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Preludio del cambio 2.206

Viggo se separó de su padre y camino por las calles hasta la tienda de joyas que Semiramis y Scheherezade administraban. Viggo entro a la tienda y los tres vendedores de joyas lo quedaron mirando extrañados al ver su ropa. El propio Viggo se miró, vestía como es usual: Torso desnudo con el collar de Kiara en el cuello (como habían ocupado el poder de la piedra hace un par de semanas, todavía seguía blanca, pero recuperando su azul). Llevaba la túnica roja que le cubría desde la cintura a las rodillas, el grueso cinturón de cuero con la cabeza de león en el frente y botas de cuero. Nada extraño pensó Viggo, pero de repente recordó el tipo de lugar que era una tienda de joyas. Viggo miró a los tres vendedores de joyas, dos mujeres y un hombre, todos vestían como nobles. Él alzo una ceja, cuestionándolos con la mirada, a lo que ellos respondieron mirando hacia otro lado.

-Vengo a ver a Semiramis y Scheherezade- dijo Viggo con voz gruesa. Los tres vendedores de joyas lo quedaron mirando, después se miraron el uno al otro y la más joven, una muchacha de veinte años soltó un suspiro y camino hasta el pasillo del fondo con una escalera que daba al segundo piso. Viggo se quedó dando vueltas, mirando las hermosas vitrinas de vidrio con todo tipo de joyas con incrustaciones de piedras preciosas. Un festival de colores y elegancia para la vista.

A los pocos minutos llego un cliente y los dos vendedores se acercaron con sonrisas en sus rostros. Viggo se miró una vez más a sí mismo, no se encontraba tan mal vestido y después miró hacia atrás. Viggo soltó una risita. Aquellos dos tontos miraban con buenos ojos al dios Zeus que había llegado con una muchacha de aspecto simple y que, por su apariencia, parecía venir del barrio rojo.

-¿Qué ven mis ojos? El pequeño semi dios- dijo Zeus al ver a Viggo como si quisiera entablar pelea con él -¿Dónde está tu padre para que venga a pagar las cosas por ti?-

-Padre se quedó en la mansión de la familia Hera- dijo Viggo dándose la vuelta y sonriendo de forma burlona -cuidando de su esposa y su hijo ¿Tú no tienes algo así? Ah, no, deberás, la esposa de mi padre…Bueno, no hay nada que hacerle-

-No seas insolente mocoso- dijo Zeus alzando la voz

-Entonces no me molestes y compra lo que quieras comprar- respondió Viggo y le dio la espalda como si Zeus no valiera nada. Cosa que molesto al dios, pero también ahuyento a su acompañante. La cual salió por la puerta antes de que la metieran en algún problema.

El dios Zeus solo escucho el sonido de la puerta, estiro su mano como si la quisiera alcanzar, pero ella ya se había ido. Zeus soltó un suspiro y miró a los dos vendedores de joyas -no comprare nada mientras él este aquí- dijo

A lo que los vendedores de joyas miraron a Viggo con resentimiento. Él no les prestó atención y solo siguió mirando las joyas en las vitrinas.

-Una pregunta seria- dijo Viggo de forma casual -¿Cómo alguien como tú se puede permitir venir a esta tienda? Según mi tía, esta es su mejor tienda. Yo trabaje un tiempo en este lugar y recuerdo que lo más barato que vendían eran unos aros con diamantes que costaban cinco millones de valis ¿Te los puedes permitir?-

-Eso no es tu asunto, mocoso- dijo Zeus, caminando hacia donde estaba Viggo. Este último alzo la ceja y se preguntó como Zeus podía ser tan insensible de no saber su lugar ni percibir la animosidad ¿Acaso disfrutaba ser intimidado?

