Kain se despertó con los primeros rayos del sol en su futon. Él abrió los parpados lentamente y soltó una exhalación por la nariz de forma relajada. Él miró el techo de la habitación, era plano y blanco con luces empotradas. Después él miró a su izquierda y vio a Hana durmiendo un poco más allá, en su futon. Diferente de su hermana, Mana, a Hana le gustaba dormir en su propio futon. Era su espacio de confort, decía ella.
Hana dormía en posición fetal con el rostro apuntando a Kain. Tenía el cabello blanco suelto, los parpados cerrados y una expresión tranquila.
Kain se giró a la derecha para poder observarla mejor. Observar sus finas cejas y las pestañas blancas, la piel oscura, la nariz fina, la boca grande y los labios gruesos. Kain pensó que siempre había un patrón que se repetía. Algo que siempre era atractivo en todas las mujeres y también en los hombres. Y eso era la mandíbula marcada y la boca grande. En realidad, no importa si los ojos o la nariz no eran tan perfectos, pero si la mandíbula estaba marcada y la boca era grande daba la impresión de que arreglaba el resto del aspecto. Él mismo se tocó la mandíbula y noto que él también tenía ese rasgo, por supuesto, no con una terminación tan estilizada como la de Hana. Él tenía el rostro cuadrado y ella un rostro con forma de corazón.
Kain sonrió y tomo una profunda inspiración. Parece que Hana no se iba a despertar pronto, así que él se destapo y se levantó del futón. Él se fue a bañar, se puso un kimono verde pasto y un hakama negro como era costumbre.
Kain dejo durmiendo a Hana y fue a la cocina. Él busco una cinta blanca y la utilizo para sujetar las mangas. Después se acercó al refrigerador y empezó a sacar verduras, carne y otros ingredientes para hacer un desayuno tradicional. Él no podía negar que tener a las unidades de apoyo era una enorme ayuda y conveniencia, pero cocinar con sus propias manos tenía su propio encanto.
A los pocos minutos alguien abrió la puerta de la cocina, Kain miró hacia atrás y lo que vio fue a la encantadora Hana. Ella llevaba un kimono pequeño, apenas contenía sus senos y llegaba hasta la mitad de sus muslos. Ella venía con el cabello peinado, ondulado y un poco desordenado, seguramente se lo arreglo con las manos. Su rostro era un monumento al sueño. Los parpados apenas separados para que pudiera ver por donde avanzaba.
Kain sonrió y ella también avanzó sonriendo. Hana alcanzó a Kain y lo abrazo por detrás. Ella apoyo su rostro en la espalda de Kain y le dijo —tengo mucho sueño—
Kain soltó una risita.
—En serio, tengo mucho sueño— dijo Hana con voz lastimera
—Si quieres— dijo Kain —mañana puedes faltar o empezar las clases de ninjutsu médico un poco más tarde, pero hoy no—
—No— dijo ella mientras negaba con la cabeza y frotaba su rostro en la espalda de Kain —solo decía— ella apartó su rostro y continuo —está gente necesita ayuda—
—Sí— dijo Kain con suavidad y miró al techo. Lo pensó de nuevo, siempre estaba reevaluando sus acciones y otra vez lo encontró acertado. Él continúo preparando los ingredientes.
—Bien, necesito despertar— dijo Hana, ella camino a la llave del lavaplatos, la dio y salió un chorro de agua helada. Ella junto sus manos, reunió agua y se la echo a la cara —que agradable— dijo
Kain negó con la cabeza, pero la podía entender. Estaban en medio del desierto. Incluso si utilizaran métodos especiales para enfriar el agua, no saldría tan rápida ni de forma tan conveniente como en esta casa.
Hana se mojó la cara con agua helada varias veces y después se dio unas palmadas en las mejillas. Entonces ella se quitó el sueño y el calor y volvió a la vida. Ella camino hacia Kain y le dijo —me voy a bañar. Vengo enseguida—
—Claro— dijo Kain
Hana se detuvo a su lado, ella se afirmó de su brazo, se paró de puntillas y le ofreció sus labios. Kain la miró a los ojos, bonitos, con un iris rojo. Los ojos grandes y almendrados, gracias a la piel oscura resaltaban con más intensidad. Kain acercó su rostro y la beso en los labios, uno pequeño, pero Hana lo sujeto del kimono y lo beso varias veces. Kain no pudo seguir preparando los alimentos y se dio vuelta para abrazar a Hana. Ella se colgó de su cuello y lo beso apasionadamente.
