El cuerpo de la mujer se puso rígido al instante.
Las escenas de sus tres años de matrimonio surgieron en su mente. Habían sido tan dulces y fascinantes que ella pensaba que este hombre seria toda su vida. Pero nunca había pensado que sería su pesadilla.
Se aferro firmemente a la sabana con los dedos. Al ver la cara de Álvaro acercándose cada vez más, su corazón casi dejo de latir.
A solo u centímetro de sus finos labios, el hombre se detuvo. Se podía ver claramente la pelusa en su rostro.
En los últimos cinco años, él había permanecido guapo y brioso. Ella ya no era tan hermosa y su hija había sufrido demasiado por la enfermedad.
Pensando en esto, Samara de repente levanto la mano y le dio una bofetada que resonó instantáneamente en toda la habitación.
Álvaro no ignoro el odio que había pasado por sus ojos y su triste mirada fue como una espada afilada penetrando su pecho. Su cara ardía de dolor, pero a él no le importaba. Apretó su mejilla entumecida y susurro:
- ¿Es suficiente? Si no, tengo el otro lado. -Samara se quedó aturdida al instante.
¿Cómo podía ser así?
No se parecía al Álvaro que ella había conocido.
Había sido una persona tan arrogante que no había permitido que nadie lo tocara. Todavía recordaba que hace años alguien lo había golpeado a propósito y casi le había quitado las piernas a esa persona. Todavía tenía miedo de que Álvaro la atacara. ¿Por qué se comportaba así ahora?
Su mirada estaba llena de ternura, como si ella fuera su amante. Había visto que ella solo miraba así a Rebeca, que ahora le resulto algo irónico.
Samara de repente volvió la cabeza para evitar el aliento de Álvaro. Respiraba nerviosamente y su mente estaba completamente desorientada.
-Álvaro, ¿esto te es interesante? No creas que puedo perdonarte por lo que estás haciendo. Nunca olvidare el insulto y la lesión que tú y tu novia me habéis provocado, más el accidente de la prueba del coche. Además, ¿realmente crees que ha sido un accidente? -Samara no se atrevió a mirarle a los ojos.
Este hombre sabía bien cómo actuar y fingir. Ella no parecía ser rival para él.
Al ver a Samara encogerse otra vez, Álvaro agarro su mano.
Ella hizo lo posible para liberarse, pero no lo consiguió.
-Álvaro, ¿Qué quieres exactamente?
-Es lo que debería preguntar yo. ¿Qué quieres que haga exactamente? Dime. Mientras hables, incluso si quieres mi vida, te la daré. -Álvaro dijo sinceramente, mirando hacia ella con sus ojos finos.
Su corazón se detuvo por un segundo y sintió dolor.
-Realmente sabes bromear. Nos acabamos de conocer y ya me estas tratando así. ¿No tienes miedo de que Rebeca se ponga celosa? ¿O es el truco que sueles usar para ligar? -casi se dejó engañar.
Este hombre se amaba tanto a sí mismo, ¿Cómo podría decir algo tan conmovedor? Además, aunque tenía dudas sobre ella, ¿sería posible que sacrificara su vida por sus sospechas?
Si la había amado en el pasado, aún era posible. ¿Pero alguna vez la había amado?
Durante su matrimonio, ella siempre lo había perseguido, mientras él era arrogante e indiferente. Incluso durante su embarazo él había sido tan cruel que había ordenado que la quemaran hasta a muerte. ¿Por qué ahora se comportaba como un enamorado? ¡Era ridículo!
Un rastro de tristeza paso por los ojos de Samara.
Álvaro no lo ignoro y puso la mano de Samara en su cara, donde estaba ardiendo.
Samara quería sacar su mano, pero él era muy fuerte, pero no se resignaba y lo miro con rabia.
Al verla así, a Álvaro le parecía haber vuelto a los días en que lo había perseguido. Después de saber que ella había sido enterrada en el mar de fuego, las cosas que antes había considerado insignificantes se habían vuelto más y más impresionantes y no dejaba de dolerle el corazón.
Solo entonces se había dado cuenta de lo mucho que la amaba.
Ahora que ella había vuelto, no le importaba que motivos tenía ella ni que quería hacer, le contentaría siempre que se quedara a su lado.
-Nunca he ligado con otras mujeres. Solo con mi mujer. -la voz de Álvaro era profunda y suave.
Todas las defensas de Samara casi se colapsan.
Su mirada era demasiado tierna, su voz demasiado encantadora e incluso su aliento llevaba un olor refrescante.
Samara sintió que le empezaba a doler un poco el corazón.
¿Mujer?
¿Recordaba a su mujer?
-Realmente eres un bromista. Yo, Catalina, no soy tu mujer. -Aprovechando el descuido de Álvaro, Samara uso toda su fuerza y consiguió sacar su mano.
Parecía que todavía quedaba su temperatura en la mano, pero ella la puso bajo la manta para que estuviera fuera de su vista.
Álvaro sintió su cara y su mano vacías, como si todo su corazón estuviera vacío.
Durante cinco años, había guardado la habitación fría que muchas veces no había podido conciliar el sueño. Ahora ella por fin había vuelto. Estaba frente a él, tan vivida, mostrando sus emociones, e incluso podía tocar la calidez de su cuerpo. Sintió que su corazón se volvió vivo y cálido.
Ya que Samara no quería admitirlo, entonces no la forzaría. Creía que un día ella diría su propósito y el revelaría su secreto.
Álvaro de repente sonrió festivamente, havendo que Samara se asustará.
'¿Este hombre está loco?'
