Viggo y Rosewisse viajaban en un carruaje con dirección a la mansión de la diosa Hephaestus, madre de Viggo. Ella iba del lado izquierdo, mirando por la ventana y observando las oscuras calles de Orario. Las farolas pasaban una detrás de otra, mostrando a diferentes tipos de personas que transitaban las calles. Rosewisse no miraba nada en particular, solo pensaba en la desafortunada conversación que tuvo ella con la esposa de Viggo, Semiramis.
-No te enojes, Rosewisse- dijo Viggo -mi esposa, ella es una mujer de carácter fuerte y no le gusta que la contradigan, incluso si está equivocada. No te odia ni nada por el estilo. Es solo que ella tiene algo planeado para Hitomi y no quiere que alguien venga y destruya todo su esfuerzo-
-Lo sé, parecía alguien testaruda- respondió Rosewisse -gracias por defenderme-
-No es nada- respondió Viggo desde el asiento del frente -¿pero es verdad eso que me vas a ayudar con las runas? Pensé que solo lo dijiste porque te cayó mal Hitomi-
Rosewisse miró a Viggo a los ojos, con el ceño fruncido y dijo en un tono lleno de reproche -tú tienes la culpa, tus ojos todo el tiempo se iban a sus tetas ¿Qué tienen de bueno esas masas de grasa?-
-Eso, bueno- dijo Viggo de forma esquiva, miró hacia otro lado y respondió de manera casual -no puedes impedir que las abejas vayan detrás de la miel-
-Eres asqueroso-
Viggo soltó un suspiro y asintió. Después se quedó mirando por la ventana y trato de cerrar la boca para no empeorar su posición.
-Con respecto a lo otro- dijo Rosewisse cambiando de tema -¿Realmente vamos a hacer esto?-
-¿Tienes dudas? ¿No quieres vengarte de Thor? Casi nos mata, sin ninguna razón en especial-
-Bueno, sí, pero…-
-Ya escuchaste a mi padre. No sacamos nada de hacer un plan elaborado si no tenemos una forma de escape. Debemos tener la mínima de habilidad para poder atacarlo las veces que haga falta hasta matarlo. Alguien así, que solo mata porque alguien se cruza en su camino, no debería existir-
-Aun así ¿Cómo?-
-Empezaremos por mejorar nuestras habilidades. Yo te enseñare touki y tú me enseñaras la forma de fortalecimiento que tienes. La fusión de ambas cosas hará algo. Con respecto a las runas, estudiaremos su uso y su potenciación. Si realmente queremos acabar con ese tipo, necesitamos poder intercambiar posiciones. Por último, con respecto a lo que dijo Mimir, voy a hablar con una persona. Puede que nos de acceso al reino de Nilfheim. No es seguro, pero si lo logramos, podremos investigar que descubrió Ivaldi que asusto tanto a Odín-
-No parecías seguro de atacar a Odín la última vez- dijo Rosewisse
-Todavía no lo estoy, pero entre que investigamos y nos fortalecemos, podemos seguir investigando y a lo mejor encontramos buenas razones. Si no, sabremos un montón sobre Odín y nos habremos vuelto lo suficientemente fuertes para atacarlo, si es necesario-
-En ese caso, me gustaría buscar a mi abuela- dijo Rosewisse
Viggo asintió y añadió -te acompañare, de esa manera estarás segura. A lo mejor, tú abuela nos ayuda en algunas cosas-
-No lo sé, no la conocí, solo leí de ella en algunos libros-
-Es una valkiria que trabajo para tu diosa, debe saber algo, seguro que debe saber algo-
-Eres tan despreocupado, diciendo que hagamos cosas sin ningún plan de por medio-
-No tengo un plan como tal, pero si la intención de seguirme moviendo. Cuando reúna todas las piezas del puzzle, sabre lo suficiente como para hacer un real plan y moverme en consecuencia-
-Yo, quiero creer que será así-
-Créeme, será así. Al final de toda esta búsqueda sabremos lo suficiente como para saber de parte de quien estar-
-¿Y en este momento de parte de quién estarás?-
-De mí y de ti- dijo Viggo con una sonrisa rebosante de confianza
Rosewisse sonrió con dulzura y continúo mirando por la ventana, un poco más relajada de saber que no estaba sola en esta tierra tan diferente de Midgar o Vanaheim.
Una vez que llegaron a la mansión, Viggo condujo a Rosewisse a una habitación de invitados y volvió a su habitación, donde lo esperaban Semiramis y Scheherezade preparadas con camisones para dormir.
