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Valkiria y Familia 2.154

Viggo atravesó el distrito herrero a las siete de la mañana mientras iba de la mano con Sakura y Ana, las mellizas del cabello purpura. Ambas vestían una coraza, guanteletes y botas metálicas de un color purpura, hechas por la propia diosa Hepahestus. Como señal de su procedencia, llevaba el blasón del yunque con los dos martillos a los lados grabado en medio del pecho.

Si había una diferencia en las dos hermanas, era que Sakura ocupaba su cabello hasta los hombros mientras Ana lo arreglaba en una larga coleta que le llevaba hasta la parte posterior de las rodillas. Otra diferencia en las hermanas eran las armas. Sakura tenía una aljaba y arco purpura mientras Ana llevaba dos largas dagas purpuras a los costados de la cintura.

-Viggo- preguntó Ana con voz suave como el susurro del viento -¿Cuándo vamos a ir al calabozo?-

-Puedo en cualquier momento- respondió Viggo con una sonrisa -solo paso que esta semana estuve un poco ocupado, pero eso fue todo-

-¿Qué tal mañana?- preguntó Sakura con una voz animada y una sonrisa en los labios

-Entonces mañana- respondió Viggo sin hacerse muchos problemas -podríamos ir con Tsubaki-

-Viggo tendrá que convencerla- añadió Sakura con una sonrisa incomoda -madre le comentó hace un mes que estaba cerca de volverse una maestra herrera y desde ese día ella no ha parado de templar acero. Con Ana hemos tenido que preocuparnos de llevar los trabajos de Tsubaki a la tienda de la familia en la Torre de Babel. También de cocinar, cobrar las comisiones por los trabajos y en general, cuidar de que Tsubaki no se muera del hambre-

-Veo- respondió Viggo con una sonrisa incomoda. No era como si él pudiera decir mucho, conocía el sueño de Tsubaki que le transmitió su madre Mikoto. Sin embargo, tampoco estaba bien matarse en el intento -hablare con ella- dijo

-Sería bueno, tú sabes. Relajar su cuerpo le haría bien-

Ana asintió con una sonrisa y se abrazó al brazo de Viggo con una expresión de felicidad. Habían pasado muchos meses desde que vio a Viggo y reencontrarse anoche fue lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.

-¿Qué nivel de aventureros son ahora?- preguntó Viggo de forma casual

-Nivel 3- dijeron las hermanas al mismo tiempo

-¿No es eso muy rápido?-

-Sí, según madre es lo más rápido que se conoce hasta el momento- respondió Sakura con una gran sonrisa

-¿Ya consiguieron alias?-

-Bueno, sobre eso…-

Viggo soltó una risita y ambas hermanas lo pellizcaron en los brazos. Sin embargo, no dejo de reírse ya que los dioses tenían por costumbre molestar a otras familias dándole nombres horribles a los "niños" de otros dioses. Viggo dejo de reírse, pero no pregunto. Solo sería para molestar a Sakura y Ana.

Una vez que llegaron al taller de Tsubaki, vieron como de la chimenea salía una larga nube de humo negro tubular y el tañido de los metales se escuchaba desde la calle. Era un golpeteo constante, rítmico y potente.

Sakura se alejó de Viggo, sacó la llave y abrió la puerta de la calle. Después entraron y cerraron la puerta. Viggo miró la casa de Tsubaki, de un piso y pequeña. Con el espacio suficiente en el interior para una cocina, un comedor, un dormitorio y un baño. Al lado izquierdo de la casa había un pasillo que te llevaba a un amplio patio donde había un gran galpón. Las puertas del galpón estaban abiertas de par a par. El tañido provenía de su interior. Viggo camino hasta el galpón, seguido de Sakura y Ana. Una vez que se detuvo en la entrada del galpón, vio hacia adentro. El taller tenía armas apoyadas en las paredes, también habían hecho tres grandes montículos que ocupaban la mayor parte del espacio y al final del taller, se veía una mujer de piel canela con el horno ardiendo detrás de ella. Ella sostenía un martillo con la mano derecha y unas enormes pizas en la mano izquierda, con las cuales sostenía una hoja de espada al rojo vivo. Ella levantó el martillo y lo descargo sobre el metal, haciendo que las chispas saltaran en todas las direcciones.

Viggo camino por el galpón, mirando como el hollín del carbón se había posado en todos los muebles y armas. Era un completo desastre, pero también demostraban la obsesión con la que trabajaba Tsubaki.

