Por petición de Viggo el restaurante quedó vacío. La gran mayoría era gente que se movía dentro del círculo en donde se pagan favores y no se antagoniza al que está por encima de ellos. Así que ninguno dio problema, ya tendrían oportunidad de saber quién era el muchacho pelirrojo con aquella exquisita bebida. No cualquiera podía poner sus manos en algo tan increíble.
Por lo tanto, Viggo se quedó con Sakura y Ana sentada a sus lados mientras Edgar permanecía sentado del otro lado de la mesa. Los garzones y barman habían sido retirados y solo quedaba el cocinero y la administradora para atenderlos.
—Nicol ¿Puedes dejarnos solos?— preguntó Viggo a la mujer de los rizos rubios que administraba el restaurante.
La mujer en un elegante vestido blanco y tacones, sonrió, se dio la vuelta y camino contoneando su cadera hasta la barra, a veinte metros de distancia.
Viggo miró el restaurante tomando nota de lo agradable, elegante y espacioso que era. Ahora entendía mejor a su padre y lo conveniente que era tener un lugar agradable para comer y conversar. Sobre todo, si querías realizar negocios con gente influyente.
Viggo le devolvió el anillo a Edgar, una cosa bien elaborada en oro con cuatro incrustaciones de rubí que formaban una cruz. Bonito, pero sin gracia. En una tarde tranquila Kain podía producir diez de aquellos. Viggo aún no podía, pero esperaba poder lograrlo en el corto tiempo.
Edgar miró su anillo y lo recogió para después dejar sobre la mesa el anillo que le había pasado Viggo como seguro. Él se puso su anillo en el dedo índice en un movimiento torpe y al ver que se sentía igual que siempre, sonrió.
—¿Cómo está Virginia?— preguntó Viggo
Edgar levantó la cabeza y miró a Viggo algo asombrado. No recuerda haber hablado de su amada cuando fue a visitar la mansión de Semiramis. Sin embargo, rápidamente recobro su sonrisa amable y respondió —bien, ella está en el imperio, cuidando de nuestros intereses—
—Me parece bien ¿Y qué tal tú emperador?— preguntó Viggo con una sonrisa burlesca
Edgar frunció el ceño porque pensaba que lo estaba molestando para que dijera algo imprudente de su nación.
—¿Tú emperador te visita mucho últimamente?— volvió a preguntar Viggo
—¿A qué te refieres?—
—Oooh, a nada— respondió Viggo con una amplia sonrisa mientras Sakura y Ana a sus lados soltaban una risita —¿Qué te pareció el vino que traje?—
—Es…peculiar, algo digno de compartir—
—Por supuesto, estás hablando con la única persona que lo puede conseguir— dijo Viggo con una amplia sonrisa
—¿Cuál es el motivo de su visita?—
—Quisiera que hiciéramos negocios, buenos negocios—
—Su esposa se negó el otro día—
—Eso fue porque tú te querías meter en su cama y después quitarle sus cosas como si ella fuera una tonta—
Edgar se quedó congelado por un momento, pero después sonrió con desdén —usted no sabe lo que es la sutileza— dijo
—Claro que sé de sutileza, si no, hubiera llamado las cosas por su nombre, como manipulación, extorsión, robo y destrucción. Mi familia es joven Edgar, pero a ti y a tus asociados no parece importarle. Ahora ¿Hablamos de negocios o tenemos que seguir dando rodeos?—
Edgar quedó mirando a Viggo, en ningún caso se le noto odio o molestia. Solo hablaba de una cosa, pero como si no lo sintiera. Era indiferente a sus movimientos, invitaciones e insolencia delante de Semiramis. Solo era un mocoso, pero estaba bien educado.
—¿Qué negocios?— preguntó Edgar apoyando sus codos sobre la mesa, entrelazando sus manos y colocando una sonrisa que lo hacía ver amistoso.
—Es sencillo, Edgar— dijo Viggo —vas a ir a donde Semiramis y cumplirás todas sus solicitudes. No te preocupes, no espero que trabajes motivado, pero como supongo, la motivación vendrá con el tiempo—
Edgar quedó mirando a Viggo como si él fuera un tonto, pero a Viggo no pareció importarle. Le devolvía la mirada como si él supiera algo que Edgar desconocía por completo.
