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Valkiria y Familia 2.159

-¿Tú crees que también necesito una varita para hacer magia?- preguntó Viggo a Rosewisse una tarde en la que los dos conversaban de magia. Ellos estaban sentados en la terraza en medio del bosque que rodeaba la mansión. Una cúpula y pilares hechos de mármol los protegían del sol. Las corrientes de aire traían el aroma a humedad y naturaleza del bosque.

Viggo y Rosewisse estaban sentados a la mesa con todo tipo de manjares en la superficie. Rosewisse estaba sentada del lado izquierdo, sosteniendo una taza blanca con bordes dorados mientras Viggo estaba del lado derecho.

-Lo creo- dijo Rosewisse depositando la taza en el platillo sobre la mesa -pero no lo digo porque no puedas ocupar magia con las manos. Yo puedo y creo que tú también puedes, pero su manifestación es más lenta. Si quieres utilizar la magia, por ejemplo, como utilizas tu arco y flecha, debes tener una varita-

-Entiendo- dijo Viggo acariciándose el mentón –creo que es buen momento para probar si puedo utilizar magia. Vamos a ir en dos días a Muspelheim. La cantidad de draugrs que tiene Surtr para probar la fuerza de la gente no es normal-

-Creo que, si es como tú dices, sería un buen momento para probar la magia. Trata de ocupar ese instinto tuyo y ver si puedes innovar en algo-

Viggo recordó la plática con Hitomi y asintió. Ambos siguieron comiendo durante un rato hasta que Viggo miró a Rosewisse y le preguntó -¿me dejarías ver tu varita?-

Rosewisse asintió con total naturalidad. La varita apareció en su mano derecha y ella la tendió por encima de la mesa. Viggo acercó su mano derecha y la tomo. La varita estaba hecha de plata, con caracteres del tipo enano formando un círculo alrededor de las runas como Sowelu, Isa, Laguz y otros. La varita era ancha en la parte posterior, pero fina en la punta, como si fuera un lápiz.

-¿Hay algo en su interior?- preguntó Viggo

-Sí, muérdago- dijo Rosewisse -un tipo de madera que ya no existe en ningún reino por solicitud de Odín-

-Debe ser importante- dijo Viggo -hay que tenerlo en cuenta-

-No, no, no- dijo Rosewisse en un tono serio. Estiro su mano derecha y pidió su varita de vuelta. Viggo la tendió y ella la tomo y la devolvió a donde sea que Rosewisse la guardaba -esta varita es lo único que me queda de mi familia. No la ocuparas contra Odín o nadie de su familia. Si la pierdo, me muero-

-Lo siento, no quise ofenderte-

-Solo tenlo presente "Rojo"- dijo Rosewisse en un tono burlón. Ayer conoció a Tsubaki y al escucharla llamar de esa forma a Viggo, le hizo mucha gracia.

-Déjalo, ya. No puedo hacer nada si mis esposas me quieren llamar de esa manera-

-¿Cómo te llama Semiramis? ilumíname ¿Majestad, rey, su excelencia?-

-No te voy a decir, me vas a molestar de aquí a la eternidad- respondió Viggo con las mejillas ruborizadas y una sonrisa en sus labios

Rosewisse soltó una risita divertida al ver a Viggo tan avergonzado. Bueno, todas las personas tenían un seudónimo para llamar a sus seres queridos. Por ejemplo, su padre y madre la llamaban "peladita" cuando niña. Sin embargo, es normal no tener cabello en ciertas partes del cuerpo cuando eres tan pequeña. Claro, ella no le contaría a Viggo esas cosas. Le daría una vergüenza que buscaría un agujero en el que enterrarse y jamás mirar a nadie.

-Voy a decirle a padre que me ayude con eso- dijo Viggo

-¿Con qué cosa "Rojo"?- preguntó Rosewisse y soltó una risita burlesca

Viggo solo se pudo rascar la cabeza y sonreír. Por otro lado, a pesar de que la risa de Rosewisse se había vuelto escandalosa, podía decir que ella tenía una hermosa sonrisa.

