-La situación con la aldea oculta de la Arena se ha estabilizado. Según los informes, el desempeño de Kain Uchiha ha sido más que satisfactorio y le ha demostrado al Kazegake Reto que no debe jugar con la nación del Fuego- leyó a gran voz un anciano dentro del salón del trono.
El anciano estaba vestido con un kimono blanco y un hakama oscuro mientras miraba al trono de crisantemo con un pergamino extendido entre sus manos. Él estaba de pie en el centro de un camino formado por las dos facciones del país. A su izquierda, el joven príncipe Yahiko solo acompañado de su guardaespaldas. A la derecha, estaban Minoru Senju y su esposa, la princesa Kumiko junto a otros nobles del país.
Sin embargo, a pesar de que el anciano pensaba en dos facciones, era una situación desigual. Mientras Yahiko estaba solo, Minoru y Kumiko estaban respaldados por los nobles del país del Fuego. Yahiko solo podía mantener su postura porque su abuelo lo respaldaba de principio a fin. A lo mejor, en algún momento el daimio pensó que hubiera sido buena idea cederle el puesto de daimio a Minoru Senju, pero después de la jugada maestra de Tobirama, era imposible. No se podía confiar en los shinobis, pensaba el daimio.
-Bien- respondió el anciano daimio por detrás de las cortinas que convertían su figura en una sombra -puedes retirarte. El siguiente-
-Ese mocoso es impresionante- dijo Yahiko con una sonrisa llena de emoción. Él sabía que Kain era fuerte desde que salvo a su hermana y a él en el bosque de la muerte, pero nunca espero que tanto.
Kumiko, del otro lado del pasillo, llevó el borde de su manga a la boca y hablo con una pronunciación sofisticada -qué joven, Yahiko. Temo por la nación del Fuego si esa es la persona a la que admiras-
-Aneue ¿A qué te refieres?- pregunto Yahiko sin mostrar molestia
-Ese niño es el hijo de aquel terrible monstruo- respondió Kumiko con una mirada despectiva
-Es verdad, Yahiko-dono- respondió Minoru al lado de su esposa -no debería admirar a alguien que lleva la destrucción en la sangre-
-Dios y el demonio son lo mismo, ambos monstruos que están fuera de nuestras posibilidades ¿Quién es bueno y quién es el malo?- pregunto Yahiko con una sonrisa en sus labios. Minoru frunció el ceño porque Yahiko prácticamente estaba diciendo que su padre, Hashirama Senju, estaba al mismo nivel que Madara.
-¡Suficiente!- dijo el daimio con voz potente -esto es el salón del trono, un lugar para saber la verdad y entender que es lo que pasa en nuestra nación-
-Lo siento- dijeron los tres al mismo tiempo mientras llevaba sus manos y frente al suelo. Después volvieron a su posición en seiza y miraron al trono de crisantemo, donde estaba el daimio escondido detrás de la cortina.
-Continúen- dijo el daimio
-Sí- respondió otro emisario con un pergamino en la mano. Se puso de pie, avanzó hasta el camino formado entre las dos facciones y extendió el pergamino. Tosió como si afinara su garganta y dijo -gracias a los esfuerzos de Kazuto Hyuga y Sasuke Sarutobi, los shinobis de Konoha han logrado penetrar en el territorio de la nación de la Tierra. Se espera que, de aquí a mañana, puedan continuar con su avance hasta la primera gran ciudad. Aun no hay señales del Tsushikage-
-Siguiente- dijo el daimio sin preocuparse de la información. Este lugar más que una corte, parecía un teatro. Todos estos nobles, sus nietos y él, actuando como si ellos tuvieran alguna influencia sobre la guerra. Todo era obra de ese shinobi Tobirama, toda esta burla era su culpa, toda esta farsa era su culpa. Ahora, todos ellos, habían sido reducido a meras figuras decorativas que actuaban como si tuvieran alguna relevancia.
Una vez que todos los informes fueron dichos, los consejeros se hicieron a un lado y todos miraron al trono de crisantemo.