—Recién me acusas de no tener respeto por tu familia y ahora me acercas a tu esposa ¿No te entiendo?—
—Sabes, Edgar, no conoces a las mujeres. A lo mejor has conquistado niñas aburridas o mujeres ociosas, pero realmente eres aburrido. Toda tu seducción se basa en tu aspecto de niño andrógino con cara de cachorro abandonado, pero no entiendes nada de las mujeres. Tú nunca tendrás una oportunidad con Semiramis, eres demasiado aburrido. Para empezar, eres el perrito faldero de alguien más—
Edgar se levantó de su silla y miró a Viggo con seriedad —no estoy aquí para que me insulten— dijo
Viggo lo miró desde su asiento con una sonrisa confiada —yo tampoco estoy aquí para que me cuestionen. Ahora, ve con Semiramis, ponte a su servicio y escucha su solicitud. Con el tiempo entenderás lo que significa tener esta oportunidad y lo amable que fui contigo—
—Mas vale que me des una buena respuesta Viggo Dragonroad para decir todas estas estupideces—
—Lo vas a perder todo, Edgar—
Edgar se quedó congelado durante unos segundos, pero después mostro una sonrisa divertida y estallo en carcajadas mientras se tapaba la cara con la mano.
Viggo lo vio reír de pie, en una actitud fingida, pero él también lo sabía. Viggo no estaba diciendo mentiras, delante de él había un futuro cadáver que se perdería en su viaje de vuelta al imperio. Sin embargo, a pesar de que Edgar es un conde, gracias a los deseos de Virginia y el emperador, su muerte se convertiría en un número más de las tantas muertes en naufragios que había cada año.
Viggo tomo su copa con Estus, bebió un largo sorbo hasta que la copa estuvo vacía y la dejo sobre la mesa.
Al mismo tiempo, Edgar dejo de reír y miró a Viggo por entremedio de los dedos de su mano que cubría su rostro. Ver a Viggo tan tranquilo e indiferente le provocaba cierta inquietud, pero no, solo deberían ser estupideces de un joven que trata de vengarse de él por querer seducir a su esposa por delante de él. Si algo admiraban las mujeres era el valor y el estatus. Edgar con su estatus podía estar seguro de que un simple aventurero como Viggo no le haría daño. Por otro lado, hacer su movimiento en frente de todos y opacar al novio o al marido, era algo que conquistaba a las mujeres. Varias veces ellas se mostraban disconformes actuando delante de los maridos, pero después buscaban a Edgar para algo más que solo charlar. No Viggo solo intentaba asustarlo, era un niño, un ignorante. No sabía nada del mundo.
—Me parece agradable tu conversación infantil, pero no ando detrás de tu esposa. Puedes dejar de decir mentiras, no es propio de alguien con tu edad— dijo Edgar con una amplia sonrisa y mirando a Viggo con desdén.
—Yo creo que eres ignorante porque quieres, Edgar— dijo Viggo con total tranquilidad —pero no me importa. Ayudare a tu cerebro a ver la realidad— Viggo levantó su rostro y lo miró a los ojos. Entonces una luz dorada emergió en sus pupilas que se manifestó como rayos de energía que cubrían el globo ocular —nací semidios, Edgar. No soy como tú o como la gente que vive en Orario. Puede que sea junto a mi hermano Ottar, la primera generación de semidioses en más de mil años. Así como el vino que probaste es algo exclusivo a lo que solo yo y otro grupo de personas contados con mi mano puede acceder. Así también mi conocimiento es algo a lo que solo yo puedo acceder— Viggo cortó el flujo de poder divino, su clarividencia se apagó y sus ojos volvieron a ser normales —no me subestimes, Edgar. No te tengo miedo, no tengo miedo a tus actitudes seductoras. Ahora ¿Te interesa hacer negocios o no?—
Edgar se quedó de piedra, sentía que estaba en su cuerpo, pero no escuchaba sonido alguno ni sentía nada a través de su cuerpo. Era como si todo lo viera a través de un cristal sin realmente estar presente. Sin embargo, estaba presente, escuchando a un muchacho que mostro un truco aterrador. Dijo que él lo perdería todo, puede que sea verdad, de lo contrario el emperador no lo hubiera mandado a esta misión diplomática y en su lugar hubiera mandado a los que realmente son de su confianza.
