablar de pedir perdón, aunque ella necesitara arrodillarse, podría hacerlo para no destruir a la familia Montenegro.

-Mama, no vengas. Tienes que cuidar tu cuerpo. Puedes esperar en el hospital, yo ya estoy aquí. -Javier colgó el teléfono inquieto. Hacía años que había dejado de fumar, pero tubo ganas en este momento.

No obstante, estaba en el hospital, por lo que no podía hacer lo que quisiera. Volviendo a la puerta de la UCI, el estado de Javier era diferente. Fue la familia Montenegro quien había malentendido a Álvaro y había calumniado a Catalina.

Al pensar que su honrada familia había hecho tal cosa, Javier se deprimió. Pero no quería escaparse, así que decidió que les pediría perdón después de que Álvaro se despertara.

Samara se cambio a un traje estéril y siguió a Álvaro a la UCI, la enfermera le puso la inyección a Álvaro rápidamente y advirtió a Samara de que los llamara si pasaba algo. En la sala, solo se quedaban Samara y Álvaro. La habitación estaba en silencio y parecía que aparte del sonido de las maquinas, no se oía nada.

Mirando a Álvaro que estaba en la cama con la cara pálida, Samara tuvo pensamientos complicados. No había visto este aspecto débil desde hace mucho tiempo. Siempre creyó que el incendio había quemado todas sus emociones. Pero en este momento, encontró que todavía sentía afecto por Álvaro.

En el estado comatoso, Álvaro estaba muy tranquilo como si fuera a desaparecer en cualquier momento. Eso le hizo recordar a Laura. Desde que nasció, Laura siempre estaba inconsciente y rara vez se despertaba, se parecía a Álvaro en este momento.

Mientras pensaba, su móvil sonó y vio la videollamada de Laura. ¿Era telepatía? Samara sonrió con amargura, pero respondió rápidamente.

- ¡Mama! -la voz blanda de Laura sonaba. Era tan suave como manos que calmaban su corazón.

-Laura, ¿acabas de despertarte?

-Si. Hoy hace mucho sol. Pero mama, me duele el pecho. Mama, ¿Dónde estás? ¿estas en el hospital? ¿estas enferma? -Laura siempre estaba en el hospital, por lo que las instalaciones le

sonaban mucho y la UCI también era un lugar que visitaba a menudo. Ahora vio a Samara estar allí y se puso nerviosa.

Al ver a su hija ansiosa, Samara dijo rápidamente:

-No, no estoy enferma. Un amigo mío está aquí y yo estoy aquí para cuidarle.

- ¿Amigo de mama? ¿Lo conozco? Mama, ¿puedo verlo? -Laura no era una niña curiosa, pero en ese momento, de repente tuvo el deseo de ver a ese amigo.

El corazón de Samara latió con fuerza.

- ¿Por qué quieres verlo? -No se. Solo quiero verlo. Mama, ¿puedo?

Los labios de Samara estaban pálidos como los de Álvaro. Quería rechazarla, pero no lo soporto. Movió el teléfono hacia la cara de Álvaro. Era la primera vez que Laura lo veía y una extraña sensación aparecía alrededor de su pecho, haciendo que ella gritara sin control.

-Mama, ¿Quién es? ¿Por qué se parece a mí?

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