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Remanentes de otra Era 1.78

Al final, Viggo tuvo que depender de las hendiduras que había entre las murallas del laberinto para poder subir mientras Sakura se colgaba de su cuello y él tenía que escalar con el peso de ambos. En el proceso él se rompió varias uñas al punto de que le sangraron los dedos, pero, aun así, pudo llegar a la cima.

-Gracias- dijo Sakura cuando Viggo la dejo en el suelo

-Dijimos que serías mejores- respondió Viggo en un tono serio -recuerda esta oportunidad y aprende de ella. Mi maestro me dijo que la improvisación es un arte que se debe utilizar poco o nada, ya que con el tiempo se vuelve un mal hábito como en este momento que produjo más daño que ayuda-

-Sí, seré mejor-

-Lo sé, solo te asustaste por algo que no entendías-

Al mismo tiempo, Ana se acercó y abrazo a Sakura. Ella la llamaba tonta mientras derramaba grandes lágrimas y como un efecto reflejo, Sakura también se puso a llorar.

Viggo dejo a las muchachas tener su espacio, camino por el borde de la muralla y avanzó hasta donde estaba Semiramis y Scheherezade. Esta última estaba sentada en el suelo, mientras movía su pluma sobre el papel lo más rápido que podía.

Viggo miró a Semiramis y ella se acercó y le dio un profundo beso. Viggo la abrazo por la cintura y correspondió sus avances. Después ambos se abrazaron y ella le susurro -me tuviste preocupada-

-Lo sé, pero te explique todo de antemano- respondió Viggo, le beso la frente y continuo -espero que entiendas que esta no es una situación normal-

-No quiero volver a venir nunca más a un lugar así-

-Está bien, no es necesario, solo te traje porque tu tenías curiosidad-

-Lo sé-

-Yo quiero ir a todos los lugares que tengas que visitar, Viggo- dijo Scheherezade desde el piso, garabateando lo mejor que pudo la imagen del minotauro y de Viggo. Al final, eran solo dos monigotes que tenían una energía dinámica que los hacía ver vivos -quiero ver lo que está más allá de lo que las personas normales pueden ver. Quiero ver muchas maravillas y lugares impresionantes. Quiero escribir tus aventuras-

Viggo sonrió y dijo -entonces vas a amar Orario. Una vez que estemos allá, te mostrare un sinfín de cosas nuevas. Cosas que, para esta época y mundo, son algo inconcebible-

Scheherezade levantó su rostro mientras sus ojos de color esmeralda se denotaban entre su velo y la túnica oscura. Al mismo tiempo, sus pupilas brillaban como si ella estuviera sonriendo por debajo de ese velo -estoy esperando que llegue- dijo

-¿Vamos, Viggo?- preguntó Semiramis que aún lo abrazaba pegada a su cuerpo

-Sí- dijo Viggo -vamos, hay muchas cosas que hacer todavía-

De esa manera, Viggo llevo a Sakura en su espalda y guio al resto de las chicas a la salida. Una vez que todos salieron del palacio de Knossos, se dieron cuenta que eran como las 2 de la tarde. Así que aprovecharon la luz del día y viajaron directo a la ciudad de Heraclion. El barco estaba intacto en el puerto de los pulpos y la tripulación durmiendo y pasando una terrible resaca. Al final, el barco solo pudo zarpar al siguiente día, cuando los marineros por lo menos tenían cara de estar vivos. El destino era la isla volcánica de Nisyros, a un cuarto de día de viaje.

Por otro lado, Scheherezade tuvo que entablillarle la pierna de Sakura y después la envió a descansar al camarote de Semiramis. Todo el accidente paso porque Sakura se puso nerviosa al escuchar los terribles bramidos del minotauro. Eso, sumado a los terribles pisotones y colisiones del hacha de batalla, le produjeron un miedo que le nublo el juicio. El hecho es que ella se deslizo por la cuerda y cuando quedó a dos metros del suelo, saltó. Entonces al caer sobre la piedra obsidiana, ella se quebró una pierna. La caída era baja y para alguien atlética como Sakura, sería casi impensable que se rompiera una pierna. Sin embargo, la piedra obsidiana era demasiado dura y no amortiguo en ningún punto el impacto de la caída.

