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Midgar y el templo de Tyr 2.270

Viggo había terminado de revisar todos los pergaminos en el segundo piso de la cámara oculta de Odín y encontró otros documentos escritos por el propio Odín, pero de menor valor. Lo importante era la visión y los pensamientos que dejo Odín en forma de energía residual que Viggo pudo leer.

Ahora que Viggo había terminado con su labor, estaba en el patio, a un par de metros de la cama en donde Rosewisse continuaba durmiendo de su batalla con la otra valkiria. Ella estaba mirando hacia la izquierda, de lado, con su cabello de plata regado por la cama y sus alas blancas a la vista. Dormía desnuda, el clima en el patio de la cámara de Odín era un cálido primaveral.

Viggo estaba sentado en el trono del soberano, ya lo había ocupado para ordenar sus ideas y pensamientos y ahora lo ocupaba como un simple asiento. Delante de él había un atril de madera con un lienzo y con la ayuda de una paleta de colores y un pincel, pintaba un cuadro de Odín. Algo relativo a lo que había visto de aquel dios y lo que pensaba ahora.

Al fondo del patio un árbol crecía a la altura de los cinco metros y extendía sus ramas limitando los rayos del sol. Sus hojas fucsias caían con suavidad y las que ya estaban en el suelo eran movidas por la suave brisa.

En el cuadro, Viggo dibujo al gigante Ymir de fondo con una similitud física a la de Thamur. Detrás de su espalda estaban el cielo, a la derecha uno nocturno con la luna y las estrellas. A la izquierda el sol y un cielo azul despejado. Frente a él (a varios kilómetros de distancia) había una montaña y el borde de un precipicio. En dicho borde Viggo había pintado a un joven Odín, tomo la arquitectura de Thor y lo volvió más joven y menos bebedor. A sus lados lo acompañaban igual que en el mito sus hermanos Vili y Vé, ambos mayores que el joven Odín y con una actitud más fuerte ¿Por qué Viggo los había pintado de esa manera? Porque Odín era un mentiroso sin habilidad. Al menos, esa era la imagen que le dio a Viggo después de conocer sus pensamientos y planes.

Si Odín hubiera sido inteligente y valiente, no hubiera matado a Groa, custodia del conocimiento. Si hubiera sido más valiente hubiera tomado el conocimiento del ragnarok y se hubiera preparado para afrontar el futuro en lugar de buscar evitarlo matando a todos los que representaban una amenaza. Odín no era inteligente, ni sabio, ni valiente; lo que sí era es un mentiroso, y uno muy convincente. Toda su paranoia no venía de conocer el futuro, si no de su miedo a su inminente final. Toda su búsqueda del conocimiento venía del miedo a no poder hacer nada contra sus enemigos. Toda esa obsesión estaba impulsada por el miedo y por eso se atrevía a llegar tan lejos. Sin embargo, todavía era muy pronto para dar un veredicto sobre Odín, faltaban piezas en el cuadro. Por ejemplo ¿Quién era Vidar? ¿Dónde estaba y porque Odín estaba tan confiado en él? Además ¿Por qué destruyo a Ivaldi y a sus hijos? Si Odín hubiera sido valiente los hubiera mantenido vivos como a Mimir y los hubiera exprimido hasta el amargo final ¿Cuál era la diferencia de ellos con el hombre más sabio de los nueve reinos?

Viggo apartó el pincel del lienzo y tomo una profunda respiración. En ese mismo momento cayó un pétalo fucsia desde el árbol y se posó sobre la punta del pincel. Viggo acercó su rostro al pincel y le dio un fuerte soplido que apartó el pétalo.

