La colina en el centro del laberinto era un gran complejo subterráneo que escondía todo tipo de habitación, ya sea para descansar, almacenar o trabajar. Había hendiduras, rejillas y ventanas, pero por alguna razón la niebla mortal no entraba en este lugar. Seguramente debió ser el centro de operaciones de Ivaldi.
Como prometió Brok, dentro del taller de Ivaldi tenía todo tipo de manuales de herrería desde los que poseía Viggo, regalo de Rosewisse, hasta unos nuevos. El único inconveniente es que estaban muy viejos y en lenguaje enano, pero estaban legibles. En ellos se detallaba todo tipo de procesos de herrería, mágicos y químicos para crear todo tipo de armas, talismanes, armaduras y otros artefactos.
Al llegar a la bóveda de tesoros, en la parte más profunda del taller de Ivaldi, Viggo se dio cuenta de algo. A Ivaldi se le habían subido los humos a la cabeza, ya sea por el poder, prestigio, habilidad o conocimiento. El martillo de Ivaldi, un maestro herrero, estaba hecho de oro, incrustado de piedras preciosas y la cabeza era un mineral de color turquesa trasparente. Demasiado hermoso para alguien que debería pasar todo el día entre el carbón, humo, grasa y hollín.
Viggo miró a su lado y vio a Rosewisse mirando la bóveda con una enorme sonrisa.
—Ahora entiendo porque a Semiramis le gusta tanto el oro— dijo Rosewisse fascinada con todas las riquezas que habían desperdigadas por el piso. El oro se apilaba por delante de ellos y alcanzaba un metro de altura a lo largo de la enorme bóveda. A menos que hubiera un pedestal o un mueble, todo el piso estaba cubierto de oro, piedras preciosas y otro tipo de tesoros.
—Revisa el espacio en la bolsa de la abundancia— dijo Viggo —puede ser que no puedas llevártelo todo—
Rosewisse lo miró, frunció el ceño y le dijo —odioso, si me lo llevo quiero elegir cosas para mí—
—No necesitas dármelo o dárselo a Semiramis, ella ya tiene lo suyo— respondió Viggo —si te dice algo yo hablare con ella—
—No, bueno, no lo quiero todo, no tengo uso para las monedas de oro y los lingotes. Tú te vas a quedar con las cosas de herrería ¿Verdad?—
—Sí, esa es mi intención ¿Quieres aprender herrería?—
—No, para nada— dijo Rosewisse con una mirada tímida —es solo que deberíamos darle prioridad a lo útil en lugar de los lujos—
—Vamos, tranquila, descansemos primero, veamos las grietas y busquemos si hay algún manuscrito sobre la niebla mortal— dijo Viggo —no sacamos nada con apresurarnos—
—Bueno, eso es verdad también. Aquí abajo el aire parece limpio, incluso más limpio que el de un bosque—
—Seguramente debe ser por la herrería enana, debe haber algún artefacto o magia que protege el interior de taller de Ivaldi—
Viggo y Rosewisse se dieron la vuelta y caminaron por un largo pasillo hasta una amplia recamara llena de lujos. A pesar de que todo afuera estaba sucio y deteriorado, este lugar parecía estar intacto. Una enorme cama como para Rosewisse y Viggo. Muebles con finas terminaciones, un tocador enchapado en oro con un gran espejo. Un lugar ideal para descansar. Por esto y el martillo Viggo pensaba que a Ivaldi se le había subido su prestigio a la cabeza ¿Qué hace un enano con un poco más de un metro de altura con una cama para un humano de dos metros de altura? ¿Qué hace un maestro herrero con un martillo hecho de oro e incrustaciones de piedras preciosas? Vanidad, solo alimentar su vanidad.
Al otro día Viggo y Rosewisse, ya en mejores condiciones, salieron del taller de Ivaldia. Niflheim seguía nublado, con la niebla mortal cubriendo gran parte del laberinto. La cima de la colina, sobre el taller de Ivaldi seguía igual de deshabitado que el día de ayer. Había una fina capa de pasto verde sobre la superficie y la maleza de hojas rojas con la forma de una estrella. Las tres grietas dimensionales separadas por diez metros de distancia estaban intactas.