Kain apartó su rostro, la miró a los ojos y a la boca —¿Qué tal si hoy faltamos?— preguntó
—Suena tentador— dijo ella y soltó una risita, le dio un último beso —pero no. Hay un compromiso y lo cumpliremos—
Kain ladeo un poco su rostro y asintió con una sonrisa suave en los labios.
Hana se mordió el labio inferior y le dio un último beso antes de apartarse —a la noche, de verdad, sí o sí— dijo —estoy en mi mejor momento. Podría quedar hoy mismo—
Kain miró a Hana, ella se mordió el labio inferior, parecía feliz, pero ansiosa al mismo tiempo —está bien, todo va a salir bien— dijo
Hana asintió y salió de la cocina.
Kain volvió a preparar los alimentos.
El mundo estaba cambiando, hace solo unos años había terminado la época de mayor conflicto en el mundo. La era de los estados combatientes. Muchas cosas habían cambiado. Para empezar, hoy era raro que los padres decidieran el matrimonio de los hijos. Sin embargo, una cosa que había permanecido en el tiempo era la necesidad de consolidar una relación teniendo un hijo. Todavía era muy importante, sobre todos los que venían de clanes tradicionales como Uchiha, Senju, Hyuga y así sucesivamente. Así que como era importante para los grandes, también lo era para los pequeños. Hana tenía esa preocupación, de poder darle un hijo a Kain. Lo mismo su hermana, Mana. Y así sucesivamente, incluso la grande y poderosa Kokoro Yotsuki, tenía esa preocupación.
Kain había reencarnado en muchas eras diferentes y parece que siempre existía la preocupación de dejar descendencia. En medio de preparar el desayuno, él se preguntó si algún día sería diferente ¿En algún momento dejaría de ser importante? A lo mejor, solo con la paz llegara a saber esa respuesta.
Después del desayuno, Hana y Kain salieron de la casa y se encontraron con el sol en todo su apogeo. Ellos avanzaron por el camino de pastelones de piedra que los llevaba a la puerta torii. A los costados estaban el pasto y las flores de color fucsia ¿Por qué no se secaba en pleno desierto? Bueno, Kain había puesto una barrera protectora alrededor de toda la propiedad. Era una fuerza invisible que impedía que cualquiera excepto él o Hana, entraran a la propiedad. También mantenía alejada la arena y limitaba la cantidad de calor y energía que trasmitía el sol.
Hana iba vestida con un kimono sin mangas que le llegaba a la rodilla y unas sandalias con el tacón bajo. Encima llevaba una bata blanca de doctor.
Kain iba vestido con el haori blanco, el kimono verde y el hakama negro. En los pies sus fieles sandalias de madera.
En la entrada estaba Sasaki con la espalda pegada al poste rojo de la puerta de torii. Él miraba hacia afuera con los brazos y piernas cruzadas. La gente pasaba por fuera de la casa, pero solo los niños se acercaban para mirar el bonito pasto y las flores. Sasaki no hacía nada, ya que ni siquiera él podía entrar.
—¿Llevas mucho tiempo esperando?— preguntó Kain
Sasaki miró hacia atrás y vio a Kain venir con esa hermosa mujer. Sasaki descruzo sus brazos y piernas, se apartó de la puerta torii y se volteó para mirar a Kain de frente —ayer dijiste que viniera temprano— dijo
—Así fue, es bueno saber que estás comprometido—
—Solo un poco— respondió Sasaki y de nuevo observo la vestimenta de Kain —si tienes dinero para comprar materiales exóticos, deberías comprarte ropa moderna. Pareces un abuelo vistiendo así—
—Lo sé, se llama tradición, muchacho— respondió Kain
—Lo que tú digas—
Hana se tapó la boca y comenzó a reír. Kain la miró y ella lo miró a los ojos mientras mostraba una brillante sonrisa.
Kain miró a Sasaki, siguieron caminando hasta superar la puerta torii y de nuevo escucharon el suave zumbido que les decía que salieron de la barrera protectora.
—¿Sabes de moda?— preguntó Kain observó cómo se vestía Sasaki, no era muy diferente del resto de los shinobis. Ropa oscura y la chaqueta táctica de la villa. En este caso de color café con un cuello bastante largo.