-A confeccionar una varita, padre debe tener algunos materiales raros. Lo más probable cosas que en este o en tú mundo no deben existir-

-Tú padre emite ese sentimiento- dijo Rosewisse con una expresión seria. Al ser valkiria y una fuerte, podía sentir la poderosa energía del alma cuando visitaban a Kain. Era como estar cerca de un sol que te podría quemar si te expones a su poder.

-¿Quieres que le pida ayuda con una para ti?-

-Yo tengo la mía, no es problema-

-Recién me dijiste que si la pierdes, te mueres- respondió Viggo -¿No sería mejor que guardaras esa varita, donde sea que la guardes, y ocupar una que no te importe romper, perder o que te la roben?-

-Tienes un punto, chico Rojo- dijo Rosewisse, se puso de pie y le preguntó -¿Vamos de inmediato?-

-¿Qué hora es?- preguntó Viggo poniéndose de pie

-¿Cómo las seis? ¿Por qué? ¿Es muy tarde?-

-No, porque a las nueve cenan en la casa de mi padre. Tenemos que llegar lo antes posible si queremos tener tiempo para hablar con él-

-En ese caso te llevo-

-Eso…-

-Vamos, no seas un cobarde, rojo- dijo Rosewisse -ya hemos volado una decena de veces, deberías estar acostumbrado-

Viggo soltó un suspiro y asintió -solo no me agites mucho, no quisiera vomitar lo que recién comí-

-Eso es asqueroso-

-Lo que digas, pero es la realidad. Espérame cinco minutos, voy a avisar a Ester donde voy a estar para que no me esperen para la cena-

-¿Qué pasa? ¿Te golpearan tus esposas si no avisas?-

Viggo camino un par de pasos, se detuvo y volteó su rostro para decir con una sonrisa en los labios -algo parecido-

Rosewisse negó divertida de las palabras de Viggo y su actitud. Era una persona demasiado relajada, pensó. Era un buen amigo, alguien que no tenía reservas en compartir lo que tenía con otros. Le gustaba su carácter alegre, cuando cantaba o cuando compartía sus aventuras. Tenía un encanto único, pensó. Ella negó con su cabeza, pensando en que sus pensamientos se estaban dirigiendo en la dirección equivocada.

Viggo volvió cinco minutos después, Rosewisse lo abrazo por detrás, extendió sus alas y se elevó al cielo. Rápidamente se elevaron a cincuenta metros del suelo, observaron las casas y esquivaron el humo de las chimeneas. Vieron las calles transitadas por un gran número de aventureros y personas normales. Al mismo tiempo, ellos llamaron la atención de muchos niños y aventureros curiosos. A pesar de que existían todo tipo de razas en Orario, nadie nunca había visto a una mujer alada.

Con la ayuda de las alas de Rosewisse, se demoraron diez minutos en atravesar todo el distrito herrero y llegar a la casa de Kain. Rosewisse descendió con Viggo frente al manzano, en el patio de Kain. Este último estaba sentado bajo el manzano, sostenía a la bebé Eina en sus brazos.

-Bueno, eso es una forma nueva de visitar a alguien- dijo Kain en un fuerte tono que Rosewisse y Viggo pudieron escuchar

-Kya- grito Eina al ver a Rosewisse y sus alas blancas.

-Tranquila, corazón- dijo Kain cerrando un ojo en una mueca de incomodidad. Eina le había gritado al oído.

-Papá, papá- dijo Eina señalando con su pequeña mano a Rosewisse

Viggo camino a la mesa de Kain y Rosewisse lo siguió de cerca. Viggo miró de soslayo a Rosewisse y le dijo -bien, ahora se puede decir que tienes a una gran fan-

-Sí, así parece- dijo Rosewisse, caminando un paso por detrás. Ella camino hasta donde estaba Kain, sintiendo esa incomodidad ante la gran fuerza del alma. Ella tendió los brazos y Eina prácticamente saltó a sus brazos.