Rosewisse desde la cama soltó un fuerte bostezo y se sentó mientras apoyaba ambas manos sobre el colchón. Ella se dio la vuelta y busco a Viggo con la mirada. Al encontrar a Viggo lo quedó mirando con ojos cargados de cansancio —hola— dijo

Viggo levantó la mirada y la vio por encima del cuadro, sonrió y respondió —hola ¿Cómo te sientes?—

—Mas cansada que en toda mi vida—

—Me imagino, perdiste bastante sangre—

—¿Qué te puedo decir?— preguntó Rosewisse con una sonrisa indefensa —me encontró desprevenida— ella se movió por encima de la cama, se bajó y camino hasta pararse al lado del trono del soberano y frente a la pintura de Viggo —¿Y esto?—

—Es Odín, sus hermanos y el grandote es Ymir—

—Odín se ve un poco…—

—¿Tonto? ¿A lo mejor ingenuo, ignorante, temeroso?— preguntó Viggo con una sonrisa en los labios —sí, lo hice así porque no puedo tener otra visión de él. Verás, estuve viendo algunos documentos y encontré varios hechos por él. No contenían gran información, pero a través de mi clarividencia pude ver cosas. Al final, solo puedo pensar en Odín como un buen mentiroso, cobarde, pero que con el tiempo se ha vuelto uno habilidoso—

—Bueno, no sé qué decir ¿desilusionado?—

—Un poco, pensé que Odín era el rey de los dioses, pero solo fue alguien que tenía poder y de repente se encontró en esa posición ¿Qué hace una persona así? Nada, absolutamente nada. No hizo nada productivo por nadie, ese merito se lo lleva su hijo Tyr. Odín solo tuvo los recursos y se preocupó de mantener su posición, eso fue todo, demasiado mezquino e incompetente para ser el rey de los dioses—

—Bueno, todavía debemos seguir investigando— dijo Rosewisse —debemos pensar en cómo lidiar con él—

—También me he preguntado lo mismo ¿Cómo matarlo? ¿Inmiscuirme en sus filas, luchar de frente con él, envenenarlo? ¿Tal vez hacer que lo maten sus propios hijos?—

—Ok, ok, ok, esos son pensamientos muy siniestros—

—Lo digo en serio, Rosewisse— dijo Viggo mirando su cuadro —antes de encontrar esos documentos la pregunta era ¿Quién es Odín? Pero después de ver sus actitudes y pensamientos, ya no quiero saber de él. Ahora la pregunta es ¿Cuál es la mejor manera de matarlo?—

Rosewisse tirito al escuchar a Viggo tener pensamientos tan siniestros como si fuera un simple juego. Ella lo miró, cabello rojo hasta los hombros, ojos azules y rostro cuadrado. Aquel rostro seguía siendo del hombre que ella amaba, pero la mirada tenía un brillo especial. Él no estaba desilusionado, él estaba disfrutando el proceso.

—Dime, Rosewisse— dijo Viggo —que crees que sea primero, el hábito o la creencia—

—¿A qué te refieres?—

—En este aspecto, es siempre sobre Odín, así que, en base a eso ¿Crees que Odín se empezó a comportar como un rey paranoico una vez que se volvió rey de los dioses o fue mucho antes que eso?—

—Eso, sería difícil decirlo—

—Bueno, yo creo que fue después de volverse rey de los dioses— dijo Viggo, le dio una breve mirada con una sonrisa astuta y después volvió a mirar la pintura —veras, creo que primero es la creencia y después el hábito. En este caso, Odín se vio en la posición de rey de los dioses, se corono a sí mismo Padre de Todo y una vez que creyó su propia mentira, se comportó de manera paranoica. Sin embargo, lo que detono su locura fue el saber que algún día moriría y su reino perecería con él—

—En ese caso ¿Las creencias son mentiras?—

—Mentiras que uno abrazaba y se protege con ellas— respondió Viggo —siempre lo he pensado y me lo digo a mí mismo "nací con suerte". De esa manera siempre me he movido de manera irresponsable pensando en que siempre iba a tener suerte, creí en eso y lo transformé en mi coraza protectora. Siempre pensando, pase lo que pase, tendré suerte y si me esfuerzo un poco, saldré de los problemas. Es, como una máscara, la máscara que me permite moverme de manera alegre y confiada delante de los demás— Viggo levantó su rostro y miró a Rosewisse a los ojos —Dime, Rosewisse ¿Tú tienes una máscara? Algo que te permite seguir adelante y tener la seguridad de que está bien como actúas—