-Álvaro, te advierto que no pienses que no puedo hacerte nada ahora que estoy herida. Si te atreves a hacerme algo, te prometo…
-No voy a hacer nada. Solo me quedare aquí para cuidarte y que te recuperes. -Álvaro se puso de pie sonriendo y recogió el tazón y los palillos.
El sonido del agua corriendo vino del baño. Álvaro estaba limpiando los utensilios.
Samara se quedó totalmente pasmada.
¿Era realmente el Álvaro que había conocido?
¿Cómo podía aguantar así?
Su mente estaba en un completo desorden.
¡De echo era un zorro!
¿Tal vez había sentido algo y cambiado su estrategia?
Cuando ella estaba pensando en las tonterías, Álvaro salió. Le dio una toalla caliente a Samara y dijo en voz baja:
-Límpiate la cara. ¿Te ayudo?
-No es necesario. Puedo hacerlo yo sola. -Samara tomo la toalla con rapidez para evitar el contacto físico con él.
Ahora no sabía que le había pasado a Álvaro, que vino a cuidar de ella personalmente. Realmente no lo esperaba.
- ¿No tienes que ir a la empresa? Hay tantas cosas que despachar y la cooperación entre las dos compañías ha atraído mucha atención. Ahora que ha pasado esto, probablemente los periodistas han armado un alboroto, ¿no? ¿Por qué no sales a dar unas explicaciones? -Samara esperaba que Álvaro se fuera lo antes posible.
Este hombre era demasiado extraño y causaba presión en la gente. Mientras él estaba aquí de pie, la atmosfera interrumpió sus pensamientos.
Ella tristemente descubrió que todavía no podía resistir a sus encantos.
En el pasado Álvaro la había tratado tan fríamente y ahora de repente era otra persona. Ella…
Samara sacudió la cabeza de golpe.
¡En que estaba pensando?
¿Por qué había vuelto?
¿Acaso era para reconciliarse?
¿Había olvidado su dolor? ¿Había olvidado a su hija?
Samara agarro estrechamente la toalla y su mirada de repente se volvió fría.
-Álvaro, no sé por qué insistes em hacer esto, pero me has causado problemas. ¡Por favor, vete!
Álvaro raras veces había sido rechazado. Había permanecido en una posición alta durante muchos años y nadie se atrevió a hablarle así. ¿Quién no lo había tratado con cautela? Incluso Rebeca vivía bajo su control.
¡Excepto Samara!
¡Solo su mujer, Samara, podía ignorar su honra!
Álvaro sintió que había contagiado una enfermedad llamada auto abuso. Siempre que fuera Samara, no le importaba lo desagradable que fueran sus palabras y aun estaría feliz de escucharlas. Incluso deseaba que ella hablara más.
Viendo la suave mirada de Álvaro hacia ella, Samara sintió que esto era aterrador.
Ella conocía muy bien a Álvaro. Devia estar escondiendo algo en esta situación anormal.
Samara rápidamente retiro su mirada y dijo con el ceño fruncido:
-Álvaro, ¡te dije que te vayas!
- ¿Qué es inconveniente? No lo creo. -al terminar de hablar, sirvió un vaso de agua y la puso en la cabecera de la cama. Luego se sentó frente a la ventana, saco su portátil y lo abrió. Susurro: -Estas herida. Descansa más. No te voy a molestar. Si necesitas algo, puedes llamarme. No tienes que tratarme como si fuera tu jefe. Mientras quieras puedes tratarme como a una enfermera.
Samara de repente sintió que este hombre era un sinvergüenza.
-Eres el presidente del Grupo Ayala y no puedo tratarte como a una enfermera en ninguna ocasión. Además, tú y yo estamos solos en la misma habitación. ¿Cómo se interpreta esto?
-Mientras no tengas secretos, ¿Por qué temes a lo que digan los demás? ¿O estas diciendo que planeas algo contra mí? -los ojos de Álvaro brillaron al instante y la mirada de anhelo casi hicieron que ella perdiera el control.
¿Qué había hecho este hombre en los últimos cinco años?
Si no estuviera demasiado familiarizada con su olor, ella habría pensado que la persona que estaba frente a ella no era Álvaro.
- ¡Tu! Necesito ir al baño, pero mi pierna está rota y necesito ayuda especial. ¡Álvaro, esto no es conveniente para nosotros! -dijo Samara enfadada e incluso parecía estar rugiendo.
Siempre se había dicho a sí misma que se calmara cuando se enfrentara a Álvaro, pero este hombre realmente no la dejaba tranquila.
Al escuchar eso, Álvaro rápidamente dejo el portátil y se quitó el abrigo. Enseguida dio un paso adelante y cogió a Samara en brazos.
-Oye, ¿Qué estás haciendo? -Samara grito de asombro y subconscientemente agarro el cuello de su camisa.
Su camisa estaba tan bien hecha que le quedaba perfecta, ni mucho más ni mucho menos. Cuando agarro el cuello, los botones de su camisa se cayeron de repente, revelando sus fuertes músculos del pecho y el color bronce de su piel.
- ¿Qué estás haciendo tu? Si quieres verme desnudo, solo dímelo. Estaré feliz de complacerte -Álvaro sonrió de repente. Esa sonrisa llevaba un rastro de ambigüedad y provoco que Samara se pusiera roja.
- ¿Quién quiere verte? ¡Vete! -ella empujo a Álvaro de golpe.
Debido a que no lo había esperado, Álvaro de repente se inclinó hacia atrás. Pensando en la pierna de Samara, rápidamente dio un paso adelante y debido a la inercia, ambos se cayeron sobre la cama, con posturas embarazosas.