De repente Tsubaki sintió una molestia en su brazo, soltó el martillo y las pinzas. La hoja de espada al rojo vivo cayó sobre el concreto del piso y no produjo ningún problema. Sin embargo, Tsubaki se llevó la mano izquierda a su hombro derecho y frunció la nariz, como si se estuviera aguantando el dolor.

Viggo se detuvo a tres metros por delante de Tsubaki y dijo -deberías ir a ver a padre. Él te podría sanar y de paso darte algunos consejos-

Tsubaki levantó la cara y miró hacia adelante. Su rostro se transformó en una expresión de alegría, corrió a donde estaba Viggo y se abrazó a él. Viggo soltó una carcajada de alegría y la abrazó con todas sus fuerzas. La sostuvo de las nalgas y la cargo en el aire. Ella lo beso sin preocuparse de la suciedad, el tizne del hollín o el sudor. Sin embargo, cuando sintió que el hombro le punzaba, detuvo su beso.

Tsubaki alejo sus labios y frunció el ceño mientras llevaba su mano izquierda al hombro derecho. Viggo la continúo cargando y mirando a la cara. Tsubaki notó la mirada de Viggo e hizo una mueca incomoda.

-Yo, prepararé algo- dijo Tsubaki agachando la mirada

-No, déjalo por hoy- dijo Viggo -solo por hoy, pero primero lo primero-

Viggo bajo a Tsubaki, ella se apoyó en sus pies y Viggo busco en su bolsa de cuero una botella de Estus que siempre llevaba a mano. Tsubaki miró la botella con anticipación. Aunque ella no consideraba el Estus un licor, todavía tenía un sabor exquisito que adoraba. Era ese sentimiento agradable, como la primera vez que conoció a Kain de niña y él la invito a comer galletas y leche chocolatada. Era un sentimiento tierno, dulce y amable.

Viggo le tendió la botella con estus, Tsubaki la recibió con una sonrisa y bebió un largo trago. Al instante siguiente su brazo dejo de dolor, junto con otras partes de su cuerpo que ella había ignorado para poder continuar con su trabajo. Después le devolvió la botella a Viggo, quien la guardo. Al mismo tiempo, Tsubaki noto a Sakura y Ana por detrás de Viggo. Ellas le guiñaron un ojo y caminaron a la salida.

-Viggo, te encargamos a Tsubaki- dijo Sakura -necesita un descanso-

-Por favor, Viggo, dale un baño, apesta- dijo Ana

-Oye, mocosa- grito Tsubaki en un tono molesto.

Sakura y Ana salieron corriendo mientras soltaban carcajadas. Tsubaki miró a Viggo y se ruborizo. Ella volteó su rostro a sus hombros de forma disimulada se olfateo. Era real, estaba super, sino terriblemente apestosa. Ella agacho la cabeza, pero Viggo la abrazó. Ella se quiso apartar, pero Viggo la continúo abrazando.

-Rojo, estoy hedionda- dijo Tsubaki en voz baja y apenada

-Lo sé- respondió Viggo -desde la entrada pude oler algo apestoso diferente de los químicos que ocupas para templar el acero-

-Tú ¿Por qué no dijiste nada?-

-No es necesario- respondió Viggo -Tsubaki estaba ocupada persiguiendo su sueño ¿No?-

-Sí- susurro Tsubaki con una pequeña sonrisa en los labios, levantó su rostro y miró a Viggo a los ojos. Ahora ambos eran de un mismo porte. El rostro de Viggo había tomado facciones más varoniles y el muchacho revoltoso y problemático había dado paso a un hombre atractivo.

Viggo agacho su rostro y la beso, Tsubaki respondió y ambos se besaron durante diez minutos. Hasta que se sintieron un tanto excitados por el contacto.

-Dame un minuto- dijo Tsubaki -apagare la fragua, cerraremos esto e iremos a la casa-

Viggo asintió, pudo ver el deseo en la mirada. Tsubaki se movió lo más rápido que pudo y apago la fragua como dijo. Después busco las llaves del galpón y el candado. Salieron del galpón, dejaron todo bien cerrado y fueron a la casa.