-Eina, yo soy tu hermano- dijo Viggo poniendo una expresión de pena, pero Eina ni siquiera lo miró

-¿A que vienes muchacho?- preguntó Kain -no creo que vengas por el pollo al horno que hace Isabel-

-No, padre, no vinimos a cenar- respondió Viggo mirando a su padre, de gran estatura, cabello largo y blanco, orejas puntiagudas y ojos azules -Rosewisse me aconsejo que utilizara una varita para poder ocupar la magia con mayor eficiencia-

-¿Utilizar un catalizador?- preguntó Kain, Viggo asintió y Kain continuo -¿Qué tipo de magia quieres ocupar? Te advierto que cada catalizador es diferente, como un arma. No es lo mismo ocupar un claymore que ocupar una espada ancha o una katana-

-Entiendo eso padre- dijo Viggo -pero quisiera una varita que me permitiera utilizar todo tipo de magias, como lo hace Rosewisse-

Kain miró Rosewisse, quien sostenía a Eina mientras la bebé le tocaba las plumas blancas de sus hermosas alas. Después miró a Viggo y le dijo directamente -no puedes, tu cerebro no es tan bueno-

Rosewisse estallo en carcajadas y la pequeña Eina, en lugar de asustarse, se rio como ella, a pesar de que no entendía de que se reía.

Viggo le dio una mirada molesta a Rosewisse. Ella le dio la espalda, se alejó, pero se siguió riendo. Viggo miró a Kain y le dijo en un tono molesto -no me avergüences padre-

-No te avergüenzo, hijo, es la verdad- dijo Kain con una expresión seria

Rosewisse volvió a paso lento, con una sonrisa en los labios y le preguntó -¿Lo dice en serio?-

-Lo digo en serio- respondió Kain con una sonrisa amigable -el otro día viniste con Viggo a mirar mi biblioteca. Descríbeme todo lo que había en su interior-

-¿Lo dice en serio?-

-Niña, hay momentos y momentos. No soy un hombre de estar bromeando todo el tiempo. Viniste aquí a preguntarme algo serio. Te estoy respondiendo de manera seria-

-Lo siento, señor- dijo Rosewisse agachando la mirada

-No te sientas mal, debe ser la influencia de mi hijo-

-Padre- protesto Viggo

Kain lo ignoro y continúo mirando a Rosewisse. Ella asintió y comenzó a describir como era la biblioteca de Kain con lujo de detalles. La posición de los muebles, la cantidad de lámparas, candelabros, estantes, la gran mesa para estudios y las sillas.

-¿Algún detalle que te llamo la atención?- preguntó Kain con una gran sonrisa

-Bueno, en la mesa de estudios estaban los nombres de Viggo y sus hermanos. Había uno al que no conozco, se llamaba Ottar-

-Ese niño anda de viaje con su diosa, es un aventurero. No te preocupes, cuando vuelva, Viggo te lo presentara-

-Entiendo- dijo Rosewisse con una sonrisa

Kain miró a Viggo y le dijo -¿Ves? Su memoria es increíble, por eso puede ocupar una gran cantidad de magias, como tú lo llamas. No creo que un muchacho instintivo como tú pueda hacer lo mismo. No te estoy subestimando, es la realidad-

-¿Cómo crees que podría hacer magia?- preguntó Viggo

-En tu caso, te recomendaría que tomaras dos o tres magias, las practicaras y las convirtieras en tu núcleo. Si utilizas tu instinto, puede que las domines de aquí a un año. Sin embargo, no te sugiero que aprendas más magias. Perderías demasiado tiempo y te volverías ineficiente-

-Eso no es para nada alentador- dijo Viggo agachando la mirada y con el ceño fruncido

-¿Qué te puedo decir? Pastelero a sus pasteles. Eres un gran talento, hijo. Estoy orgulloso de ti, como guerrero y persona. Sin embargo, no todos están hechos para dominar la magia. Incluso a mí me ha tomado mucho tiempo ser tan bueno como lo soy hoy en día-

-Entiendo, padre- dijo Viggo algo deprimido

-No te preocupes, hijo, que no manejes un gran número de magias, no quiere decir que vayas a ser débil. Por ejemplo, si continúas aprendiendo piromancia, te volverás muy fuerte, te lo aseguro. Ahora, con respecto a los catalizadores ¿Te gustaría aprender a crearlos por tu propia cuenta? Tengo mucho conocimiento que seguro sorprende incluso a nuestra joven alada amiga-

Viggo miró a Rosewisse quien sostenía a la bebé Eina, de cabello verde y pequeñas orejas puntiagudas. Después miró a Kain y le dijo -eso sería genial-

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