Rosewisse miró a Viggo a los ojos y pensó que esos ojos azules jamás le habían parecido tan fríos como ahora. Parece que por un instante se habían vuelto grises con un brillo afilado similar al de una espada. Ella tirito y miró en otra dirección —yo, no lo sé—

Viggo vio como ella evito la pregunta y él mostro una pequeña sonrisa astuta, volvió a mirar la pintura y se preguntó en voz alta —me pregunto si desde ahora en adelante tendré que suponer de ante mano que la gente siempre me está mintiendo—

—Yo no te he mentido nunca, Viggo— dijo Rosewisse con preocupación

—No te sientas mal— dijo Viggo manteniendo esa pequeña sonrisa en los labios —todos pueden mentir. Yo me miento y creo cosas porque eso me permite moverme hacia adelante y vivir como vivo. De esa manera pienso que si algún día me convierto en un rey de los dioses debería ser sabio. Al mismo tiempo, pensar en los consejos que me da mi padre, la tía Hera y el abuelo Xiao. Ser alguien con una mentalidad balanceada. Todo, porque pienso que soy alguien que nació con suerte—

—Es triste cuando lo dices de esa manera—

—La verdad raramente es algo feliz— murmuro Viggo pensando en todo lo que había tenido tiempo de pensar mientras meditaba dentro del cuadro pintado. Viggo tomo una profunda respiración, guardo el pincel y la paleta de colores dentro de su anillo. Después se levantó, llevo su dedo índice y medio al espacio entre sus cejas, se concentró y el trono del soberano se desvaneció del mundo físico. A cambio, Viggo gano un punto rojo en medio de sus cejas. Viggo abrió los ojos, miró a Rosewisse y le preguntó —¿Tienes hambre? Me gustaría comer algo delicioso—

Rosewisse lo quedó mirando hacia arriba. Ahora Viggo era una cabeza más alto que ella, cabello rojo, ojos azules y unos labios sensualmente carnosos. Sin embargo, ahora la mirada de Viggo era triste. Ella estiro sus manos, le tomo ambas mejillas y lo obligo a agacharse para poder besarlo. Ese beso fue en silencio, suave y consolador. Ella se apartó de él y lo miró a los ojos —no importa cuales sean las verdades lógicas, el corazón no entiende esas cosas y yo solo sé que te amo—

Viggo mostro una sonrisa feliz, asintió y le devolvió el beso. Solo eran ellos dos en el patio exterior, el árbol al fondo era su testigo que dejaba caer sus pétalos de color fucsia sobre ellos mientras la suave brisa los acariciaba.

Después de comer, ellos se quedaron sentados en sillas frente a la mesa. Bebieron un poco de estus y comieron manzanas de Idunn, no deberían ya que ambos productos eran valiosos, pero el estado de ánimo ameritaba.

—Tengo un lugar al que quiero ir— dijo Viggo

—¿Dónde?— preguntó Rosewisse, ella miró el interior del vaso y vio que estaba vacío. Así que tomo la botella esmeralda y vertió un poco más de estus en su vaso. Después le hizo el gesto con la botella a Viggo y este último acercó su vaso para que ella le sirviera. Una vez servido el estus, Rosewisse bebió, pero Viggo dejo su vaso sobre la mesa.

—Hay otra cámara de Odín en este reino, para ser precisos, dentro del templo de Tyr—

—Eso es algo inesperado ¿Lo viste en tus visiones?—

—Claro, está en una posición alta. Desde mi visión se podía ver la parte superior de la representación del Yggdrasil—

—Bueno ¿Te quedan cosas por revisar aquí?— preguntó Rosewisse

—No, para nada, ya revisé todo y guardé todos los pergaminos—

—En ese caso ¿Qué estamos esperando?—

—Sí, pero antes de eso, vamos a aclarar algo— dijo Viggo con una mirada seria

—¿Qué cosas?—

—Nada más de batallas con valkirias para ti por ahora— dijo Viggo

—Viggo—

—Nada de peros, tú sabes bien que no estás bien, perdiste mucha sangre y si no fuera por el estus, estarías con un pie en la tumba—

—Ok, en ese caso, tú me ayudaras, no podemos posponer la situación—

—Me parece lógico—

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