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Remanentes de otra Era 1.73

Viggo salió del edificio en donde Semiramis y Scheherezade se estaban escondiendo. Él bajo escalinata de quince peldaños hasta llegar a un patio empedrado. El lugar tenía dos grandes edificios a los lados, separados por un camino que debe haber sido el acceso para los sirvientes. Viggo miró al edificio de la derecha, de cuatro pisos de alto y algunas murallas derruidas. Él a través de la runa Kenaz (<) y la manipulación del viento, pudo ver que había diez guerreros de los inmortales de Persia.

Ana avanzó detrás de él y se detuvo en el último peldaño de la escalera -¿Cómo avanzamos?- preguntó

-Voy por delante y tu atacas por detrás, ten cuidado con su técnica de armas arrojadizas, te podrían sorprender- dijo Viggo en tono serio

Ana sintió al escucharlo hablar así. Era como si el usual Viggo hubiera desaparecido y ahora solo quedara el guerrero. Por un lado, le producía miedo y por el otro lado le excitaba.

-Entiendo- dijo Ana con las mejillas ruborizadas mientras trataba de calmar su corazón.

Viggo solo asintió, la escucho correr por el lado derecho y él después avanzó de frente al edificio, mirando las grandes ventanas de cada piso, las murallas derruidas en el cuarto piso y vigilando cualquier cambio que pudiera haber en los alrededores. Se escucho el rebote de una piedrecilla y él entendió que lo habían visto. Entonces Viggo empezó a trotar al edificio con dirección a una pared rota de dos metros de altura por cinco metros de largo. Había una pequeña loma de escombros, la cual Viggo paso trotando mientras miraba los alrededores. Entonces él avanzo por el interior del edificio hasta la pared del otro extremo y subió una escalinata interna. Sin embargo, antes de siquiera llegar al segundo piso, un inmortal saltó con su espada sobre él para clavarla en su cabeza. Viggo dio un paso hacia atrás, dejando caer al inmortal al suelo y después lanzo un puñetazo rompiéndole la máscara de plata. El monstruo que se hacía llamar inmortal recibió el impacto y choco con la pared. La máscara del inmortal cayó al suelo partida en dos y revelo un rostro lleno de arrugas; dientes como de piraña y unos ojos con grades pupilas negras. Kiara los había llamado no-muertos, Viggo pensó que puede que tenga razón, después de todo, este tipo apestaba a muerte.

Viggo avanzó, le dio una patada frontal, estrellando al inmortal con la pared y le lanzó un segundo puñetazo, el cual pulverizo el cráneo en conjunto con la muralla.

Viggo iba a inspeccionar más de cerca al inmortal, pero escucho el sonido de varias espadas siendo desenfundadas y supo que Ana se había adelantado. Viggo le quito la espada al inmortal y comenzó a correr hasta llegar al segundo piso, después busco la siguiente escalinata y subió hasta el tercer piso. Entonces encontró a Ana en una gran habitación, estaba preparada para luchar, con ambas dagas puestas en una postura defensiva. Bajo sus pies había otro inmortal con una gran posa de sangre negra bajo su cuello. Al mismo tiempo, ocho inmortales la estaban rodeando contra la pared.

-¡Ana!- grito Viggo, los inmortales miraron hacia atrás y lo vieron correr en su dirección. Al mismo tiempo, Ana se lanzó hacia la izquierda por el inmortal más cercano.

Viggo llego frente al primer inmortal, el cual lo recibió con un espadazo horizontal. Viggo se agacho, paso por debajo de la espada y lanzó un puñetazo a las costillas, las cuales crujieron al mismo tiempo que el inmortal perdía su postura. Entonces Viggo aprovecho y realizo un corte en horizontal con la espada en la otra mano, decapitándolo al instante. De esa manera, Viggo avanzó lanzando puñetazos y patadas, decapitando de un solo golpe y haciéndose un camino para llegar hasta Ana.

