Cuando Kain estaba con Hana y Mana, eran las seis de la tarde en la nación del Fuego.
Al mismo tiempo, en la nación del Rayo era la una de la madrugada. Yoruichi estaba en su habitación, acostada en su cama, pero atenta a cualquier ruido que pudiera venir del castillo imperial.
Ella escucho como alguien le daba golpecitos al vidrio de las puertas que daban a su balcón.
Yoruichi sonrió, se destapo y se levantó. Ella llevaba puesta ropas oscuras como las que ocupaban los shinobis. Ella se puso sus zapatillas shinobis, algo que había comprado en secreto. Algo demasiado cómodo, un mundo aparte de las incomodas sandalias de madera.
Yoruichi avanzó a la puerta, movió las cortinas, pero se detuvo y miró hacia atrás, a la puerta de salida de su habitación. Ella no escucho ruidos desde el pasillo exterior, así que ella pensó que todo estaba bien. Yoruichi fue la ventana, tomo el pestillo, la abrió y dejo entrar la luz de la luna. Ella miró hacia afuera y vio a un muchacho alto de cabello blanco. Él llevaba puesto un haori blanco, un kimono verde y un hakama negro. Su hermoso cabello blanco estaba peinado hacia atrás y daba la impresión de que reflejaba la luz de la luna.
Yoruichi se mordió el labio inferior conteniendo una sonrisa. Ella avanzó, sonrió ampliamente y abrazó a Kain —te extrañe— susurro.
—Sshhh— susurro Kain para que ella se mantuviera en silencio. Él no pudo soltarse de Yoruichi, así que la abrazó y susurro —campo de entrenamiento, Kumogakure—
Al instante, ambos desaparecieron y pasaron de la oscuridad de la noche a la luz artificial de un edificio para entrenamientos.
En ese momento todo estaba en silencio y mientras ellos no salieran, nadie en Kumogakure se enteraría de su presencia. Era el gimnasio construido para Kokoro, pero que ahora pertenecía a Kentaro. Por supuesto, Jin era estricto con su hijo, así que no lo dejaría desvelarse por la noche. Kentaro solo tenía once años. Por otro lado, Kokoro estaba viviendo en ciudad Tengu y tenía su propio gimnasio.
Kain miró hacia abajo, vio una cabeza cubierta de cabello purpura ordenado en una coleta. La muchacha en sus brazos, Yoruichi, levantó su rostro y lo miró a los ojos. Era bonita, lo más encantador eran sus ojos felinos con el iris rojo. La sonrisa afloro en sus labios y ella fue cautivadora.
Yoruichi se paró de puntillas, pero era demasiado pequeña en comparación a Kain y este último tuvo que agacharse para que sus labios coincidieran. Ella solo medía 1.5 mts de estatura.
Kain y Yoruichi se besaron durante un par de minutos y apartaron sus bocas. Ellos se miraban a los ojos.
—¿Vamos?— preguntó Kain
Yoruichi asintió, se fijó en el cuello de Kain y pudo ver dos tipos diferentes de tatuajes rúnicos que subían por el cuello —¿Todavía no dominas el reiatsu?— preguntó
—No, todavía me falta, pero nada que sea imposible— respondió Kain con una sonrisa confiada y amigable.
Yoruichi se sentía emocionada de solo estar con él, así que se abrazó a Kain y sonrió llena de emoción por dentro, como si la felicidad burbujeara por dentro.
Kain la sostuvo entre sus brazos, se agacho, busco su boca y la encontró con facilidad. Ellos se volvieron a besar, él apartó su boca y le dijo —vamos, hay mucho de lo que hablar—
Yoruichi lo quedó mirando, asintió y se apartó de él, pero no le soltó la mano derecha. Kain le sostuvo la mano, la acercó a su boca y le dio un beso en el dorso de la mano. Después camino hacia el fondo del gimnasio, donde había varias puertas metálicas blindadas. Tenían grandes candados.
Kain se detuvo delante de la puerta, soltó la mano de Yoruichi y llevó su mano a la manga de su haori. Él busco por unos segundos y sacó un manojo de llaves. Abrió los candados y los dejo colgados en una argolla. Después abrió la puerta e invito a Yoruichi a entrar. Esta última paso primero, después la siguió Kain y este último cerró la puerta. Por dentro, la puerta tenía varios pestillos grandes con una barra de metal de un metro en la parte superior e inferior. Kain movió los pestillos y la puerta quedó bloqueada.
