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Mundo Shinobi - Clones verdaderos - 554

Akako y Kain salieron de hotel tres días después.

Ella llevaba un vestido blanco a la rodilla con un gran escote. Sombrero de ala ancha y un par de aros con una piedra de zafiro.

Kain avanzaba por delante y Akako lo sujetaba de la mano mientras se dirigían a la salida. Ellos atravesaron el vestíbulo hasta el ascensor y descendieron hasta el segundo subterráneo.

Kain y Akako bajaron del ascensor, el lugar estaba lleno de vehículos, pero ninguno era de ellos. Kain iba vestido con una camisa blanca manga corta y una bermuda color caqui con una sandalias de cuero. En su antebrazo izquierdo el brazalete negro.

Kain acercó su mano derecha al brazalete, pincho la pantalla y presiono una opción. El brazalete le entrego un sello de papel. Kain activo el sello y apareció un vehículo todo terreno. Puede que sea el primero que pisa la isla del Círculo Dorado.

Akako camino a la puerta del copiloto, abrió la puerta con dificultad y se quitó el sombrero de ala ancha. Ella se afirmó de la puerta y con dificultad, se subió al asiento.

Kain se subió al asiento del piloto y metió la llave en la cerradura. La giro y el motor se encendió.

Akako buscó un espejo en su pequeño bolso y reviso su aspecto.

Kain sonrió y estiro su mano hacia el techo frente a Akako. Él tomo una aleta y la bajo mostrando un espejo rectangular.

Akako lo quedó mirando y pestaño bastante sorprendida, ella no había visto este modelo. Ella echo una pequeña mirada al vehículo y lo encontró más robusto, suave y con terminaciones redondeadas. Era una mezcla de plástico y cuero, muy elegante, limpio y ordenado. Ella pestaño varias veces —este no es uno de nuestros vehículos— dijo

—No, este es un diseño que yo estoy elaborando para mi— respondió Kain, él extendió su mano y le toco el hombro con el indicie —el cinturón de seguridad. Tu eres pequeña y podrías salir volando por el parabrisas—

Akako asintió, Kain le había contado de la extraña experiencia con el raikage. Fue aterrador, pero como siempre, Kain no se lo tomaba en serio. Los shinobis se reían de las cosas más extrañas y tenebrosas, pensó ella.

Akako tomo el cinturón de seguridad y se lo cruzo al pecho, el cinturón le apretó entremedio de los senos y los hizo ver más prominentes.

Kain miró hacia el parabrisas y miró el camino que giraba y subía con forma de caracol. Kain condujo el vehículo por los estacionamientos y cuando salieron a la superficie, se detuvieron en la caseta del guardia.

El tipo los quedó mirando, igual que todos los que protegían la ciudad, se veía como los shinobis de una villa, pero más débil y simple, como si nunca hubiera ido al campo de batalla. Llevaba ropa oscura, pero sin símbolo de afiliación o un protector en alguna parte. Era un esclavo, todos los shinobis lo eran el Círculo Dorado. Como prueba de eso tenía un gran tatuaje alrededor de su cuello.

Según el cuadro de dialogo en la interfaz visual de Kain, el guardia tenía el chakra de un genin. Era un tipo de cuarenta años, lo que era lamentable considerando su escaso desarrollo.

Kain lo miró, bajo el vidrio y le dijo —hola, vamos saliendo. Me dijeron que la boleta del hotel era suficiente— él sacó un papel amarillo con un timbre de la recepción, se lo tendió al guardia y el tipo lo inspecciono.

—Todo bien— dijo el guardia, volvió a su caseta, tiro una palanca y la barrera se levantó. El tipo volvió con Kain, le tendió la boleta y Kain la recibió.

—Gracias— dijo Kain, subió el vidrio y avanzó con el vehículo, pero el guardia no pudo evitar quedarlo mirando. Allá donde avanzaba Kain, llamaba la atención. En la isla del Círculo Dorado no existía un vehículo así.