-¿Y tú? ¿cómo te puedes permitir venir aquí?- preguntó Zeus -oh, verdad, tu esposa, la puta que recibe regalos de todo el mundo, trabaja aquí-

-Todo el mundo puede mirar al sol- dijo Viggo, dándose vuelta para mirar a Zeus a los ojos -pueden añorar su calor, poseer su poder y su belleza. Sin embargo, eso solo pertenece al dios creador. Tuviste una emperatriz por esposa, la reina de los dioses, todavía la llaman así, pero no la supiste cuidar. Por favor, no hables de las esposas de otros si ni siquiera pudiste cuidar a la tuya-

-¿Qué sabes tú, mocoso?- preguntó Zeus con una expresión molesta -no hay gratitud, no hay lealtad-

-Di lo que quieras, no pienso molestarme contigo- respondió Viggo -pero volviendo a la pregunta ¿Cómo te puedes permitir comprar joyas en esta tienda? El otro día supe que tu familia no te pago el palco superior que antes ocupabas y no tuviste de otra que sentarte en las butacas ¿El rey de los dioses ha caído bajo?-

-Mocoso- dijo Zeus, tomando a Viggo por el collar alrededor del cuello, acercando su rostro y quedando a un par de centímetros de la cara -si no fuera por tu padre lo tendría todo- él soltó la cadena de Viggo y continuo con una sonrisa burlona -pero pronto lo tendré todo de vuelta. No me preocupa, los mortales vienen y van. Los verdaderos dioses permanecemos inmutables ante el tiempo-

-¿En pocas palabras te vuelves obsoleto? Llevas mil años aquí en esta tierra y esto es todo lo que has logrado ¿No te da vergüenza?-

Viggo y Zeus se quedaron mirando a los ojos hasta que este último se dio la vuelta y camino a una vitrina y comenzó a señalar al azar -quiero esto, esto y esto- dijo de forma casual

-No le vendan nada- dijo Viggo, teniendo un mal presentimiento con Zeus

-No eres el dueño de la tienda- protesto Zeus

-No, la dueña es mi tía, la diosa Hera, quien lleva al hijo de mi padre en su vientre. La persona que maneja esta tienda es mi esposa, Semiramis, quien me dio una hija- miró a los vendedores de joyas y continuo -creo que ustedes dos saben a quién escuchar-

Zeus miró a los dos vendedores de joya que se quedaron congelados, sin saber que hacer -no se preocupen- dijo -la familia Zeus fue de excursión al calabozo. Recibiré dinero de las actualizaciones de estado. Será suficiente como para comprar toda esta tienda-

-No le vendan nada- dijo Semiramis, bajando por las escaleras en compañía de Scheherezade y la joven vendedora de joyas -el dios Zeus ya tiene un crédito utilizado. Hasta que no pague, no se le puede vender más ¿Acaso no les dije eso el otro día?-

-Vaya sorpresa- dijo Viggo mirando a los dos vendedores de joyas con una sonrisa burlona.

-Viggo, no agrandes más este problema- dijo Semiramis -déjamelo a mi-

-Está bien-

-Viggo, ven conmigo- dijo Scheherezade.

Viggo camino hasta donde estaba Scheherezade, ella le tomo la mano y caminaron hasta la escalera que daba al segundo piso. Sin embargo, Viggo se detuvo a mitad de camino y le preguntó -a todo esto ¿Cuál es tu divinidad?-

-Soy el rey del Olimpo- grito Zeus con ira -soy el rey del rayo y si mi divinidad no estuviera sellada, te convertiría en carbón solo con la mirada-

-Entiendo- respondió Viggo con una sonrisa burlona -lo tendré en cuenta- y continúo caminando con Scheherezade a la escalera.

Semiramis negó con la cabeza y miró a sus vendedores de joya para que echaran a Zeus de la tienda, pero el dios la miró con una furia asesina. Semiramis no se inmuto, apuntó a la puerta con el dedo indicie y dijo -por favor…-

-Ya me voy de esta maldita tienda- dijo Zeus más molesto que nunca, se dio la vuelta, camino hasta la puerta y dio un portazo tan fuerte que rompió el vidrio de todo el frontis. Al ver el destrozo que había hecho, miró hacia atrás con una sonrisa burlona y salió corriendo.