Kain miró el interior de la habitación, era de concreto sin ningún detalle o pintura, pero lo importante eran las escaleras que bajaban al subterráneo. Kain miró a Yoruichi y le hizo el gesto con la cabeza para que avanzaran. Yoruichi lo siguió de cerca, le tomo la mano y avanzaron a las escaleras que bajaban al subterráneo.
—Esperaba que hoy asistieras a la ceremonia, te perdiste la cara de oto-sama— dijo Yoruichi con una amplia sonrisa
Kain miró a Yoruichi y sonrió divertido. No era para menos, el daimio de la nación del Rayo debía reconocer los estatutos de ciudad Tengu y jurar protegerlos al mismo tiempo que una entidad luminosa reconocía la soberanía del daimio sobre los territorios de la nación del Rayo. Fue un evento sin precedentes. Más importante aún, considerando que estaban todos los nobles de la nación y el evento era custodiado por veinte demonios tengu hechos de energía.
Los nobles no lo sabían, pero el daimio había presenciado como dos de esos demonios Tengu habían reducido a nada al misukage. Con el potencial de los veinte, Guardián, la poderosa inteligencia artificial creada por Kain, podía haber conquistado todo el mundo. Sin embargo, Kain ya había pensado en esas posibilidad y a lo sumo, Guardián podía atrincherarse en ciudad Tengu, pero nunca dar un paso fuera de cierto territorio designado. No obstante, el peligro era real, pero considerando los beneficios, el daimio y los nobles estaban dispuestos a correr riesgos. La infraestructura de ciudad Tengu era cien veces mejor que la capital de la nación del Rayo o cualquier capital a nivel mundial. Sin embargo, pronto cada nación tendría un territorio neutral donde el chakra sería limitado a esos que estaban en la obligación de proteger a otros.
Kain y Yoruichi bajaron al subterráneo. Era un área amplia, inerte y fría. Techo, paredes y suelo de roca lisa sin imperfecciones. Él lugar ideal para que alguien tan brutal como el Jin (el tercer raikage) o Kokoro, entrenaran.
—Estuve investigando— dijo Kain mientras avanzaba por el piso de piedra. Yoruichi lo seguía de cerca mientras le sujetaba la mano derecha y lo miraba. Ella estaba absorta en sus ojos y en la forma en que él movía su boca.
Kain le dio una breve mirada de soslayo a Yoruichi y continuo —al final llegue a la conclusión de que hay un sistema planetario sosteniendo el reiatsu y sus métodos de uso. Por eso no se pueden utilizar las artes demoniacas. También, es la razón del porque yo no pueda dominar las energías. No hay un mundo espiritual como el que me relataste—
Yourichi asintió y dejo de pensar en Kain tan apasionadamente. Ella miró la nada mientras pensaba en el significado de las palabras de Kain mientras este último continuaba su explicación. Eso tenía mucho sentido, pensó ella. Su fortaleza estaba en ocupar su reiatsu en forma de aura de combate, fortaleciendo de forma sustancial su velocidad y poder destructivo, pero ocupar cualquier tipo de kido (arte demoniaco) estuvo fuera de su alcance desde el principio, incluso si fueron habilidades básicas para sanarse.
Por otro lado…
Kain continuaba hablando a pesar de que Yoruichi apenas le prestaba atención —el mundo espiritual existe, pero está siendo manipulado por fuerzas externas. En pocas palabras, no hay reiatsu que puedas absorber de forma natural. Al mismo tiempo, las almas se encuentran en un limbo de oscuridad esperando debilitarse y que llegue su momento para reencarnar—
—¿Cómo lo sabes?— preguntó Yoruichi.
Kain se detuvo, miró a Yoruichi a los ojos con una sonrisa divertida en los labios. Yoruichi leyó su expresión y se ruborizo. Kain se lo había dicho, ella lo había matado una vez, pero ella no le quiso creer. Yoruichi pensó que él solo estaba presumiendo. Ella miró a Kain y lo encontró cada vez más misterioso que cualquier persona que ella haya conocido.
—¿Quieres mirar el mundo espiritual?— preguntó Kain.
Yoruichi se relamió los labios y asintió con suavidad.
Kain cerró los ojos, llevó su mano al hombro de Yoruichi y canalizo fuerza del alma para conectar el alma de Yoruichi, el reiatsu y darle la suficiente energía a sus ojos para que pudiera ver el mundo espectral. Ese lugar a medio camino del mundo físico y lo que debería ser el cielo y el infierno.