—Lo siento, Kain-sama— dijo Akako —al final, no quisieron reunirse con usted—

—Son idiotas— respondió Kain con una sonrisa, viro a la derecha en un cruce y siguió manejando por la calle a un lado del parque que daba a la playa —creen que pueden tapar el sol con un dedo. El cambio es inevitable, cada casa real de cada país me vendió su participación en cada uno de los cuatro hoteles casino. Ahora soy dueño del 20% de cada uno, pero ellos no me quieren reconocer porque soy shinobi. Idiotas, de nuevo, idiotas—

—¿Cómo lo va a hacer?— preguntó Akako

—Mis anbus estuvieron investigando. El señor Edwards tiene una hermana menor, joven y superficial. Tiene mi edad y va a viajar en ferri que lleva desde la costa a la capital. Estamos a treinta minutos del canal por el que pasa el ferris. La encontrare, hablare con ella y ella me llevara con su estúpido hermano mayor. Es el hombre a cargo de la seguridad en la zona de entretenimiento—

—Entiendo, lo conozco, pero tengo entendido que no le gustan las sorpresas—

—Lo sé: sádico, narcisista, meticuloso y vengativo. Tiene el conjunto de la felicidad. Ese tipo debe haber matado más gente que mi padre—

—Eso…— dijo Akako un poco impresionada —eso suena peligroso—

—No hay nada de qué preocuparse, pero necesitare de tu toque social cuando llegue el momento—

—La meta es hacerse con el 50% de todos los casinos—

—No podemos destruir a la isla y su gente, pero si jugamos el juego mejor que nadie, podemos ganar y cambiar las reglas del juego. Espera oposición—

Akako soltó un suspiro. Kain le dio una breve mirada y extendió su mano. Él le sujeto la mano y se la acaricio con el pulgar para darle consuelo. Akako miró a Kain, miró hacia el parabrisas y miró a la calle. Akako tomo la mano de Kain y la condujo a su entrepierna, por debajo de falda. Ella condujo los dedos a su interior.

—Kain-sama— susurro Akako

Kain soltó una risita, pero se mantuvo tranquilo mientras la acariciaba con cuidado. Él miraba a la calle, miraba a los transeúntes que avanzaban por la vereda. Los vehículos que avanzaban por el carril lateral en la otra dirección. Él revisaba las calles, como la gente se movía, era otro mundo. Ni siquiera en ciudad Tengu la gente tenía este nivel de cultura para moverse en las calles. Estos desgraciados habían estado viviendo pacíficamente y apartados de la guerra todos estos años, pero a pesar de lo perfecto que se veían, no era así.

El Círculo Dorado consistía en cinco islas, una principal y las otras cuatro en cada esquina. El 70% de la población era esclavo, en esa cifra estaban incluidos shinobis y civiles. Solo el 30% de la población era libre y gozaba de todas las libertades. El resto de las personas que eran libres eran los turistas que provenían de las más altas esferas.

La gente en la isla principal se veía limpia y ordenada, civilizada, pero en las cuatro islas laterales vivían como en la era de los estados combatientes. No había luz, agua potable, televisión, radio, periódico, grandes calles, edificios, empresas o medicina.

Ese era el gran secreto del éxito del Círculo Dorado, era un feudo de nobles civiles con una ligera cubierta de pintura que lo hacía ver divertido y desarrollado.

Kain noto la humedad en la punta de sus dedos y escucho la respiración forzada de Akako. Él le dio una breve mirada a Akako y le dijo —estás un poco apurada en quedar embarazada—

Akako detuvo el movimiento de la mano de Kain en su entrepierna. Ella miró a Kain con preocupación, la excitación disminuyo y se mordió el labio inferior. Ella apartó la mano de Kain de su entrepierna y la sostuvo entre sus manos, la apego contra su pecho y agacho la mirada.

—¿Por qué? Y necesito mi mano— dijo Kain

Akako soltó la mano de Kain, lo miró, él sonreía, Akako agacho la mirada y se ruborizo de la vergüenza.

Kain recupero su mano, puso la palma en la palanca de cambio, pero evitó colocar su dedo índice y medio, estaban llenos de fluidos.

Akako se mordió el labio inferior y soltó un suspiro —yo, bueno, no sé cuáles son sus planes para mi— dijo

Kain soltó una risita mientras conducía por las calles —¿Planes para ti?— preguntó

—Sí— dijo Akako —usted siempre tiene planes para la gente que lo rodea—

—Sí, es verdad, tengo planes para la gente a mi alrededor—

—Yo, a mí, me gustaría que me tuviera en sus planes, en su futuro—

Kain mostró una pequeña sonrisa, se acordó de sus dos anbus en el Círculo Dorado. Osamu y Okita; Kain les dio la oportunidad, pero ellos prefirieron sus vidas aburridas. Ahora estaba el resto de la gente que deseaba ser parte de sus planes. La misma Akako estaba rogando para estar en sus planes, una de las mujeres con más dinero en el mundo ¿Cuál era la diferencia entre uno y el otro?