-Tú- dijo Semiramis a la vendedora más joven -ve a buscar a los aventureros de la familia Hera asignados a la tienda. Necesitamos resguardar la tienda- después miró a los dos vendedores veteranos que querían vender joyas a Zeus y les dio una mirada fría. Ellos agacharon la mirada y Semiramis continuo -ustedes dos tiene que tomar las joyas del frontis y guardarlas en sus cajas. Si falta algo, ustedes lo repondrán-

-Pero jefa- protesto el hombre

-Nada de "jefa". El otro día les dije sobre el problema con el dios Zeus, pero solo por una comisión estaban dispuestos a ir en contra de mi orden. El dios Zeus está quebrado, sin ningún valis, le debe a todo el mundo. La diosa Hera le dio un poco de crédito porque le tiene lastima, pero eso es todo. Espero que sea primera y última vez que van en contra de los que se les dice. No habrá una segunda oportunidad-

Los dos vendedores de joya asintieron y se acercaron a la vitrina del frontis, que con todas sus joyas estaba llamando la atención. Los vendedores de joyas se pusieron agresivos y echaron a todos los que se acercaron. Después se pusieron a recoger las joyas, era una tentación tomarlas todas y salir corriendo, pero Semiramis los estaba vigilando y por otro lado, es que esto pertenecía a la diosa reina de Orario. La mujer con los mejores aventureros y la mayor cantidad de recursos. Robarle a una persona así sería solo buscar la condena.

Viggo y Scheherezade bajaron a ver lo que había pasado y encontraron a Semiramis de pie, mirando el desastre que había dejado el dios Zeus. Ella se dio la vuelta y miró a Viggo con enojo. No sabía qué era peor. Un marido busca pleitos que evito que le robaran varios millones de valis en joyas. Por qué seguro que Zeus no iba a tener como pagarlo. O dos, que al haber molestado al dios Zeus, él haya destruido las vitrinas del frontis y se haya ido como un ladrón. Ahora iban a tener que cerrar la joyería hasta que volvieran a colocar los vidrios. El único alivio de Semiramis era que tenía su anillo maravilloso donde podía guardar todas estas cosas.

Semiramis soltó un suspiro y estiro sus brazos. Viggo entendió de inmediato el gesto, se acercó y la abrazó mientras vigilaba por ella que los dos vendedores de joyas guardaran las joyas de la vitrina del frente.

-¿A que viniste?- preguntó Semiramis con un tono de voz suave

-Quería verlas, hoy fue un día difícil-

-¿Ya se fueron?-

-Sí, ya se fueron-

Scheherezade abrazo a Viggo por la espalda, los tres permanecieron juntos. Ellas pudieron sentir la pena de Viggo, como una melodía monótona y apagada de un solo tono. Por supuesto, Viggo tampoco les contaría ¿Cómo explicar lo patético que se vio su hermano argumentando estupideces? Al final, solo era la envidia de una vida que no tuvo. Viggo se considera afortunado, muy afortunado. Así que no puede entender a Jason, pero no por eso lo va a humillar delante de otros. Es algo entre él y su hermano. Viggo también se preguntó si Ottar se sentía así. A lo mejor, a futuro, también estará interesado en una de sus esposas, solo porque es injusto que él lo acapare todo. Sin embargo, Viggo pudo entender algo, un hombre patético que por fuera se ve exitoso, pero por dentro está lleno de miedos, nunca podrá retener el amor de una mujer. A la larga se vuelve sofocante.

-¿Vamos a la casa?- preguntó Viggo

-Sí, solo hay que esperar que Ann traiga a los aventureros de la familia Hera asociados a la joyería-

-Entiendo- respondió Viggo

-Viggo- dijo Scheherezade a las espaldas de Viggo

Viggo volteo su rostro, miró a Scheherezade de piel oscura, ojos verdes y labios carnosos. Muy hermosa, pensó de forma inconsciente. Su largo cabello oscuro caía como dos cascadas de sedas. Viggo acercó su rostro y ella le dio un pequeño beso. Ambos rosaron sus mejillas en una caricia suave. No eran necesarias las respuestas.

-Por lo de las joyas- dijo Viggo -puedes seguir recibiéndolas, solo ten cuidado de quien, no quiero que te pase algo malo-

-Yo- dijo Scheherezade sorprendida al ver a Viggo tan tranquilo al decir eso. El otro día se había enojado como pocas veces, pero ahora parece que no le importaba -¿Ya no me regalaras joyas?-

-Yo no he dicho eso, mujer- dijo Viggo -continuare haciendo joyas, pero puedes recibirlas. Son un alago por tu belleza, solo tengo que acostumbrarte a que no soy el único que te está mirando-

-¿Ya no te importo?-

-Tonta, me importas- respondió Viggo y le dio un tierno beso en los labios -lo que no me es lo que hagan los otros-

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