webnovel

Orario y el balance 2.291

El viaje al calabozo fue todo un éxito en muchos aspectos. La semilla de la curiosidad y la libertad fue puesta en el corazón de Asfi. Ella parecía enojada al principio del día, pero al finalizar el día les agradeció de buen humor todo lo que aprendió de ellos.

Hermes era un tonto al pensar que Viggo solo había visto de forma curiosa quien era Asfi y sus habilidades. Cuando puedes mirar al futuro en tan solo un instante el tiempo se vuelve algo relativo. Asfi Al Andromeda proveniente de la región desértica de Santonio Vega que tiene salida al mar del sur, donde el dios Poseidón designa su destino. Por varios sucesos problemáticos la princesa Asfi tuvo que dejar su reino con ayuda de Hermes, pero ella espera que en un futuro próximo pueda volver a su reino y reclamar su lugar.

Viggo piensa que Poseidón no es mejor que Zeus así que también tomara su divinidad, la llevara con la diosa Hera y la cambiara por algo de mayor utilidad. Aquellos dioses son viejos o eran, así que su divinidad le queda a Viggo como la ropa de un padre a su hijo adolescente. En ese momento, la princesa Asfi tendrá una personalidad madura y balanceada, haciéndola lo suficientemente inteligente como para liderar a su nación. Ella será el ideal vasallo de Viggo al momento de instaurar su imperio.

Por otro lado, como el trabajo salió a la perfección, Hermes cumplió su palabra y le estuvo enseñando a Viggo a tocar la lira por una semana. Ese era su límite, ya que él no era un dios de la música ni nada por el estilo. Solo sabia tocar un poco, pero lo suficiente como para entretener a otros. Gracias a eso Viggo aprendió rápidamente lo que le pudo enseñar Hermes y ahora estaba en su casa practicando en su habitación. Semiramis le regalo una lira de oro con una forma de "U" bastante hermosa. Viggo deslizaba sus dedos sobre las cuerdas y de la vibración salía un sonido nítido y tranquilizador.

—Veo que se te dan bastante bien las artes— dijo Kisuke apareciendo en la habitación de Viggo igual que Xiao o Kiara, de la nada. Viggo se dio la vuelta y lo vio mirándolo al lado del ventanal que daba al balcón. Él camino hasta donde estaba Viggo dando vueltas su bastón mientras sus ojos quedaban ocultos bajo el sombrero blanco con rayas verdes.

—Siempre se me han dado bien las artes— dijo Viggo con una sonrisa en los labios mientras pasaba sus dedos por las cuerdas de forma juguetona para después posar la lira sobre su muslo —¿A qué debo tu visita?—

—No es nada en especial, venía a ver como estaban mis protegidos— dijo Kisuke con una sonrisa amable —Solomon parece realmente alegre durante estos días. Lo mismo Kenshin y Gwynevere—

—Sí, aun no hablan demasiado, pero por lo menos me han reconocido como su padre y a mis esposas como sus madres. Ahora se podría decir que esta es su familia. Sin embargo, solo Ken-chan parece comportarse como un niño normal. Solomon es muy callado y tranquilo igual que Gwynevere. El otro día estábamos hablando de cosas y salió la palabra muerte. Como un ser reencarnado pensé que ella se asustaría, pero no reacciono. Sin embargo, cuando mencione la luz solar todo su pequeño cuerpo se puso tenso. Padre dijo que ella era la princesa la luz solar, pero me pregunto ¿Qué clase de destino tuvo para tener miedo de algo que debería ser bueno?—

—La vida de los dioses siendo dioses no es color de rosas— respondió Kisuke llevando su mano izquierda al sombrero y aplastándolo, de esa manera proyecto mayor sobra sobre su rostro hasta que pareció que estaba en penumbras —en cierto sentido, los dioses y los humanos solo se diferencian en su poder. Así que imagínate lo que puede hacer un dios para prolongar su existencia y la de su reino—

—Padre me hablo del mundo del alma oscura, un lugar realmente triste donde todo estaba destinado a perecer—

—Esa sería la mejor descripción— dijo Kisuke con una sonrisa incomoda, aparto la mano izquierda del sombrero y su rostro se vio más iluminado. Él hizo un ademan con la mano y saco un libro grueso —para ti, mi sabio amigo, puede que te ayude a mejorar con la lira, el arpa y otros instrumentos de cuerda—