—Más que tú, claro está— dijo Sasaki —no me mires así, yo no soy el dios shinobi. Yo no soy el que tengo que verme como una persona respetable—
—Claro, persona respetable— dijo Kain y continúo caminando.
Sasaki se quedó mirando a Kain. Hana iba al lado de Kain, ella volteo su rostro y le hizo el gesto de la mano en señal de saludo. Sasaki se ruborizo de ver esa amigable sonrisa, ella era demasiado hermosa. Sin embargo, él cerró los ojos, tomo una profunda respiración y puso una expresión seria. Después él lo siguió dos metros por detrás de ellos y fue verificando los alrededores.
Hana iba a la par con Kain, ella lo tomo de la mano y le dijo —te conseguiste una ayudante muy serio—
—Es un buen muchacho— dijo Kain —ayer no te conté porque era tarde y tú estabas cansada, pero…—
Kain le fue diciendo lo que hizo Sasaki y este último, dos metros por detrás de ellos, los escucho y se sintió avergonzado porque Kain lo ponía como si él fuera un héroe. Al final, Kain lo resolvió todo, pero este le daba mucha importancia a que Sasaki estuviera ahí.
Al final, Hana miró hacia atrás y vio a Sasaki mirando hacia otro lado con las mejillas rojas. Ella sonrió como si lo encontrara tierno y eso solo hizo ruborizarse más a Sasaki.
—Oye, idiota— dijo Sasaki sin poder contener más la vergüenza —no te inventes historias. Además, deja de hablar de los demás—
Hana lo quedó mirando y soltó una risita. Eso solo avergonzó más a Sasaki.
Kain miró hacia atrás, veía al muchacho, cabello negro, desordenado y peinado con las manos hacia adelante. La mirada apática como si fuera el mejor, las manos en los bolsillos y la espalda un poco encorvada.
—¿Qué miras, idiota?— preguntó Sasaki
—Para ser alguien que le dice a otro como tiene que vestir, tú postura y actitud es bastante mala— dijo Kain y volvió a mirar hacia adelante.
—Soy tu guardaespaldas, no tu mayordomo. No tengo que verme bien, solo protegerte—
—¿Sabes sobre ser mayordomo?—
Sasaki miró hacia otro lado y respondió sin cuidado —algo—
—¿En serio?— preguntó Kain
—Sí— respondió Sasaki con una sonrisa engreída —si me contratas te enseñare a dejar de verte como un pordiosero—
—¿En serio? Bueno, ya lo veremos, pero hoy no. Hoy tenemos cosas más importantes que hacer—
—¡Oye!— dijo Sasaki, apuro el paso y alcanzó a Kain. Este último seguía moviéndose, así que Sasaki lo siguió mientras caminaba de espalda y cuidaba de no chocar a nadie —era solo una broma— dijo gesticulando con las manos y poniendo una expresión seria —además, jamás sería el mayordomo de un monstruo—
—Ayer fuiste amable— respondió Kain con una sonrisa astuta
—Era por otra cosa, el agua es importante para mi gente—
—Y yo soy importante para tu gente— dijo Kain —¿Cómo crees que servirías mejor?—
Sasaki se detuvo y Kain también lo hizo. Sasaki miró al suelo y negó con la cabeza —no, solo estaba hablando por hablar, no sé ser mayordomo, no sé de ropa, ni nada por el estilo. Solo, solo soy un niño que sabe dar un par de puñetazos. Solo eso. Por lo de ayer, no te hagas una imagen equivocada de mi—
Kain se acercó, le puso una mano en el hombro y Sasaki lo miró. Kain dijo —no me equivoco. Yo sé una que otra cosa, por eso soy dios shinobi y tu no. Además, si no sabes ser mayordomo, siempre le podemos pedir a alguien que te enseñe—
Entonces Kain le dio dos palmaditas en el hombro y continúo caminando junto con Hana.
Sasaki se quedó congelado sin saber que decir. Al final, él reacciono, se volteó y miró la espalda de Kain. Tenía el cabello blanco y largo que cubría dos símbolos en la espalda de su haori —no he dicho que sí— dijo —no pienses estupideces. Yo no quiero hacer esas cosas, se quedaron atrás ¿Sabes? No sirvo para eso—
Kain se detuvo, miró hacia atrás y sonrió. Después siguió caminando junto a Hana.
Sasaki se quedó mirando y frunció el ceño.