¡No soy el número uno del mundo!

Shaun lloró de alegría. Su sueño, largamente acariciado, por fin se había hecho realidad hoy.

Desde que tenía uso de razón, odiaba su origen y sus extrañas "técnicas demoníacas". Quería convertirse en un hombre noble con un estatus de élite. Quería tener hijos e hijas con un linaje de alta alcurnia.

Ahora, ¡podría lograr todo esto!

Shaun se miró en el espejo durante mucho tiempo. Nunca había sido tan narcisista. Estaba satisfecho con cada rasgo y órgano de su cuerpo.

Incluso si Rong Bailun hubiera sido una persona desaliñada que no cuidara bien su aspecto, Shaun seguiría pensando que era muy guapo.

—¿Dónde está Rong Bailun? ¿Sigue inconsciente? Despiértalo rápidamente. Tengo algo que preguntarle —ordenó Shaun.

Sabía que el tiempo era escaso. Intercambiar mentes con Rong Bailun era solo el primer paso. Tenía que volver a la base lo antes posible. No podía dejar que los subordinados de Rong Bailun supieran que se había ido.