Por su parte, Ana estaba concentrada en defenderse de los dos inmortales que tenía en frente. Ella también ponía atención a Viggo y como se movía igual que un fantasma. Siempre en movimiento, deslizándose y conectando poderoso puñetazos. Sin embargo, cuando se descuidó, un inmortal del frente la ataco. Ana levantó sus dagas y soporto el ataque. Sin embargo, ella se anduvo asustando cuando vio al segundo inmortal alzando su espada. No obstante, una espada voló y le atravesó la cabeza al inmortal. Entonces ella escucho a Viggo gritar y después escucho un gran estruendo. Al mismo tiempo, Ana aprovecho de empujar al inmortal, levantándole la guardia y aprovecho de rajarle el estómago. Al instante siguiente, el inmortal cayó de rodillas y Ana aprovecho de llevar sus dos dagas al cuello y cortarle la garganta.

-Te apresuraste- dijo Viggo en un tono severo, camino por la oscura habitación del tercer piso mientras Ana se daba vuelta y lo miraba con las mejillas ruborizadas. Sin embargo, pese a que los sentimientos de lujuria de Ana serían un gran disfrute para él, la siguió mirando con severidad.

-Era un ataque en conjunto- rugió Viggo cuando llego delante de ella

-Te demoraste- respondió Ana con una mirada molesta

-Es normal, estaba generando ruido y llamando su atención, debes esperarme. Un ataque en conjunto es un ataque conjunto. Si lo haces tu sola te estas exponiendo al peligro. Somos un equipo para evitar las peores situaciones-

Ana agacho la mirada y asintió.

Viggo soltó un suspiro y dijo con una voz más suave -si lo entiendes, está bien. Ven, déjame ver si te hirieron-

Ana avanzó alzando su rostro y Viggo llevo su mano derecha a la cara. Él le paso los dedos por ambas mejillas con la suavidad con que se trataría a un bebé. Ana se ruborizo al sentir su tierno tacto y abrió la boca para que él metiera su dedo. Sin embargo, Viggo negó con una sonrisa y dijo -primero bañémonos, estoy sucio, me manche con la sangre de esas cosas-

Ana cerró su boca y asintió, pero de todos modos elevó su mirada llena de anticipación. Viggo sonrió, se agacho y le dio un pequeño beso en los labios.

-Mas tarde haremos el resto- le susurro Viggo al oído. Ana asintió con una sonrisa en los labios.

Después de revisar a los inmortales y mirar los alrededores por más amenazas, Viggo volvió con Sakura, Semiramis y Scheherezade. Viggo les explico la situación y les dijo que lo mejor sería terminar con su negoció en Knossos lo antes posible. A lo que todos asintieron aceptando la situación.

Primero investigaron los alrededores y encontraron la conexión con el rio que pasaba por fuera del palacio. Era un pasillo en el primero piso del edificio a mano izquierda. Viggo y Ana se desnudaron y se bañaron. El resto de las chicas fueron a mirar los alrededores mientras Viggo apagaba el fuego de Ana. Una vez que ellos estuvieron listos, buscaron al grupo y dieron vueltas por todos los pisos de todos los edificios.

En el tercer piso del edificio de la izquierda, casi al final, Semiramis encontró una gran cantidad de vasijas, esculturas y monedas de la época del rey Minos.

-Interesante- dijo Semiramis fascinada por los hermosos grabados en las vasijas. En sí, el dibujo y la habilidad del artesano era insignificante para la época, pero llevado a la persona correcta, esto podía valer mucho dinero. -¿Qué piensas Viggo?- preguntó

Viggo que la miraba revisar las vasijas desde la distancia, dijo -puede que nadie lo haya tocado porque este lugar se considera maldito. Después de todo, se supone que aquí se encerró a la terrible bestia llamada minotauro-

Semiramis asintió con una sonrisa, paso por alrededor de una gran vasija de un metro de altura. Ella la examino y después miró llena de entusiasmo a Viggo -¿Puedo?-

-Adelante, te pase la bolsa para que evaluaras lo que nos pueda servir. Sin embargo, te recuerdo que la vasija solo tiene un significado histórico en este lugar. Cuando vayamos a mi tierra natal solo serán un montón de vasijas viejas-

Semiramis asintió, camino hasta Viggo y le dio un sensual beso en la mejilla. Viggo sonrió ante el gesto y le hizo el gesto con la cabeza para que continuara.