Ahora Viggo estaba sentado a un lado de la cama mientras Sakura dormía sobre su pecho. Por su puesto, todo contacto amoroso estaba prohibido. Scheherezade dijo que Sakura se había roto el hueso de mala manera y que, si se demoraban en encontrar a Kiara, le tendrían que cortar la pierna. Gracias esto, Viggo por primera vez pensó a fondo en este mundo y en lo absurdo que era quedar impedido para el resto de tu vida solo por un pequeño error. Este tipo de cosas pasaban todo el tiempo en Orario; a lo mejor, un aventurero que hizo un mal calculo y se rompió una pierna. Sin embargo, en Orario tenían la medicina, los conocimientos y la magia para sanar todo este tipo de dolencias. Romperte una pierna era algo doloroso, pero llegando al médico y dependiendo a lo que puedas acceder, tu sufrimiento sería de horas o hasta semanas. Sin embargo, romperte una pierna jamás te dejaría minusválido. "¿Cortarle la pierna?" pensó Viggo, negó en su mente y se prometió encontrar una solución lo antes posible.

-Viggo, ya llegamos- dijo Ana abriendo la puerta del camarote sin siquiera tocar.

-Ok, gracias- respondió Viggo, entonces tomo a Sakura de su pecho y la acomodo en la cama. Después él le dio un pequeño beso en los labios y la arropo.

-También quiero uno de esos- dijo Ana avanzando hasta detenerse al lado de la cama. Viggo se levantó, sonrió para ella y le dio un beso.

-Cuida de Sakura- dijo Viggo

-No tienes que mencionarlo- dijo Ana resoplando hacia un lado en un gesto de soberbia. Viggo sonrió de nuevo y le dio otro beso. Después camino a la puerta y salió a la cubierta. El barco había llegado a la costa de la isla volcánica de Nisyros, la cual estaba a un cuarto de día de viaje desde la ciudad de Heraclion-Mesara. En el aire se olía el aroma a humo y huevo podrido producido por los gases volcánicos. La isla tenía su propio muelle de piedra obsidiana y en lo alto de la cima se veía un gran arco de roca obsidiana. Era un lugar extraño, pero nadie en toda Mesara o Pefka se acercaba a la isla porque decían que estaba maldito.

A simple vista solo se veía una isla volcánica de un kilómetro de diámetro, emanando humo y con nada más que piedras y ceniza por toda la superficie. El cuello del volcán debe haberse elevado unos 200 metros en una cuesta empinada.

-Viggo, ya estoy lista- grito Scheherezade llena de emoción desde lo alto de la plataforma, que también era el techo del camarote. Viggo volteo su rostro, elevo su mirada y vio a Semiramis apoyada sobre la baranda. Al parecer, ella estaba concentrada dando órdenes a la tripulación. Por otro lado, Scheherezade ya venía bajando por la escalera del lado llevando una bolsa con todas sus cosas para tomar apuntes de la pronta lucha contra el ciclope.

Viggo aún continúo mirando hacia arriba, mirando las exquisitas facciones de Semiramis. Ella se distrajo y vio que él la estaba miranda, entonces ella lo miró con una mirada seria, como la que debería tener cualquier capitana de barco. Sin embargo, Viggo solo sonrió, se llevó la mano derecha a los labios y le lanzó un beso. Semiramis puso un rostro aún más serio, pero sus mejillas se ruborizaron. Al mismo tiempo, varios marineros lo captaron y se largaron a reír de buena gana.

-Vamos, Viggo- gritaron varios marineros

-Tú puedes, parece un hueso duro de roer, pero tenemos puesta nuestras esperanzas en ti- dijo otro marinero

-¡Cállense y muevan sus traseros!- grito Semiramis señalando con la mano la cubierta. Por supuesto, los marineros escucharon el comando y siguieron haciendo sus tareas. Sin embargo, muchos de ellos se largaron a reír.

Semiramis miró a Viggo con molestia, pero él solo levantó los hombros con una expresión en la cara de "no hay nada que hacerle".