Viggo y Rosewisse caminaron hacia las grietas dimensionales.
—¿Estás preparada?— preguntó Viggo mientras avanzaban
—Sí— respondió Rosewisse, rápidamente se lanzó al cielo y aleteo manteniendo diez metros de altura por sobre el nivel de las grietas dimensionales.
Viggo materializo el hacha leviatán y canalizo fuerza del alma a la cabeza para que se llenara de una capa de hielo. Solo por pasar el hacha cerca de la maleza las hojas rojas con forma de estrella se congelaron. Viggo llego frente a la grieta dimensional en el centro de las otras tres. Parecía una esfera de agua oscura del tamaño de un puño que buscaba expandirse, pero algo no se lo permitía. Viggo acercó su mano izquierda, toco la grieta dimensional y esta última se expandió varios metros a lo alto y ancho.
Viggo escucho una pesada y poderosa carrerilla. Al instante siguiente saltó hacia atrás y un enorme ogro rojo salió del interior de la grieta. Dicha criatura tenía un cuerpo fortalecido por los años y daba la impresión de tener escamas por todo el cuerpo. Su mirada era animal, rabioso y enloquecido con una construcción física similar a la de un gorila. Detrás de él salieron otros dos ogros que corrieron con los brazos abiertos para atrapar a Viggo, pero este último lanzó el hacha leviatán a los ojos. Un ogro se detuvo y el otro grito. Llevo su enorme mano a la cara y retrocedió dos pasos, pero su compañero continúo corriendo y trato de atrapar a Viggo. Este último retrocedió pasando por debajo de las enormes manos, enderezo su espalda y levantó su mano para que el hacha volviera a su mano. Al atrapar el hacha, Viggo la volvió a lanzar y golpeo al ogro, haciendo que retrocediera igual que su compañero.
Por otro lado, el primero ogro rojo miró al cielo, noto a Rosewisse volando con la ayuda de sus alas cubiertas por la armadura dorada. El ogro rojo dio un salto mientras agachaba su mano derecha y cuando estaba a punto de alcanzarla, lanzó un manotazo. Rosewisse aleteo y se elevó lo suficiente para evitar el ataque. El ogro cayó pesado y contundente en la tierra produciendo un temblor. Miró al cielo y lanzó un poderoso rugido que se escuchó por toda la cima de la colina. Sin embargo, en ese momento Viggo fue corriendo, lanzó su hacha y lo golpeo en la nuca. El hacha reboto, voló a la mano de Viggo y este último la atrapo. El ogro se dio la vuelta, miró a Viggo venir corriendo en su dirección, pero por detrás de él exploto una bola de fuego que lo hizo rugir de dolor. El ogro llevo sus enormes manos a su espalda, se quiso tocar y quedó desprotegido su frente. Viggo aumento la velocidad de su movimiento, saltó elevándose cinco metros de altura y quedado a la altura de la cabeza del ogro. Tomo el hacha con ambas manos, soltó un grito de guerra y descargo el hacha en la frente del ogro. Viggo iba con tanta fuerza que empujo al ogro hacia atrás y este último cayó de espaldas. Viggo quedó sobre el pecho del ogro, saco el hacha y la volvió a descargar con todas sus fuerzas, abriéndole la cabeza por la mitad.
—Viggo— grito Rosewisse desde el cielo al ver que los otros dos ogros corrían en su dirección. Ella creo varios círculos mágicos a su alrededor y al instante siguiente arrojo diez lanzas de hielo que golpearon a los ogros en el cuerpo. Las lanzas de hielo se rompieron, pero fueron lo suficientemente molestos para hacer retroceder a los ogros y obligarlos a cubrirse con los brazos.