—Tú— dijo Edgar —¿para eso necesitabas mi anillo?—
Viggo soltó una risita que confirmaba sus palabras, pero no lo dijo.
—Yo ¿Qué tengo que hacer?— preguntó Edgar
Viggo sonrió confiado y le dijo de manera simple —solo debes ir con mi esposa. Ella te dará tus instrucciones. De todos modos, lo perderás todo en el imperio, pero al menos conservaras tú vida ¿Te interesa conservar tu vida?—
Edgar tirito y agacho la mirada —¿Me matará si no le hago caso?— preguntó en voz baja
—Edgar ¿De qué estás hablando? Te estoy dando una segunda oportunidad en la vida ¿De qué me serviría matarte? Tengo a todo tu sequito para intentar lo mismo que contigo ¿Crees que ellos no harían lo necesario para sobrevivir?—
Era fácilmente reemplazaba pensó Edgar. Viggo podía tomar a otro, negociar con él y lograr lo que no lograría con Edgar. Entonces Edgar podría intentar hacer todo tipo de cosas, como tomar una ruta terrestre para volver al imperio, pero sería una angustia constante. A lo mejor, incluso así lo matarían.
—¿Quién desea mi muerte?— preguntó Edgar en voz baja
—Tú ya lo sabes, no necesito atormentarte con la triste realidad—
Edgar pensó en su amada Virginia, su rostro se deformo en una mueca de tristeza y las lágrimas cayeron por su mejilla. Viggo, Sakura y Ana lo miraron llorar. Si antes Edgar podía poner una mirada triste como la de un cachorro abandonado, ahora era un perro al que se le murió su dueño.
Edgar se pasó la manga de la camisa por su rostro y miró a Viggo —¿Qué puedo hacer por su excelencia?— pregunto
Viggo sonrió, apoyo sus manos en la mesa y acercó su rostro —no soy tu rey ni nada por el estilo. Solo dime Viggo, mientras sea con respeto, no me molestare— dijo —por otro lado, solo necesito que vayas con Semiramis y te pongas a su servicio, ella te dirá como proceder. Ya hemos preparado todo, pero si vas a hacer esto, debes saber algo—
—¿Qué cosa?— preguntó Edgar intrigado
—Cuando llegues al Imperio lo perderás todo, tú emperador se asegurará de eso. Sin embargo, pon la otra mejilla, o sea, ríndete y no pongas resistencia. Eso hará al emperador sentir pena de ti y te dejará ir. Una vez que completes esa parte de tu viaje, volverás a Orario en una embarcación de la familia Schtauffen. No te preocupes por las diferencias y anteriores conflictos. Semiramis escribirá una carta para ti y ellos te prestaran su ayuda. Deben prestarte su ayuda o les daremos la espalda y no podrán seguir fabricando futuras emperatrices para el imperio—
—¿Qué más?—
—El resto es volver a Orario y Semiramis te comenzara a dar nuevas instrucciones. No te preocupes, ambos te tenemos en gran estima. Parece que tienes algo de carisma e inteligencia. Por tu situación con Virginia ninguno de los dos te culpa, cuando conoces el amor muchas cosas en tu cerebro dejan de funcionar y te vuelves irracional, apasionado—
—Yo, lo intentare—
—Edgar, hay una cosa que me enseño mi padre y siempre la he guardado en mi corazón— dijo Viggo —los muertos no pueden hacer nada por los vivos. Así que mantente vivo y una vez que vuelvas a Orario, sano y a salvo, trata de lograr tu meta. Solo alguien vivo puede lograr un mejor futuro, una venganza o lo que sea que se te ocurra. Solo recuerda este favor que te hace la familia Dragonroad y no lo comentes con nadie—