—Para ganar, uno tiene que saber las reglas del juego y jugar mejor que nadie— dijo Kain con voz suave mientras manejaba —el hecho de sentarte a una mesa de apuestas quiere decir que estás dispuesto a jugar el juego. Si te sientas a la mesa, no te puedes quejar de las reglas del juego. Tu juventud y belleza no me sirven para nada, pero tus habilidades sociales y con el dinero me son de utilidad y con el tiempo seguirán creciendo. No te preocupes, Akako, te seguiré teniendo a mi lado, solo recuerda las reglas del juego. Si haces trampa, me quedaré con todo y te sacare de la mesa—

—Yo, gracias— dijo Akako con voz suave —con respecto al bebé—

—Se podría decir que está listo, bueno, casi— dijo Kain —está en proceso, tu útero estuvo receptivo, yo deposite suficiente esperma, era un buen momento del mes para ti. Así que todo se está llevando a cabo en silencio, pero solo ocurrirá la fecundación en un par de día más—

Akako lo miró a la cara, bastante impresionada. Kain conducía el vehículo con una expresión seria en la mirada. Ella asintió sin entender media palabra de lo que decía Kain. Lo importante es que el proceso se había completado, solo era cuestión de tiempo.

—Lo entiendo, Kain-sama— dijo Akako

Kain estiro su mano y Akako estiro la suya, ella se la sujeto con ambas manos y la apego a su pecho. Kain mostró una pequeña sonrisa y le dijo —pase lo que pase, no bajes del vehículo. No te preocupes, nada te pasara—

Akako abrió los ojos amplios y lo miró. Kain tenía una sonrisa astuta en los labios.

Al instante siguiente fue disminuyendo la velocidad hasta que un shinobi saltó frente al vehículo y cayó en la calle. Kain termino de frenar, pero el tipo saltó sobre el capo y lo aplasto. Era grande y fornido, debe haber pesado más de cien kilos.

Kain se quedó quieto y espero a ver que hacia el tipo, pero él no se movió. Solo lo quedó mirando y señalo a la calle.

Kain miró a Akako y le dijo —voy a conversar con ese idiota, espérame dentro del vehículo—

—Sí, querido— respondió Akako, estaba nerviosa, pero se forzó a mantener su expresión calmada.

Kain se bajó del vehículo, cerró la puerta y se bajaron los pasadores de las puertas. Kain miró al shinobi, era un tipo promedio con el cabello corto y la piel bronceada —¿Qué haces idiota? ¿Sabes cuánto cuesta eso?— preguntó

—No más que tu vida— dijo el tipo de forma irreflexiva y lanzó un kunai a la cara.

Él estaba confiado. El Círculo Dorado era una región tecnológica y mientras por encima se veía como una ciudad avanzada, por dentro estaba llena de secretos. Ellos habían creado mucho antes que Kain el campo de energía que suprimía el chakra. Por eso Kain tenía tanto interés en venir y conocer al increíble genio que construyo todo esto. Por otro lado, la única forma en que un shinobi podía acceder a su chakra era obteniendo el sello de esclavitud.

 

No obstante, el ataque del shinobi no lo sorprendió. Kain tenía sus métodos y el campo de energía no limitaba su chakra. Si él no lo supiera, podrían haberlo tomado desprevenido y ese kunai lo habría matado. Sin embargo, Kain conocía las reglas del juego y jugaba mejor que nadie.

 

Kain apartó su rostro y el kunai paso por al lado de su cara mientras activaba el sharingan. Su visión mejoro y sus ojos deambularon rápidamente por todos lados tomando nota de todos los shinobis que se aproximaban.

Varios shinobis llegaron y formaron un perímetro, la gente se alertó y comenzó a correr lejos del perímetro. Los shinobis empujaron a los transeúntes, ellos cayeron al pasto, pero se recuperaron y siguieron corriendo con el impulso de la adrenalina en ese momento. Parece que todos sabían que no debían colocarse en el camino de los shinobis. Según los informes, eran los fieles perros y ejecutores de los dueños de los casinos. Igual que los shinobis del continente (exceptuando por Konoha) nadie tenía un símbolo asociado a un casino, solo se diferenciaban por el color de la chaqueta táctica. No llevaban protector, en su lugar ocupaban una documentación asociada a un registro. De esa manera, era más difícil identificarlos.

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