-Tal y como escucharon, la nación del Fuego se mantuvo impenetrable- dijo el daimio con voz potente -los primeros ataques solo fueron una forma de revisar nuestra preparación y fortaleza. Ahora estamos avanzando por los territorios enemigos y de aquí a dos semanas se habrá terminado esta "Guerra Mundial". Como pueden ver, no hay nada que temer, así que para la próxima semana quiero las proyecciones de las plantaciones de trigo y el desarrollo de la economía. Pueden retirarse-
Yahiko miró hacia un lado con una mirada incomoda mientras Minoru hacia una sonrisa irónica. Su esposa, Kumiko le tomo la mano para que no mirara de esa manera al daimio, pero Minoru no pudo tolerar toda esta farsa.
-¿Qué sucederá con el sucesor de su majestad el daimio?- pregunto Minoru
-Mmm- pronunció el daimio desde el trono de crisantemo, por detrás de las cortinas que ensombrecía su figura. Él asintió, ya que, dentro de todo, era algo dicho, pero no oficial. El daimio se puso de pie, avanzó hasta la cortina y la abrió para salir. Entonces todos se asombraron de ver al anciano y se postraron colocando la frente sobre el suelo.
-Al igual que yo recibí el trono de mi padre, mi nieto lo recibirá de mí. Yahiko será el siguiente daimio- dijo el daimio, lo que genero un silencio mortal. El daimio miró los alrededores, después de un tiempo se dio la vuelta y volvió detrás de las cortinas del trono de crisantemo.
-Espere, abuelo, por favor- dijo Kumiko alzando la voz como si no pudiera creer lo que él decía, se puso de pie y continuo -Yahiko es un niño, solo tiene su respaldo, no sabe nada de política ni de economía ¿Cómo le puede dejar el trono a alguien tan poco preparado?-
El daimio se dio la vuelta y la miró con frialdad -mientras tenga mi respaldo es más que suficiente- dijo -yo lo designo así y tú no eres nadie para cuestionarme-
-Mi marido es cien veces mejor- respondió Kumiko
El daimio se enfureció y le grito con un rostro rojo hasta el cuello -¡cállate! tú maldito marido tiene la misma sangre que ese hombre. Si no sabes a lo que me refiero, pregúntale a tu marido- el daimio comenzó a respirar con dificultad y le dio la espalda. Se sentó en su trono y continuo -esta será la última vez que tolere tal falta de respeto, Kumiko. Tu lealtad está con tu familia, no con los sucios extranjeros-
Kumiko se quedó de pie y agacho la cabeza sin saber a qué se refería su abuelo. Ella miró a Minoru y él se levantó, puso sus manos en la espalda y la ayudo a que ella se sentará.
-Después te diré lo que pasa- susurro Minoru
Kumiko derramo algunas lágrimas y asintió. Por otro lado, Minoru miró a Yahiko, pero este último ni siquiera le prestó atención. Ambos eran shinobis, ambos sabían que era lo que había hecho Tobirama y como había tomado el control del daimio, la nobleza y todo el país del Fuego. No había necesidad de razonar con la otra parte. Solo uno podía ser daimio y si el actual y el sucesor morían, aquel que tuviera el mayor respaldo de la nobleza tomaría su lugar. Minoru miró con una frialdad asesina a Yahiko y este último sintió como si le clavaran un cuchillo en la cara. Yahiko también miró a Minoru y le sostuvo la mirada. Al final, Minoru miró hacia otro lado y espero unos segundos para después llevarse a su esposa.
Por otro lado, Yahiko salió del palacio e hizo todo el camino de regreso. Él avanzaba mirando los extensos jardines cubiertos de verde mientras el cielo estaba cubierto de nubes blancas.
-Perdón- dijo Sakumo un paso por detrás de Yahiko. Este último volteó para mirar al muchacho de cabello gris.
Yahiko vio en la mirada de Sakumo la verdad y negó con una pequeña sonrisa -no tienes que disculparte, no es tu culpa- dijo -también soy Senju, bueno, al menos una parte de mí, pero como soy mucho más lejano que Minoru-nii-sama, el abuelo me toma como uno de los suyos. Sin embargo, si hubiera alguien más puro en el linaje, me dejaría de lado y lo colocaría a él. El abuelo está enojado con Tobirama-sama y eso le ha cerrado el juicio-
-Minoru-nii te miró con la intención de matarte. No te preocupes, te protegeré- dijo Sakumo
-No es necesario- respondió Yahiko mirando hacia adelante -si no puedo protegerme por mi propia cuenta, otro como Tobirama-sama vendrá en el futuro y pasará lo mismo. Debo ser fuerte-
-Nadie es fuerte solo, todos necesitan a alguien-
-Puede ser, pero deberé luchar por mi cuenta. No soportaría volverme daimio solo porque mi abuelo este empecinado en que lo sea. Necesito ser fuerte, necesito defender a mi familia-
Yahiko avanzo mientras le contaba a Sakumo sus aspiraciones. Parecía tan lleno de vida y energía, pero Sakumo podía sentir el miedo en su interior. Era como si él se estuviera forzando a mostrarse optimista a pesar de saber que puede morir.
