[•••] Viernes por la tarde.
—¿Quieres irte? ¿Quieres probar suerte a ver cuanto sobrevives fuera de casa? ¡Adelante! ¡Hazlo!— gritó la mujer llena de ira y frustración.
—¡Creo que la pregunta sería para ustedes! Ustedes dependen más de mi, que yo de ustedes.— respondió William con seriedad, ya habían tenido esa conversación antes, ya estaba preparado para cualquier pregunta que su madre le hiciera. —Yo trabajo mucho más que papá, le ayudó a mis hermanos, ayudo en la casa y género mucho más dinero que todos juntos, si esta casa está bien amueblada es gracias a mi, yo te compré tu teléfono…—
—¿Qué estas insinuando?— preguntó la madre, con un tono desafiante. —Piensa bien las palabras que estas a punto de decir, infeliz.— insultó su madre. William estuvo a punto de responder, pero vio algo que lo frenó. Su pequeño hermano, al final de las escaleras, viendo la discusión, los ojos del pequeño de 8 años se cristalizaron al ver las maletas de su hermano frente a la puerta. Su madre giró la cabeza y vio al pequeño. —¿Qué te parece Noah? Tu hermano mayor ya está harto de nosotros, de ti y de Esme, ya se va de esta casa.— la fuerza abandonó el cuerpo de William, el se iba por que ya no soportaba a sus padres, no a sus hermanos. —No le importas, no le importa Esme, no le importamos nosotros…— el pequeño comenzó a derramar algunas lágrimas.
—¡Ya basta!— dijo después de dar un ligero empujón a su madre. Corrió hasta su hermano y le dio un abrazo. —Eso es mentira, lo sabes… Sabes cuanto te quiero.— le dijo sin dejar de abrazarlo, con fuerza, el pequeño correspondió el abrazo mientras soltaba lágrimas. —Volveré por ti, te sacaré de aquí, lo prometo…— el pequeño asintió. Sabía que su hermano lo amaba, a él y a su hermana Esme. —No le creas ni una palabra de lo que diga, sabes que los quiero muchísimo— se separó del abrazo, sin dejar de tomarlo por los hombros. El niño volvió a asentir. —Ya veras que todo será mejor cuando regrese por ti…— Se separó del niño para después tomar sus maletas. —Ya verás…— dijo por última vez para después abrir la puerta y salir con dirección a la calle. Antes de que la puerta de cerrará, Noah vio como su hermano se alejaba de él. ¿Será verdad que volverá por él? ¿Lo sacaría de ese lugar? La realidad, es que ni William lo sabía.
Veía las luces de la ciudad mientras escuchaba Easy de Commodores, constantemente veía como le llegaban mensajes al celular, mensajes de las personas que querían saber ¿Dónde estaba? ¿A donde iba? ¿Por qué lo hacía?. Ignoraba esos mensajes, no quería responder, sabía lo que todos le dirían, sabía que su madre se encargaría de ponerlos a todos en su contra, amigos, familiares y aunque trataría de cambiar la mentalidad de sus hermanos, William sabía que no lo lograría, no con ellos.
El avión despegó, aunque estaba asustado por ser su primera vez volando sabía que el miedo no lo dominaría, no regresaría, al menos no pronto. Después de algunas horas llegó a su destino, San Fransokio, un lugar que no había visto antes y que hace mucho quería visitar, por la tecnología que este lugar tenía. Después de caminar un rato por la enorme ciudad llena de luces neón y lugares que nunca había visto, decidió entrar a un hotel que había visto en una aplicación en su celular, pidió una habitación sencilla, solo quería pasar la noche.
Al acostarse sobre la cama, mirando aquel techo color carmesí comenzó a pensar en sus hermanos, ¿Qué tanto sufrirían ellos solos con su madre? ¿Su padre se tomaría enserio el trabajo de mantener a una familia ahora que no está él? Bueno, sabía que no serviría de nada ponerse a pensar en todas esas cosas, era momento de enfocarse en él, en la nueva vida que estaba formando. Lentamente cerró los ojos con una sonrisa, era la primera noche en años que no escuchaba las voces de sus padres discutiendo. Soltó un suspiro largo y relajado para después quedarse completamente dormido.