Yoruichi sintió una carga pesada en sus ojos como si le pesaran los parpados. Ella cerró sus ojos y sintió alivio, pero a los pocos segundos, Kain apartó su mano del hombro y dio un paso atrás.
Kain dijo —abre los ojos, este es el mundo espectral—
Yoruichi así lo hizo y se quedó congelada.
El mundo espectral, era algo, totalmente diferente de lo que ella conocía. Era como estar en el mundo físico, pero sumergidos bajo agua de color turquesa que distorsionaba la estructura y la luz. Sus oídos no escucharon nada, ni siquiera sonidos del viento o cosas así. Era como estar en una cámara insonorizada. Ella miró hacia adelante buscando a Kain, pero él no estaba ahí.
—Kain— dijo Yoruichi y estiro sus manos.
Kain le tomo las manos y le respondió —todavía estoy aquí, pero no puedes verme en el mundo espectral porque mi alma está anclada al mundo físico. Por otro lado, tu solo puedes ver y escuchar lo que hay en el mundo espectral. Ese lugar…está vacío—
Yoruichi pudo sentir la calidez de las manos de Kain, lo que le produjo alivio y asintió, aunque no lo pudo ver. Entonces ella miró la distorsión del mundo espectral y lo desconoció por completo. En aquel lugar, donde ella vivió durante tantos miles de años, el mundo espiritual y el físico no eran muy diferentes. La única gran diferencia entre un mundo y el otro eran las necesidades. Para los vivos era el oxígeno y para los dioses de la muerte el reiatsu. Sin embargo, en este mundo, esta malformación de la realidad llamada mundo espiritual, era un caos, una lugar lúgubre y frio donde nadie quisiera estar. Ni siquiera el infierno y otros lugares que existían en paralelo eran tan fríos o desolados.
Yoruichi vio su visión contraerse poco a poco, como si sus ojos se estuvieran cerrando y le pesaran los parpados. Ella cerró sus ojos, le dolía la vista. Ella volvió a abrir los parpados y vio el mundo físico. Ahí estaba Kain, alto, de cabello blanco peinado hacia atrás, con esos hermosos ojos azules. Yoruichi sonrió aliviada.
—¿Por qué me siento tan diferente de mi yo usual? Bueno, no del yo usual, pero del yo que alguna vez fui— preguntó Yoruichi con voz suave, angustiada por no saber lo que le pasaba.
—En muchos sentidos— dijo Kain con tranquilidad —desconozco el tipo de mundo espiritual del que tu hablas. Del tipo de energía que es el reiatsu. Para mí es fuerza del alma, pero tu energía es algo más que puede compatibilizar con tu alma. Sin embargo, en estos momentos solo la puedes producir como quien recupera sus energías físicas, pero no la puedes sustraer de ninguna forma de vida o alimento. Por otro lado, con respecto a sentirse diferente, es la forma física. Un cuerpo tiene fluidos, una presión arterial, un ritmo cardiaco, conexiones cerebrales, químicos que afectan tu estado de ánimo. Es algo con lo que todos los seres humanos deben aprender a vivir, ya que muchas de nuestras respuestas provienen de situaciones específicas que han perdurado en el tiempo y se han vuelto hábitos. Es complicado, pero lo único que quiero que entiendas, es que estarán ahí y tendrás que aprender a lidiar con esos sentimientos. Así fue para mi…en todas las veces que he reencarnado—
Yoruichi quedó mirando a Kain, por alguna razón, sus ojos dejaron de emitir ese brillo tan impresionante y ahora tenían un aspecto cansado.
—¿Cuántas veces?— preguntó Yoruichi —¿Cuántas veces has reencarnado?—
—Cinco, por lo que recuerdo— respondió Kain
—¿Por lo que recuerdas?—
Kain asintió —en un principio estaba seguro de cuantas veces había reencarnado, pero ahora tengo mis dudas. El mundo original, de donde provengo, también fue azotado por los dioses exteriores. La famosa rueda de la vida. Así que no estoy seguro cuantas veces morí y reencarné—
Kain y Yoruichi se quedaron mirando el uno al otro durante varios minutos, procesando a su modo lo que habían hablado. Para Yoruichi un conocimiento nuevo y complejo, para Kain, algo que sabia, pero que rara vez lo expresaba en palabras.