<Padre ¿Por qué eres tan cruel?> se preguntó Sakumo en su mente, pero jamás obtuvo respuesta. Él solo siguió a Yahiko mientras lo escoltaba a su territorio.
Por otro lado, Minoru y Kumiko estaban conversando en su casa mientras miraban a su hija cuidar de su hermanito acostado en su cuna. Era un bebé llamado Nawaki, de cabello ralo y castaño; solo tenía unos meses de vida. Al mismo tiempo, Tsunade había crecido grande y fuerte, con un gran sentido de hermandad que después de la muerte de Hashirama se intensifico. Ahora pasaba casi todo su tiempo con Nawaki si no estaba estudiando o entrenando.
-Minoru-sama- dijo Kumiko con un tono de voz reconciliador -por favor, por favor, sea misericorde con mi hermano. Solo es un niño que sigue los designios de un anciano senil. Él, no sabe lo que significa ser daimio, no entiende los peligros ni las responsabilidades-
Minoru miró a Tsunade de cabello rubio ordenado en una adorable coleta mientras pensaba en el futuro y como se estaban desarrollando las cosas. Su tío exigía un sacrificio para la continuación del reinado sobre la nación del Fuego. Por supuesto, Minoru quería ser daimio, significaba empezar en algo diferente y en lo cual no estaría a la sombra de su padre ni nadie le recriminaría por no haber nacido con un cuerpo sabio o el mokuton. Sin embargo, cuando se planteó ser daimio no había pensado en sacrificar a alguien. A lo mejor, alguna muerte de una persona cualquiera, pero nunca, en matar a su joven cuñado. Ahora qué debía hacer ¿Matar a Yahiko o dejarse matar? Solo podía sobrevivir uno, él más fuerte.
-No te preocupes, Kumiko- dijo Minoru con voz suave mientras le tomaba la mano, la miró a los ojos y continuo -trataré de hacer mi mejor esfuerzo para que esto no tome una dirección equivocada. Ahora, me gustaría que llevarás a nuestros hijos con mi madre, ella los puede proteger mejor que nadie en este mundo-
-Pero ¿Y Minoru-sama?-
-Yo me quedaré en la capital y arreglaré todo para solucionar esta situación. Si le mostramos nuestra fuerza al daimio, él tendrá que abdicar y entregar su posición-
-No me importa lo que le pase al abuelo- dijo Kumiko con cierto odio y rencor -todo es culpa de su codicia. De lo contrario, jamás hubiera escuchado a Tobirama-sama-
Minoru agacho la cabeza sabiendo que la situación en ese entonces era más complicada de lo que piensa Kumiko. Si el daimio no hubiera escuchado a Tobirama, él estaría muerto. Era una situación de comer o ser comido, eso era todo. Minoru tomo una profunda respiración y aplaudió dos veces. Al instante siguiente aparecieron tres anbus de raíz a sus espaldas, todos vestidos con capuchas negras y máscaras de animal.
-¿Minoru-sama?- pregunto un anbu con máscara de zorro
-Preparen todo para que mi esposa viaje a Konoha-
-Hokage-sama dijo…- intervino el anbu
Minoru volteó su rostro y miró al anbu de raíz con una expresión molesta -sé lo que quiere mi tío, pero no quiere decir que necesitemos a mis hijos ni a mi esposa- dijo en un tono firme -él solo quiere que el más fuerte gobierne la nación del Fuego-
-Sí- respondió el anbu
-Bien, hagan lo que les pedí-
-Sí- respondieron los tres anbus y desaparecieron.
Minoru tomo una profunda respiración, abrazo a su esposa y apego su cabeza a la de ella. De esa manera, ambos miraron a sus hijos. Tsunade haciendo morisquetas y Nawaki riendo con una risa infantil y contagiosa.