Viggo miró a Scheherezade que venía vestida con su túnica negra y cubriendo la mitad de su rostro con un velo semitransparente.

-¿Lista?- preguntó

-Sí- dijo Scheherezade con una voz cargada de anticipación.

-Bien, vamos-

De esa manera, Viggo llevo a Scheherzade a lo largo de la isla volcánica, subiendo una empinada colina de piedras cubiertas de hollín.

-Viggo- dijo Scheherezade a medida que avanzaban -¿Por qué no aprendes a dibujar?-

-No quiero, se me da fatal, tu reacción lo dijo todo aquella vez- respondió Viggo con una sonrisa, como si la sola idea de dibujar le pareciera chistosa hasta él mismo.

-Por favor, aprende a dibujar. Es demasiado limitado lo que puedo captar yo desde mi posición. Soy una no combatiente, así que tengo que conformarme con lo que me cuentas. Hay cosas que uno solo las puede captar una vez que las ve y las vive por sí mismo. Por favor, te lo pido-

-No lo sé, no me siento motivado-

-Vamos, inténtalo, estaré ahí para ti. Ya tengo a la maestra perfecta. Ella se negó cuando se lo pedí por ti, pero estoy segura de que, si se lo pides tú, dirá de inmediato que sí-

Viggo se detuvó en medio del camino y le preguntó con incredulidad -¿Ya lo preguntaste por mí?-

-Vamos, Viggo, no es algo que te vaya a hacer mal- dijo Scheherezade deteniéndose delante de él y mirándolo con sus hermosos ojos esmeralda

-No decidas cosas por mi-

-Solo te estoy dando un impulso-

-Tengo muchas cosas que hacer-

-Esto es una forma entretención, algo que te puede ayudar a entender mejor las cosas que te rodean-

Viggo agacho la mirada y soltó un suspiro. Después él la miró a los ojos, la apuntó con su dedo índice y abrió su boca para decirle muchas cosas. Sin embargo, al mirar esos hermosos ojos esmeralda, quedó con las palabras atoradas en su garganta. Al final, solo pudo suspirar.

-Vamos, Viggo, solo dale una oportunidad. Prometo que te acompañare en todo- continuo Scheherezade

Viggo le dio la espalda y comenzó a caminar -ni siquiera sé porque si quiera lo estoy pensando en serio-

-Porque me amas- respondió Scheherezade mientras lo seguía -además, no tiene nada de malo. Créeme, es algo bueno, te lo juro, incluso podrás estar más cerca de Semiramis y tendrás algo en común con ella. Vamos, si accedes te diré otra cosa que los pueda acercar el uno al otro-

Viggo se detuvo y la miró confundido.

-¿Quién pensabas que iba a ser tu maestra?- preguntó Scheherezade deteniéndose delante de Viggo -Semiramis iba a ser la emperatriz de Persia, una mujer que fue educada en muchas artes y conocimientos para ser la mujer perfecta. Por supuesto, ella sabe cómo dibujar, pintar, escribir y recitar poesía y muchas otras artes-

Viggo agacho la mirada y pensó en sí mismo. Como le dijo Kiara en su momento, la cama era una de las partes más importantes en la vida. Si ahí había un problema, todo lo demás iba mal. Sin embargo, eso no implica que deba dejar de lado las otras facetas. El amante ideal debe ser un alma gemela para la su amada, parecido a una proyección del otro, pero como dice Kiara, sin tener que llegar al ensayo (o sea, sin tener que llegar a los extremos de la erudición). Basta con que el amante sepa lo suficiente para que las dos personas se puedan entender en un mismo nivel de conocimiento.

-Está bien- dijo Viggo, levantó su rostro y miró a Scheherezade. Ella se quitó el velo y le mostro una sonrisa cautivadora.

-Por supuesto, también quiero que me entiendas- dijo Scheherezade, acercó lentamente su rostro y le dio un pequeño beso -quiero que sepas todo de mí y que lo nuestro vaya mucho más allá. Yo sé que soy egoísta, pero por favor, escucha mi egoísmo-

Viggo la abrazo sin demora y la beso con toda la pasión que podía haber en su corazón.

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