Viggo tomo el libro y le hecho una pequeña mirada —está en otro idioma que realmente no conozco—

—En ese caso— dijo Kisuke, hizo otro ademan y le tendió otro libro —esto te ayudara a traducir el lenguaje—

—No me lo haces fácil— respondió Viggo con una sonrisa, pero de todos modos tomo el libro —dime— dijo Viggo mientras revisaba el libro de idiomas —dijiste que tenías un alma pequeña que era difícil de reencarnar, no, que no alcanzaría grandes niveles. En ese caso ¿Por qué no la dejas reencarnar en este mundo? No creo que sería problema, si es un alma pequeña ni siquiera debe recordar su nombre—

—Con respecto a eso, no lo sé, creo que sería irresponsable— respondió Kisuke, apoyo su bastón en el suelo y apoyo ambas manos sobre él —verás, vivió una vida llena de conflictos. No sé si traerá caos a este mundo—

—Es imposible que un alma no traiga conflictos a este mundo— dijo Viggo —si fuera Xiao o Kiara no se preocuparían por la fortaleza si no por el potencial. En ese aspecto veo que eres joven, bueno, dentro de lo que podríamos llamar joven a alguien de tu altura—

Kisuke soltó una risita —espero que no te equivoques amigo mío— dijo —de lo contrario, será un gran problema—

—En ese caso déjamelo a mí, yo me ocupare de él. Ya estoy criando a Bell y Caenis, otro niño fuera de la familia no hará problema. No le tengo miedo—

—Me preguntó quién fue más sabio ¿Kiara o tu padre?—

Viggo sonrió mirando al suelo, levantó su rostro y respondió con una sonrisa —ambos, me ayudaron y guiaron—

—En ese caso— dijo Kisuke levantando su mano derecha y haciendo aparecer una luz que opaco incluso a la luz del sol. La llevo al pecho de Viggo y la deposito —con eso está hecho. Ten cuidado amigo, aquella persona paso toda su vida combatiendo hasta el final—

Viggo lo miró a los ojos y le dijo —soy Viggo, aquel que tiene por nombre Guerra. He olvidado mi nombre, pero puedo decir que mi vida anterior no fue tranquila. Al menos, eso siento en mi corazón—

—Claro, claro, has olvidado tu nombre, jajajajaja— dijo Kisuke de forma divertida —ok, déjame que te ayude a entender el libro de idiomas—

Viggo le tendió el libro y Kisuke le fue explicando de forma lenta y clara. No paso más de una hora antes de que Viggo entendiera la base del idioma y se quedara estudiando sin darse cuenta de que Kisuke se había ido.

Ya por la tarde Viggo tomo al bebé Kenshin, le puso un sombrero y lo llevo a pasear por las calles con destino a la región Oeste de Orario, donde estaba el distrito herrero y el taller de Tsubaki, su madre. Kenshin era un bebé hermoso con el cabello rojo igual a Viggo, el pelo liso y ojos rasgados. Era gordito y sus mejillas sonrojadas y regordetas. Tenía un año, decía alguna palabra con su lengua de trapo y apuntaba a todo lo que le llamaba la atención, como por ejemplo los caballos.

Después de una hora de caminata, Kenshin había caído dormido mientras Viggo lo acunaba en sus brazos y caminaba con él a través del distrito herrero. Los tañidos de metales en los talleres de herrería se empezaron a escuchar con más fuerza y al instante el bebé Kenshin se despertó.

—Ma, má— dijo Kenshin

—Sí, hijo— respondió Viggo —estamos cerca del taller de mamá—

Kenshin hizo fuerza con su cuerpo y Viggo lo ayudo a ponerse en vertical. Le acomodo el sombrero para protegerlo del sol y él miró los alrededores. Había un centenar de personas frente a las armerías en el distrito Herrero. Kenshin miraba todos los colores y apuntaba a las armas o armaduras de colores cristalinos. Viggo avanzaba mientras le iba explicando y de esa manera llegaron frente a la puerta del terreno donde estaba el taller de herrería. Viggo abrió la puerta metálica con tablas en vertical. Al entrar, paso por el frente de la anterior casa de Tsubaki que ahora solo era un lugar para que ella almorzara con sus aprendices. Viggo camino por el pasillo frente a la casa hacia la izquierda hasta llegar al portón del taller herrero. Kenshin y él miraron hacia adentro. Tsubaki estaba de brazos cruzados mirando como un grupo de tres aprendices trabajan un metal al rojo vivo. Dos tenían martillos y uno de ellos una tenaza con la que afirmaba el metal. Los dos martillos se iban turnando mientras el de la tenaza iba moviendo el metal.