—Una vez más— grito Viggo y corrió con todas sus fuerzas con el hacha levitan en su mano derecha. Desde el cielo Rosewisse le dio cobertura y lanzó dos grandes bolas de fuego que volaron e impactaron a los ogros. Ellos fueron empujados hacia atrás y en medio de la explosión, Viggo saltó, tomo el hacha con ambas manos y la descargo contra la cabeza del ogro de la izquierda. Al mismo tiempo, Rosewisse siguió atacando al ogro de la derecha con lanzas de hielo manteniéndolo ocupado. Viggo retamo rápidamente al ogro de la izquierda, corrió hacia el último ogro en pie y lo golpeo con el hacha por detrás de la rodilla. El ogro sintió dolor, se giró y lanzó un manotazo, pero Viggo dio un paso atrás y esquivo por el mínimo margen. Rosewisse desde el cielo aprovecho de lanzar una lanza de hielo y golpear al ogro en la nuca. El ogro grito de dolor, llevo sus manos a la nuca y Viggo se acercó para atacarlo una vez más por detrás de la rodilla. Esta vez el golpeo fue con tanta fuerza que le arranco la pierna al ogro, este último cayó sobre su rostro, puso sus manos por delante y quedó a una altura óptima para que Viggo tomara el hacha con ambas manos y la descargara con todas sus fuerzas. El ogro era puro musculo y escamas, así que fueron necesarios dos poderosos golpes para poder decapitarlo y aun así la cabeza quedó colgando de un gran trozo de carne.
Rosewisse descendió al lado de Viggo y lo vio cubierto de sangre. Lo reviso por todos lados mientras este último respiraba con fuerza, pero no pudo ver ninguna herida —¿Continuamos?— preguntó
Viggo la miró a los ojos, asintió y tomo su hacha con ambas manos. Después camino hacia la grieta de la izquierda, ya se preocuparía por sacar los tesoros desde el interior. Ahora tenía que vencerlos a todos sin utilizar touki, solo dependiendo de su clarividencia y fuerza física. Este era su entrenamiento para desarrollar su divinidad y volverse un dios.
Cada grieta tenía su propio desafío: la del centro tres ogros de elite embrutecidos por el miasma de Niflheim. La de la izquierda un centenar de draugrs, dos wulver y brujas seidr especializadas en magia de hielo. Por último, la grieta dimensional de la derecha tenía dos viajeros. Solo cabe decir que sus ultra espadones se unieron a la colección que tenía Viggo.
Con los desafíos terminados, Viggo apoyo ambas manos sobre sus rodillas y respiro con dificultad. Con su touki esto sería algo totalmente fácil, pero esa no era la idea. Su intención era desarrollar su divinidad y aumentar su fuerza física. Eso aumentaría su fuerza y cuando se viera obligado a ocupar touki el aumento de la fuerza sería exponencial.
Rosewisse bajo del cielo y se detuvo a su lado —¿Estás bien?— preguntó
—Solo un poco cansado— respondió Viggo entre jadeos —pero nada que no quite una buena siesta—
—Te descuidaste con los viajeros— dijo Rosewisse al ver que Viggo tenía un gran corte que empezaba desde el pectoral derecho y cruzaba hasta la cintura. Fue una de las tantas veces que aquellos tipos levantaron su ultra espadón y lo dejaron caer como una aterradora guillotina. Viggo lo esquivo por el mínimo margen. La herida se veía grande, pero era superficial.
—Está bien, es el precio por el descuido—
—Bebe un poco de estus y vamos a ver lo que había en las grietas dimensionales—
Viggo sonrió con astucia y le preguntó —¿tanta curiosidad tienes por ver lo que escondía Ivaldi?—
—Sí, eso fue duro, especifico y bien planeado— dijo Rosewisse con seriedad —debe haber algo importante ahí dentro—
—Está bien, vamos juntos—
Viggo camino y Rosewisse camino a su lado mientras sus ojos iban enfocados en las tres grietas del reino que mantenían la forma de una esfera de agua oscura del tamaño de un puño que trataba de extenderse. El sonido de las pisadas lo llenaba todo, el cielo estaba nublado y una tenue brisa traía el aroma a cadáveres de la niebla mortal.