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Mundo Shinobi - PGM - 207

Eran las cuatro de la mañana cuando las fuerzas de Kumogakure decidieron atacar. El líder era el raikage, lo más probable que buscara jactarse de haber erradicado a los invasores. Él iba al frente de los escuadrones junto con los dos protectores a sus lados.

Por otro lado, la táctica del raikage era simple, llevaba trecientos shinobis sanos y en buenas condiciones para atacarlos desde el frente. Mientras que había mandado cien shinobis a custodiar el paso de las montañas y cortar cualquier vía de escape.

El raikage y sus dos protectores eran hombres de prominente estatura, resaltando de inmediato por encima del resto. Los tres eran de tez morena, pero solo el raikage y Ryo (el shinobi con la invocación de pantera) tenían el cabello oscuro, mientras que Yamato tenía el cabello rubio. Sin embargo, Jin no se veía por ninguna parte, lo cual fue un alivio para Hiruzen.

Por otro lado, Konoha avanzaba a paso lento por los pastizales mientras Hideki Hyuga le comentaba a Hiruzen que el tipo de pelo desordenado, alto y moreno (el raikage) estaba confiado. Hacia todo tipo de bromas y comentarios mientras sonreía como si se lo estuviera pasando muy bien.

Hiruzen miró a la distancia mientras la brisa matutina le enfriaba las mejillas. Tomo una profunda respiración. Había pensado que podían escapar, pero con esto todas sus esperanzas se rompieron en mil pedazos.

En ese momento el cielo estaba estrellado, con la luna visible, pero poco a poco el sol se estaba asomando por el Este y lanzando pequeños haces de luz.

Hiruzen agacho la cabeza y lo pensó por un minuto, después se dio la vuelta y miró a Hideki Hyuga a su derecha y Tadashi Uchiha a su izquierda -reúnan a todos los shinobis- dijo

Tadashi y Hideki asintieron y fueron a llamar a los shinobis. Diez minutos después, se reunieron el grupo de un poco más de doscientos shinobis. Los que no podían caminar por su propia cuenta fueron ayudados por sus compañeros, pero sus rostros apesadumbrados eran igual de oscuros que el del resto.

-Todos los que estén en condiciones de luchar, pero no de correr, den un paso al frente- dijo Hiruzen en un tono firme

La mayor parte de los que avanzaron eran veteranos mientras que los jóvenes se quedaron quietos.

-Lamento decirlo de esta manera, pero estamos rodeados- continuo Hiruzen -los que puedan huir pueden ir al paso de las montañas y tratar de abrirse paso. El resto, nos deberemos quedar a proteger la retaguardia y detener al enemigo principal-

Todos agacharon la mirada, pero asintieron a las posibilidades. Algunos jóvenes trataron de dar el paso al frente, pero los mayores se los impidieron.

Después de ordenar los dos grupos, la distribución quedo así: cincuenta y tres personas se quedarían a combatir, junto con Hiruzen y Danzo mientras el resto irían a probar suerte al paso de las montañas para poder escapar. No había margen para algo así como la victoria.

Cuando el raikage llego a los cien metros de distancia, Hiruzen se puso a la cabeza del grupo de obstrucción. Danzo estaba a su lado, ya que, de forma obstinada, le dijo que, si no lo acompañaba a luchar, se suicidaría por su propia cuenta.

-¿Seguro que quieres hacer esto, Danzo?- le pregunto Hiruzen mientras se acomodaba el protector del antebrazo derecho -estas débil-

-Prefiero morir en el campo de batalla, que lamentarme toda la vida- respondió Danzo con una mirada seria

Hiruzen sonrió, le dio una palmaditas en el hombro, a lo cual Danzo frunció el ceño del dolor, lo cual hizo reír a Hiruzen.

Una vez que el raikage llego a los cien metros, detuvo a sus más de trescientos shinobis y grito -invasores de Konoha, ríndanse y les perdonare la vida-

-¿Y dejar que nos vendas en tu mercado de esclavos?- grito de vuelta Hiruzen -mejor besa mi trasero, imbécil-

El raikage frunció el ceño y ordeno -ataquen-

Ryo y Yamato a los lados del raikage dieron un paso al frente, pero el raikage levanto su mano y los detuvo.

-No ustedes, envíen a sus hombres-

Ryo y Yamato se miraron el uno al otro con una clara molestia ante tal orden, pero asintieron. Entonces ambos levantaron sus manos y señalaron a su ejército que avanzara y aplastara a los shinobis de Konoha. Los shinobis de Kumo vestidos con sus chaquetas tácticas blancas corrieron por delante mientras el raikage con una sonrisa llena de superioridad los miraba. Al mismo tiempo, Ryo y Yamato miraban al raikage con desdén, pero este último los ignoraba.

Del otro lado de los pastizales, Hiruzen vio como los shinobis de Kumo venían en su dirección y dijo -Danzo, pase lo que pase, sigue luchando, incluso si caigo en combate-

-¿Saru?- preguntó Danzo algo confundido

-Supuestamente mi cuerpo no debería aguantar, pero veamos que sucede- Hiruzen empezó a caminar por delante.

-Saru, espera- dijo Danzo, pero Hideki Hyuga le tomo el brazo y lo detuvo. Danzo lo miró de vuelta, pero Hideki negó.