Ellas estaban sentadas en los sillones en el centro, con una mesita de vidrio cuadrada separándola una de la otra. Viggo camino hasta donde estaban ellas y se sentó en un sillón entre medio de las dos. A su derecha Semiramis y a la izquierda Scheherezade.
-¿Me pueden decir de que va esto?- preguntó Viggo con un tono de voz serio
-¿Qué cosa, Viggo?- preguntó Semiramis mirándolo con sus ojos negros, llenos de disgusto. Ella estaba realmente molesta con él, sobre todo porque defendió a una extraña.
-Puedes decir lo que quieras, pero no me haces tonto. Hitomi no es alguien sencilla-
-¿Lo dices por sus tetas? Por tu mirada pensé que era lo único que te importaba-
Viggo iba a responder, se quedó callado por unos segundos y después dijo -no, no son sus tetas. Me refiero a que su posición no es tan sencilla ¿Verdad?-
-¿Te estoy mintiendo?- preguntó Semiramis de forma casual. Ella conocía a Viggo muy bien y sobre todo conocía sus debilidades. Sus instintos eran un aparato de dos botones, Sí o no. Él podía saber si alguien le estaba mintiendo 100/100 veces, con un 100% de precisión. Sin embargo, no podía saber la verdad de aquello que no sabía o no sentía. Así que a menos que alguien lo quiera atacar, no sabría si es su enemigo. Y si alguien le ocultaba información o decía una verdad a medias, tampoco lo podría diferenciar.
-No me estas mintiendo- dijo Viggo con total certeza -pero te conozco, sé que no me estas contado toda la verdad-
-Hitomi es una esclava- dijo Scheherezade desde el sillón de la derecha
-Traidora- dijo Semiramis mirando con molestia Scheherezade
-¿Qué te puedo decir? me molesta tu actitud. Últimamente te crees la dama Hera y te sientes más inteligente que todo el mundo. Puedes hacer eso con todo el mundo, pero no con nosotros. Somos tu familia, recuérdalo-
Semiramis miró hacia otro lado y soltó un bufido.
Viggo llevó su mano a la cara y soltó un suspiro. Después miró a Scheherezade y le preguntó -¿Puedes llamar a Hitomi?-
-Sí, de inmediato- respondió Scheherezade, se levantó y salió de la habitación
Viggo miró a Semiramis y le dijo -ven conmigo-
-No quiero-
-¿Por qué no?-
-Porque…-
-Deja de ser tan orgullosa, te amo, me amas ¿Cuál es el problema con que vengas a mi lado?-
Semiramis volteo su rostro y lo miró a los ojos. Él sonreía con amabilidad, una sonrisa a la que ella no se pudo resistir. Semiramis soltó un suspiro y camino hasta Viggo, él le tendió una mano y ella la tomo y se sentó en el regazo. Viggo la abrazó con la mano derecha y llevo la mano izquierda al mentón de Semiramis. Ella volteó su rostro hacia otro lado. Viggo llevo su mano al mentón y le giro el rostro con delicadeza. Ella lo miró a los ojos y Viggo la beso. Entonces compartieron un largo beso y después se abrazaron.
-¿Qué sucede?- preguntó Viggo -¿Hay algo mal? ¿Algo que no te gusta? ¿Te gustaría vivir en otro lugar? ¿Hacer otras cosas?-
-No, yo solo, pienso que siendo más firme como la dama Hera podre estar preparada-
-¿Preparada para qué?- preguntó Viggo con suavidad, acerco sus labios y le dio un pequeño beso. Le mordió el labio con sutileza y alejo su rostro para que ella pudiera hablar con comodidad.
Semiramis miró los ojos de Viggo, de un azul profundo. Después miró los labios gruesos, con la intención de besarlo, pero se calmó y continuo -no te lo puedo decir, pero es importante. A futuro-
-El futuro es futuro. Te traje a esta tierra, eras perfecta como eras en ese momento y todavía lo sigues siendo. Tus ojos, tus labios, tu pelo, tus manos, todo tu cuerpo. Realmente te deseo, si solo no estuviera este pequeño aquí- dijo llevando su mano izquierda al vientre y tocando donde estaba el bebé -no me contendría-
-Tonto- dijo ella soltando una risita, el dio un beso apasionado y le dijo -el futuro no espera, viene como un jinete inmisericorde. Tenemos que estar preparados-
-Cuando llegue ese momento lo estaremos, hemos trabajado para ellos. Tu construirás algo hermoso, yo lo protegeré y te apoyare en todo lo que haga falta. Eres mi emperatriz-
-Tú eres mi emperador- respondió Semiramis
Viggo la beso con toda la pasión, acariciando los lugares en los que ella era más sensible al punto de que ella comenzó a jadear. Sin embargo, alguien golpeo la puerta y los interrumpió. Viggo soltó un suspiro, iba a gritar que se marcharan, ahora estaba ocupado, muy ocupado. Sin embargo, Semiramis leyó sus expresiones, le tomo el rostro y negó con la cabeza.