Tsubaki se quitó rápidamente el sarashi, dejando sus enormes senos de piel canela al aire. Viggo también soltó su cinturón y se comenzó a desvestir, pero Tsubaki le pego en las manos y se acercó a él. Ella lo miró a los ojos mientras sus manos se movían sacando el cinturón y soltando la túnica roja. Rápidamente Viggo quedó desnudo y Tsubaki se desvistió. Ambos estaban desnudos en el comedor. Tsubaki tomo a Viggo de la mano y lo guio a su dormitorio. Después se acercaron a una puerta al lado izquierdo del dormitorio y entraron al baño. Se fueron a la ducha separada por una mampara de vidrio y dieron la llave para que la ducha soltara el agua en forma de lluvia sobre sus cabezas.

Ambos se abrazaron mientras el agua fría mojaba sus cuerpos. Viggo paso sus manos por las caderas de Tsubaki, sintiendo la textura de la piel casi sin grasa. Seguramente ella estuvo trabajando en la fragua hasta que sus brazos dolían o el sueño no la dejaba avanzar.

-Rojo- murmuro Tsubaki

Viggo entendió la señal, tomo a Tsubaki de las nalgas, la levantó y entro en ella. Los gemidos llenaron el baño de Tsubaki y cuando terminaron de bañarse. Los gemidos continuaron en la habitación.

Tsubaki se despertó a las cuatro de tarde, en los brazos de Viggo. Ella se acurruco lo más cerca que pudo y le beso el cuello. Después le dio una pequeña mordida en la manzana de Adán y le continúo besando la clavícula.

-¿Cómo te sientes?- preguntó Viggo con voz suave y seductora

-Mucho mejor- susurro Tsubaki con un tono de voz perezoso -ahora que estás aquí, mucho mejor-

-¿Por qué no haces un horario?-

-Eso- dijo Tsubaki abriendo los ojos y poniendo una expresión seria. Ella levantó su rostro para mirar a Viggo a los ojos. Él sonreía, con su cabello rojo enmarcando su rostro y haciendo resaltar sus ojos azules -es mi sueño-

-Lo sé, y ese sueño no se va a ir a ninguna parte- dijo Viggo -Tsubaki es muy joven y está muy cerca de alcanzar su meta, pero tampoco debe perder de vista lo importante-

-Lo pensaré-

Viggo le dio una sonora nalgada y ella le mordió la clavícula.

-Ya que no me quieres hacer caso, vamos a ir a ver a papá y tía Mikoto- dijo Viggo con el ceño fruncido

-Eso no es justo, tú sabes que esto me importa- respondió Tsubaki en un tono molesto

-Lo sé, y tú me importas a mi- respondió Viggo

Ambos se miraron a la cara.

-Vamos, Rojo, no seas así- dijo Tsubaki

-¿No ser cómo?- preguntó Viggo -todas las cosas son importantes. Tú sueño, pero también tu salud-

-¿Hasta que sea maestra herrera? Después me haré un horario. Ni una hora más, ni una hora menos-

-¿Y cuánto falta para eso?-

-Yo, bueno, no lo sé-

-En ese caso hagamos una cosa- dijo Viggo con una sonrisa astuta -te tomaras días de descanso en la semana-

-Un día- dijo de inmediato Tsubaki

-No, tres días-

-No, mucho, un día está bien, debilito mi técnica si es más tiempo-

-Dos días ¿Hace cuánto tiempo no vas a ver a la tía Mikoto?-

-Hace, hace…-

-¿Mucho tiempo o no?-

Tsubaki asintió, pensando en su madre.

-Entonces está decidido, una vez a la semana iras a ver a la tía. Nada de fraguas, yunques o espadas ¿Bien?-

-Ok, bien, lo que tu digas- respondió Tsubaki en un estado molesto y le dio la espalda. Viggo al abrazo por detrás, pero ella le dio un codazo. Ella recordó que Viggo hablo dos días y volteó su rostro para preguntarle, pero lo único que vio fue a un Viggo agarrándose el estómago. Parece que su codazo lo había dejado sin aliento.

-¿Estás bien?- preguntó Tsubaki, dándose vuelta y estirando sus manos para acariciarle el estómago. Viggo asintió y tosió un par de veces.

-Recuérdame nunca hacerte enojar- dijo Viggo

-Eso te pasa por entrometido- respondió Tsubaki

-Lo tendré presente-

-Oye, Rojo- preguntó Tsubaki en voz baja -¿Qué hay del otro día?-

-¿Cuál otro día?-

-Bueno, dijiste que descansara dos días-

-Bueno- dijo Viggo recuperando el aliento y poniendo una sonrisa incomoda -el otro día será para los dos-

-Tonto- dijo Tsubaki con una pequeña sonrisa astuta, acercó su rostro al de Viggo. Lo quedó mirando a los ojos y después lo beso.

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