Hiruzen comenzó a hacer una seguidilla de sello y tal cual como le dijo Kain, llevo su chakra a sus pulmones y corazón. Sintió un intenso dolor de inmediato como si algo estuviera expandiendo su corazón desde el interior. Hiruzen frunció el ceño, pero aguanto el dolor. De su boca salió un hilillo de sangre, pero continúo confeccionando los sellos hasta que los completo. Una vez que estuvo listo, inflo sus pulmones adoloridos al mismo tiempo que sentía un cálido hilillo de sangre escurriendo por su oreja. Entonces dijo con mucha dificultad -katon, karyu, endan-

Los shinobis de Kumo estaban a solo veinte metros de Hiruzen cuando comenzó a realizar los sellos, pero pese a todo, continuaron corriendo seguros de que lo alcanzarían antes de que liberara su ataque. Sin embargo, cuando llegaron a los diez metros de distancia notaron que algo andaba mal en Hiruzen y pensaron que se estaba muriendo mientras escurría la sangre de su boca. No obstante, Hiruzen abrió su boca, primero dejando escapar una gran bocanada de sangre, pero cuando soplo, un terrible fuego salió de su boca golpeando a todos mientras se extendía como un abanico.

Mas de cien shinobis fueron alcanzados mientras los que quedaron indemnes quedaron tan impresionados que fueron tomados por sorpresa.

Del otro lado del campo de batalla, el raikage se enfureció y grito -rápido, vayan-

A lo que Ryo y Yamato se molestaron porque esta forma de atacar fue todo cosa suya. Sin embargo, asintieron y corrieron por delante dejando solo al raikage. De repente el raikage vio que la lucha no iba como esperaba y de un momento a otro, comenzaron a aparecer shinobis con máscaras de animales vistiendo capuchas negras. Se estaba molestando más y más, al punto de que comenzó a gritar para que sus shinobis lo hicieran mejor, pero estaban siendo aplastados sin ningún esfuerzo por los shinobis de las máscaras.

Entonces el raikage escucho que algo se clavó en el pasto por detrás de él. Después volaron otras dos cosas y se clavaron en el pasto por delante de él. El vio dos kunais con forma de tridente, se volteó y vio a un shinobi de cabello gris y mirada fría a solo dos metros de él.

-¿Tú? ¿Cómo? ¡Ryo te había matado!- grito el raikage en un estado furioso, después dio dos pasos atrás y murmuro -esos traidores-

-Ya ves, tu propia gente ya no te considera un shinobi ni su raikage, así que muchas cosas son posibles- respondió Tobirama con frialdad.

El raikage se puso más furioso y se lanzó de frente contra Tobirama. Lanzó un puñetazo a la cara, pero solo a unos milímetros de golpearlo, Tobirama desapareció y el raikage paso de largo. Entonces se volteó para mirar hacia atrás, pero cuando lo hizo, sintió que algo se clavaba en su cuello.

-Adiós raikage, cuando te conocí en aquella reunión pensé que eras un hombre honorable. Sin embargo, parece que el dinero es un mal que puede corromper a todo el mundo. Dime ¿Valió la pena?-

El raikage llevó su mano izquierda a su cuello y se tocó. Tenía un kunai clavado en la carótida mientras su sangre fluía sin parar. Miró a Tobirama llenó de incredulidad, pero poco a poco su visión se tornó borrosa y cayó al suelo sobre su trasero. Después se recostó y miró el cielo azul por última vez, hasta que sus parpados se cerraron y murió.

Tobirama vio morir al raikage y una vez que cerró sus ojos, retiro el kunai del cuello. Después se dio la vuelta y vio como el mar de llamas que había dejado Hiruzen todavía seguía ardiendo. Que él recordara, Hiruzen tenía técnicas de katon, pero no a este nivel. Entonces se preguntó qué había pasado para que alcanzaran tal fuerza.

Por otro lado, una parte de los anbus estaban retirando a los shinobis de Konoha mientras la otra parte estaban matando a los shinobis de Kumo. Sin embargo, si Tobirama quería completar el trato, debía impedir que mataran a Ryo y Yamato.

Tobirama cortó la cabeza del raikage y lanzó su kunai entre los dos ejércitos. Una vez que él apareció entre los dos grupos, levanto la cabeza del raikage y dijo -Kumogakure ha perdido, ríndanse y perdonare sus vidas-

Ryo y Yamato pusieron rostros molestos y se pusieron en posición de combate, pero Tobirama meneo la cabeza del raikage de lado a lado.

-¿No valoran a sus hombres al igual que el raikage?- preguntó Tobirama -miren a su alrededor, solo quedan cincuenta de ustedes. No es necesario derramar más sangre, solo tienen que admitir que fueron vencidos y desistir de esta guerra-

Ryo y Yamato miraron sus subordinados y levantaron sus manos en señal de rendición. El resto de los shinobis Kumo, viéndose superados por un centenar de anbus y shinobis, pusieron rostros tristes y los imitaron.

-Los documentos- dijo Tobirama, un anbu salto cerca de él y le entrego un par de pergaminos. Tobirama miró a los protectores y preguntó -¿Quién de ustedes puede representar a Kumogakure?-

-Yo- respondió el shinobi que tenía una barba de candado -me llamo Ryo-

-Mucho gusto, Ryo, solo tienes que firmar estos documentos que acreditan tu rendición como representante de Kumogakure y se podrán ir. No necesito decirte lo que tiene que hacer tu daimio ¿cierto?-

Ryo negó con una expresión molesta. La rendición significaba la derrota de la villa oculta de Kumogakure y que el país del Trueno tendría que pagarle una compensación a Konoha. No obstante, todo ya estaba calculado de ante mano.

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