Viggo se quedó en el dintel de la puerta mientras él y Kenshin miraban. Tsubaki estaba dando indicaciones y los tres aprendices trataban de seguirle el ritmo. Era una muchacha rubia y dos muchachos de cabello castaño, todos humanos o al menos no se veían rasgos de otras razas.

—Mamá— grito Kenshin con su pequeña voz, pero el tañido de los metales era muy fuerte y no se escuchaban. Viggo al ver que el niño insistía mejor lo llevo a la casa porque pronto se iba a frustrar y se iba a poner a llorar.

Una vez que Viggo entró a la casa, vio la cuna en el comedor, reviso que estuviera limpia y dejo ahí a Kenshin.

—¿Mamá?— preguntó Kenshin con los ojos llenos de lagrimas

—Mamá viene de inmediato ¿Quieres tu leche?— preguntó Viggo

Kenshin asintió suavemente y Viggo fue a la cocina que quedaba al lado del comedor, pero sin nunca perder el contacto visual con el bebé. Después de poner el agua a calentar, Viggo tomo a Kenshin en brazos y le fue a mostrar algunos pequeños cuadros que Viggo había pintado para Tsubaki. Ella dormía en la casa de Viggo, pero aun así mantenía pinturas de Kenshin, el propio Viggo, Kain y su madre (Tsubaki) en esta casa.

Diez minutos después entro Tsubaki junto a los tres aprendices, todos sucios y cansados.

—Señor Dragonroad— dijo la muchacha rubia, aprendiz de Tsubaki —Ken-chan, hola, hola— continuo ella acercándose al bebé.

—¡Hey, mocosa!— protesto Tsubaki con cara de pocos amigos —espera tu turno, es mi hijo, yo soy primera—

—Capitana, usted es demasiado egoísta— dijo la muchacha rubia

—Mamá— dijo Kenshin con voz quebrada

—Espérame, vuelvo rápido— dijo Tsubaki acercándose con una dulce sonrisa. Ella beso a Kenshin en la mejilla y se fue al baño para lavarse las manos. Volvió casi de inmediato y lo tomo en brazos.

Los otros dos aprendices saludaron a Viggo, él les devolvió el gesto, pero realmente no le importaban mucho, tampoco la chica rubia. A Viggo todo lo que le importaba era ver feliz a su Tsubaki y a Kenshin. Ambos abrazados mientras Tsubaki le daba pequeños besos.

—¿Cómo estuvo tu día, danna-sama?— preguntó Tsubaki después de consolar al pequeño Kenshin, ella se acercó y le ofreció sus labios a Viggo. Él se agacho y le dio un beso.

—Productivo— dijo Viggo con una amplia sonrisa —tengo que disfrutar mientras pueda, pronto me voy a ir de excursión al calabozo y el entrenamiento con papá. Ya me siento cansado. Bueno, eso no importa ¿Te gustaría escuchar algo?—

—Sí, por favor— dijo Tsubaki con una hermosa sonrisa

Viggo le puso una silla y ella se sentó. Después se sentó Viggo frente a Tsubaki y Kenshin. Viggo saco la lira de oro de su anillo, la sujeto con su mano izquierda y paso sus dedos por las cuerdas. Estas últimas vibraron produciendo un sonido claro y armonioso. Viggo fue tocando cuerda a cuerda en perfecto orden y emitió una melodía acogedora mientras su voz gruesa le dio profundidad a la canción. Tsubaki y Kenshin miraron a Viggo cantar y tocar la lira con soltura mientras los otros aprendices de Tsubaki se quedaban escuchando desde la cocina, donde estaban utilizando el lavaplatos para lavarse las manos y la cara.

La voz de Viggo se proyectó hasta la calle donde la gente se detuvo a escuchar la canción que un hombre le dedicaba a su amada.

Chương tiếp theo