-Pero- susurro Viggo
-No, tú la llamaste. Sería descortés enviarlos de vuelta. Una vez que se vayan te prometo lo que quieras-
Viggo sonrió de forma juguetona y le robo un beso -¿Lo que quiera?- preguntó
-Sí- respondió Semiramis con una sonrisa llena de expectativas -lo que quieras-
-Eso suena genial- respondió Viggo,
Semiramis se levantó del regazo de Viggo y se sentó en su sillón mientras se arreglaba la ropa y el cabello. Viggo espero hasta que ella estuviera lista y cuando lo estuvo, dijo -adelante-
Scheherezade y Hitomi entraron a la habitación. Por alguna razón, Hitomi entro con las mejillas ruborizadas y una actitud tímida. Ella vio a Semiramis sentada en el sillón de la derecha y la mano de Viggo en el reposabrazos derecho del sillón de en medio. Scheherezade puso una mano en su espalda y Hitomi camino a paso lento hasta sentarse en el sillón frente a Viggo. Scheherezade se sentó en el sillón a la izquierda de Viggo.
-Muy bien- dijo Viggo con una actitud tranquila -vamos a empezar todo de nuevo. Esta vez te presentarás como realmente corresponde y me dirás tu situación. En la casa Dragonroad no somos aficionados a los esclavos-
Hitomi miró a Semiramis como preguntándole porque le contó a Viggo, pero ella negó con la cabeza. Hitomi miró a Viggo sentado en el sillón del frente, con un cabello tan rojo como el suyo. Ojos azules, vestido con una túnica que le cubría desde la cintura a las rodillas y un cinturón con una cabeza de león en su centro.
-Yo salí del reino de Alf sin permiso, estudié la magia y otros conocimientos con diversos magos. Sin embargo, cuando me metí en problemas, nadie me ayudo- dijo Hitomi
-Eso no es todo- añadió Semiramis -¿le digo yo o le dices tú?-
-Eso…- dijo Hitomi con las mejillas ruborizadas. Agacho la cabeza con vergüenza y después miró a Viggo -fui tomada como esclava por querer liberar a otros-
-Esa no es la historia completa-
-Es mi historia-
-¿Segura? el esclavista que te tenía a prisionera dijo que fuiste seducida por un humano, pero que al momento de huir te traiciono, se fue con su verdadero amor y te dejo a ti para que lidiaras con los problemas-
Viggo miró a Semiramis con la ceja levantada, en una expresión de confusión y sorpresa.
Semiramis sonrió de forma burlona y dijo -así es, la gran erudita no sabe nada del amor. Es alguien tan, tan, tan, metida en su conocimiento que no ha desarrollado esa parte que le permite diferenciar a una persona buena de una mala-
Viggo soltó un suspiro -ok- dijo agachando la mirada. Después miró a Hitomi quien lo miraba avergonzada. Viggo mostro una sonrisa amable y continuo -no diré mucho respecto a tu estado de esclavo. En los asuntos del corazón, para bien o para mal, uno no manda- eso hizo sonreír a Hitomi, encontrando por fin a alguien que no la trataba como una tonta. Viggo continuo -te liberaremos y podrás volver a tu tierra-
-No puedes- dijo Semiramis exaltada
-¿Por qué?- preguntó Viggo preocupado por tal reacción
-Ella costo mil millones de valis-
Viggo quedó de piedra, sin saber que responder.
-Disculpe- dijo Hitomi. Viggo la miró y ella continuo -con respecto a la deuda, ya lo hablé con la señora Semiramis. Trabajare hasta que la pueda pagar, mis servicios de erudita le serán de ayuda, no lo defraudare-
-Yo…- dijo Viggo algo confundido
-Acéptalo, Viggo- dijo Semiramis en un tono firme -no fue fácil, ni gratis y su conocimiento te será de ayuda-
Viggo quedó mirando a Hitomi, quien sonrió y se puso de pie. Ella tomo los extremos de su pijama e hizo una reverencia -desde ahora en adelante, por favor cuente conmigo, señor Viggo-