De esa manera, Semiramis guardo más de veinte vasijas, treinta estatus y unas cien monedas de oro. Sin embargo, el asunto por el que vinieron no aparecía por ningún lado. Viggo se empezó a impacientar cuando se empezó a caer la tarde y estaban llegando a la última sección del edificio. Bajaron por las escaleras desde el cuarto piso, al mismo tiempo que tenían mucho cuidado, ya que era el edificio que más murallas le faltaban. Algunos partes del piso se habían caído y a veces, los cimientos crujían. Así que todos bajaron lo más rápido posible hasta el primer piso y ahí encontraron una escalinata que descendía al subsuelo. Por todas las paredes se veían dibujados a los sirvientes llevando vasijas con aceite de oliva, mientras que las ballenas estaban dibujabas en la parte más alta, casi tocando el techo.

La escalinata los llevo a una bodega subterránea, a la cual le faltaba toda la pared del fondo. Viggo vio como un gran espacio de oscuridad se producía más allá, solo iluminado por un haz de luz que bajaba desde el techo. Él camino a ver lo que era mientras las ratas chillaron escuchando su aproximación y se hicieron a un lado, pero nada de eso le importo a Viggo. Él se movió hasta más allá de los escombros de la muralla derruida y quedó contento con lo que vio.

-Vengan- grito Viggo llenó de alegría -este es el lugar-

Sin embargo, ninguna de las chicas se quiso acercar. Había una gran cantidad de ratas y para que siquiera se quisieran aventurar, primero deberían hacer antorchas. Viggo se volteó mirando las cuatro sombras al principio de la bodega, esperando que llegaran, pero después de pensarlo un poco, entendió: oscuridad, ratas, lugar abandonado, ser atacado por un animal hambriento. Viggo soltó un suspiro y se movió sin miedo a través de la bodega.

-Desconsiderado- dijo Semiramis

Viggo soltó una risita, le tomo la mano y la condujo al primer piso que todavía conservaba algo de luz. En ese lugar prepararon varias antorchas, sacaron largas cuerdas desde la bolsa de cuero que les habían proporcionado Kiara. Viggo tomo las cuerdas, se las colgó al hombro y también saco su hacha. Una vez preparados, descendieron a la bodega y avanzaron hasta donde el muro estaba derruido.

-Así que por eso estabas emocionado- dijo Scheherezade, agarrando a Viggo de la mano izquierda. Por delante de ellos había una enorme habitación de más de veinte metros de profundidad y más de 200 metros cuadrados. Al final de la habitación había un agujero en el techo por el cual pasaba la luz. Eso iluminaba todo alrededor, dejando ver la piedra obsidiana cortada en enormes bloques y perfectamente colocada en las murallas y pisos. Ellos estaban en la parte más alta de la habitación. Por delante de ellos había una larga escalinata de piedra obsidiana, la cual llegaba a un balcón y esté se dividía en dos caminos hacia los lados. Una vez que llegabas al final del camino, había otras escaleras que te llevaban a la parte más baja, donde se veía la boca de un gran pozo custodiado por dos enormes estatuas humanoides, con la cabeza de un toro.

-Así es- respondió Viggo, mirando las grandes estatuas de minotauros, las cuales con facilidad pueden haber medido veinte metros -¿ves la piedra obsidiana? Esta por todos lados; las murallas, la escalinata, los pilares de soporte, incluso el pozo allá abajo-

Scheherezade asintió mientras le tomaba la mano.

Después de que ellos miraron durante un largo rato, bajaron por la escalinata hasta el balcón y pudieron apreciar de mejor manera la gran envergadura de las estatuas de minotauro. Cada estatua estaba en una posición firme, mirando al pozo mientras sostenían enormes hachas tan altas como ellos.

Viggo miró por el balcón hacia abajo y capto como el pozo estaba sellado con una capa de piedra obsidiana -vamos a tener que buscar otra entrada, a lo mejor otra grieta como la otra vez- dijo. Después se apartó del balcón y continuo -vamos, tenemos mucho que hacer-

El resto lo siguió para bajar por las escaleras mientras sostenían en alto las antorchas. A medida que descendían, la luz parecía ser absorbida. Una vez que llegaron a la parte baja, se dieron cuenta que diez metros antes del pozo había un tótem de piedra obsidiana, con el mismo hueco redondo que el tótem del ciclope de la isla de Beocia. Viggo se acercó al tótem mientras el resto dejaba sus bolsas en un espacio y Scheherezade buscaba pluma, tinta y papel para anotar todo lo que estaba viendo.

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