[•••]
—¿Qué tal estuvo tu cita?— preguntó Hiro del otro lado del celular.
—Pues…— pensó un momento su respuesta mientras se quitaba los tacones negros que traía puestos. —Sabes que no me gustan de la clase de empresarios…— dijo mientras se sentaba en la cama para después comenzar a bajar el cierre de su vestido negro. —Fue bastante amable, pero como que no es mi tipo— soltó una pequeña risa nerviosa. Se quitó su vestido, seguido su sostén.
—Pensé que te gustaría, hombres de mentalidad dura y que sepan lo que quieren, pensé que eso te gustaba— comentó Hiro.
—Pues si, pero no se, ese sujeto tuvo algo que no me convenció…— se puso una camiseta suelta que la hacia sentir cómoda, al igual que un pants, ambos de color gris, se acostó en la cama. —¿Qué dices si vienés el viernes y vemos una de esas películas malas que nos gustan? Ya sabes de esas que son tan malas que son buenas— dijo con emoción, Hiro no respondió, tardó unos segundos, Cass sabía lo que le diría. —¿Mucha tarea? ¿Mucho trabajo?— preguntó esta vez algo desanimada.
—Si, lo siento. Se que desde que comencé a estudiar aquí no tengo tiempo casi para estar en casa, más con lo del equipo de los seis, pero te prometo que en cuanto tenga tiempo iré a verte, lo prometo.—
—No, no, no… Hiro, no es necesario, se que estas muy ocupado, lo entiendo, de verdad… Es solo que…— un silencio triste. No pudo formular más palabras.
—Oye, lo siento tía cass, Honey me acaba de decir que hay peleas de robots en la zona norte. Tengo que ir a detenerlos…—
—Claro, ten mucho cuidado pequeño. Te llamo después…— dijo afligida. La llamada terminó, Cass miraba el techo color marrón con una mirada triste, ya pasaban más de dos semanas que no había nadie más en la casa con ella, que se sentía sola.
[•••] Sábado por la mañana.
—Pensé que no habrías los fines de semana.— le dijo su amiga al ver a Cass del otro lado del mostrador bebiendo un café. —Son los días que menos se te vende, no creo que sea conveniente.— terminó de decir.
—Lo se, Hannah, pero no tengo algo más que hacer, estoy frustrada, ¿Sabes? No se si entiendes— respondió Cass, un tanto molesta.
—Si, lo entiendo, pero tal vez deberías usar estos días para poder salir, disfrutar, si no es con alguien, hazlo sola. Hiro tiene su vida Cass y por más feo que suene, no puede estar contigo todo el tiempo. Debes encontrar algo que hacer, obviamente encontrar a alguien no es lo recomendable, puede que desarrollen cierto apego a esa persona nueva y si algo sale mal, te pondrás peor.— Cass la Miró confundida. —Me pasó, por eso sé del tema.— Cass negó con la cabeza, haciendo alusión a que eso no le pasará. —Te diré algo, mañana iré con Michael al cine, ven con nosotros. Nos divertiremos— Cass miró su taza de café pensando si sería buena idea.
—No lo se, no quiero causarles molestias, no quiero que sientan lastima por mi. No quiero ser un perrito triste y abandonado que ustedes puedan resguardar, con mi mal genio podría arruinar su domingo.— Hannah notó el tono en la voz de Cass, no sólo estaba sola, se sentía abandonada, que no le importaba a nadie. La vio tomar una dona de chocolate para después darle una gran mordida.
—Ahora que lo noto, subiste de peso— Cass la miró sorprendida aún con el trozo de dona en la boca.
—¿Acaso me estas diciendo gorda?— preguntó asustada.
—No, de hecho, te ves mejor que antes, resaltan tus caderas y ese sobresaliente trasero— bromeó Hannah para después soltar una risa. Cass se sonrojo y apenada le aventó un pedazo de dona a su amiga, ambas rieron después de eso. —Por favor, sal mañana con nosotros, te divertirás— insistió la amiga. Cass la miró con desaprobación, para después asentir.
—Esta bien, mañana iré con ustedes.—