La mañana estaba inusualmente calurosa, el autobús había tenido un problema y se había quedado en medio de la carretera, también le había dejado el auto a Maya para que hiciera los últimos arreglos con su escuela, ahora Saya estaba a punto de terminar de correr 1 kilómetro para llegar al restaurante, el sudor corría por su cara amenazando con entrar a sus ojos "Solo unos metros más, ya casi puedo ver la tienda, 1, 2, 1, 2"
Cuando entró al restaurante la atmosfera no parecía la correcta, la jefa estaba tan enojada que su rostro estaba rojo, todos los empleados estaban a su alrededor mientras despotricaba, el único que parecía relajado era el sobrino de la dueña del restaurante que bebía un jugo mientras observaba el espectáculo.
-El lavaplatos esta aquí- dijo cuando vio entrar a Saya empapado en sudor, hizo una sonrisa burlona-tarde otra vez
-lo siento, el autobús tuvo un problema y se quedó a un kilómetro de aquí
Se disculpo rápidamente Saya, era fácil comprobar que sus palabras eran verdaderas por que el esposo de la jefa era un conductor de autobús ¿No sabría si un colega tuvo un contratiempo? Pero a nadie le parecía importar si llegaba tarde
-Borraron la grabación de las cámaras de seguridad- dijo la jefa observando a todos los empleados, los únicos que tenían acceso a tales cámaras eran la jefa, su sobrino, el cocinero (que también se encargaba de la seguridad) y ocasionalmente Saya que era una especie de manitas en el restaurante-No hay registro de nada de lo que pasó ayer
Al escuchar eso Saya se dio cuenta de que algo bastante grave había pasado y no era un arrebato ocasional
-Es fácil tía, ya que todos están aquí, hagamos que abran su casillero de empleados, Tal vez el ladrón no se llevó el dinero después de todo, incluso si no encontramos nada no perdemos nada con intentar, después de todo era bastante dinero
¿Ladrón? Saya recordó que el día anterior había contado las ganancias del día y las había puesto sobre el escritorio de la dueña en el cuarto de empleados, también había sido el último en irse así que nadie de la tienda podría haber cometido el robo.
Los empleados ya habían comenzado a abrir sus casilleros, fueron revisados uno por uno, cuando llegó el turno de Saya el sobrino de la jefa lo hizo a un lado y esculcó minuciosamente, después de un rato hizo un grito de sorpresa y de su mano sacó un sobre del mismo tipo que el que se usaba para guardar el dinero, en el sobre estaba escrito con letra azul la fecha de ayer, era algo que Saya había escrito por sí mismo así que lo reconoció con facilidad
-¿Por qué esta eso ahí? – preguntó Saya conmocionado- Ayer lo puse sobre el escritorio
-Eres muy bueno fingiendo, cualquiera diría que eres inocente- se burló el chico con el sobre en la mano- a mi tía se le ha estado perdiendo dinero desde hace tiempo, no te bastó con cantidades pequeñas así que esta vez robaste tanto
Saya no sabía nada sobre los robos, venía del campo en donde podías dejar la puerta abierta sin miedo, nunca pensó que se encontraría con un robo
-No es de extrañar que las cámaras nunca captaran los robos, lo hiciste tú todo el tiempo- la jefa parecía burlarse de si misma, después al ver el sobre soltó una sonrisa irónica- te trate tan bien ¿Por qué querrías hacerme esto? Aquí falta la mitad del dinero
Saya quería decir que él no lo había hecho pero el sobrino de la jefa lo interrumpió de nuevo, negándole la posibilidad de hablar
-Tía ¿No ves que es pobre? Sin embargo, hace dos días llegó con un auto, dijo que se lo dio su cuñado, pero ¿No es eso lo que se compró con nuestro dinero? Es un ladrón…
- ¡No lo hice! - gritó Saya, no podía continuar escuchando todo, él no lo hizo, él solo quería trabajar honestamente para poder estudiar después, ¿Por qué ese dinero apareció en su casillero? Estaba confundido y agraviado, pero todo lo que decían lo hacía parecer más sospechoso- no lo hice, todo debe ser un malentendido, yo nunca he robado nada
Saya parecía lamentable y fácil de intimidar, tampoco se sabía defender bien, no tenía experiencia en asuntos de la vida, él conocía sus deficiencias, generalmente era su hermana la que se hacía cargo cuando alguien los intentaba intimidar, Saya que no había estado en contacto con la parte sucia de la sociedad se vio tentado a llamarla, pero ella se iría pronto, el debía aprender a lidiar con esas cosas por si mismo, apretó el teléfono y se armó de valor. La jefa seguía hablando con su sobrino sobre todas las cosas sospechosas de Saya cuando el omega les interrumpió
-Llamemos a la policía- dijo Saya- no robe nada, pero aún hay que encerrar al ladrón
La jefa asintió pensativa, aunque le costaba creer que Saya le había robado ya habían encontrado evidencia, no podía seguir negándose a creerlo, de hecho, antes incluso pensó que era su sobrino por lo que nunca dijo nada, pero ahora quería terminar con los robos limpiamente, Saya debía recibir su castigo. Cuando estaba a punto de hacer la llamada la mano de su sobrino la detuvo
-Tía ¿Qué van a decir los clientes si ven venir a la policía? Podrían pensar que hay algo mal con el restaurante. Saya ha trabajado para nosotros también ¿Por qué no hacer que firme un pagaré por el resto del dinero y dejarlo ir? Que no vuelva al restaurante
Saya frunció el ceño, él no iba a firmar nada, aunque había cosas que no entendía tampoco era un idiota
-Si dices que robe ese dinero entonces no hay una razón para negarse a llamar a la policía, ¿o es que acaso estas protegiendo al ladrón?
-Aún puedes actuar arrogante, ¿No es porque borraste las grabaciones de las cámaras de seguridad? Sabes que no van a encontrar nada, tía no lo escuches, quiere perjudicar al restaurante ahora que no puede seguir robándote
Respondió el chico. La jefa frunció el ceño.
-Es cierto que puede afectar al negocio- la jefa sacó un par de llaves de su bolsillo- hoy el restaurante no trabaja. Todos suban a la camioneta, vamos a la comisaría.